Los tripulantes son tres rusos, un chino, un francés y un italo-colombiano; se encuentran encerrados en cápsulas sin ventanas en un centro de investigación en Moscú desde junio del 2010 con el fin de simular el viaje de 520 días que tardaría el traslado real a Marte y así ayudar a las futuras tripulaciones a soportar las tensiones de un viaje.
A pesar del encierro, ninguno de los seis consideró abandonar la cápsula, aunque estaban en libertad de salir cuando lo desearan.
El experimento
Pero la misión no ha terminado aún. Los investigadores todavía deben simular el descenso sobre Marte y pasar un par de días estudiando el planeta vecino. Posteriormente, iniciarán el viaje de regreso a la Tierra.
Una verdadera misión a Marte podría tardar décadas debido a su costo y desafíos tecnológicos, particularmente la creación de un escudo compacto que proteja a la tripulación de la radiación.
Durante el simulacro, los investigadores se comunican a través de mensajes electrónicos y videos, comen alimentos enlatados similares a los que se consumen en la Estación Espacial Internacional (ISS, en inglés) y se duchan una vez a la semana.
Para la simulación del descenso sobre Marte, hay una plataforma que imita la superficie marciana.
El control de la misión simulará emergencias para mantener ocupada a la tripulación en su viaje de regreso, como la sucedida en diciembre del 2010, cuando se quedaron a oscuras al simularse un apagón de emergencia que los dejó con pocos generadores a disposición, y debieron reorganizar sus tareas.
Los organizadores dijeron que cada tripulante recibirá el equivalente a $97.000 por participar en el experimento.