El sexo no es la respuesta, es la pregunta. ¡La respuesta es “sí”!, bromeó una mujer que se acercaba a sus 70 años durante un taller de sexualidad para adultos mayores impartido hace un par de años.
Una decena de mujeres y tres o cuatro hombres acudieron a la actividad, que se promocionó como “un curso para derribar mitos y disfrutar de la sexualidad en pareja, después de la menopausia”.
Todavía con dificultad, el tema se abre camino en medio de tabúes que sugieren mejor no hablar de eso o, peor aún, que dan por sentado que la vida sexual se acaba después de cierta edad.
Pero empieza a haber cambios: las personas que entrevistó Arturo Pardo para el reportaje que hoy abre nuestra edición no tuvieron reparos en aceptar que, pese a sus canas y arrugas, el sexo sigue ocupando un lugar relevante en sus vidas.
Por su parte, los especialistas consultados le explicaron por qué esta faceta de las relaciones de pareja no debería desaparecer y cuántos beneficios físicos y mentales depara el sexo a quienes lo practican, siempre que lo hagan de forma segura.
Aunque el asunto sigue ruborizando a muchos, sin duda hay más apertura que hace un lustro.
El hecho mismo de que una pareja accediera a que Adrián Arias les hiciera fotografías para ilustrar este artículo, es elocuente. Se trata de Javier Porras y Yolanda Rivas, padres y abuelos a quienes la edad no les ha quitado el deseo de llevar su entrega mutua hasta las sábanas.