Usted puede revisar en Internet el reporte de un sismo que haya sentido hace tan solo cinco minutos.
Una red de instrumentos de la Universidad de Costa Rica (UCR) es renovada y comienza a cambiar la forma y velocidad con la cual nos enteramos de cómo y dónde se sintió un temblor.
Una de las principales ventajas de esta red es que los instrumentos comienzan a trabajar automáticamente en cuanto perciben un movimiento fuerte y ofrecen rápidamente resultados preliminares, aun sin que un especialista los haya solicitado.
Además, toda la información que se genera es publicada de inmediato en la página web del Laboratorio de Ingeniería Sísmica (LIS) del Instituto de Investigaciones en Ingeniería (INII) de la UCR (http://www.lis.ucr.ac.cr/), propietaria de la red.
Según explicó Aarón Moya, especialista del LIS, en pocos minutos se tiene el resultado de dónde el suelo se movió más y, un par de minutos más tarde, se tiene la estimación de dónde pudo haber sido el epicentro y cuál su magnitud e intensidad.
Con esa información de base, un analista puede afinar detalles y brindar posteriormente un reporte más exacto.
No obstante, la información preliminar puede ser consultada de inmediato tanto por científicos como por el público general y por personeros encargados de atender las emergencias en casos de temblores fuertes.
Según señaló Moya, los acelerógrafos son computadoras especializadas que registran la llamada aceleración del suelo.
“Así como un automóvil se acelera cuando se mueve, las partículas del suelo se mueven en distintas direcciones al ocurrir un sismo y eso implica aceleraciones que varían en el tiempo”, explicó Moya.
Este especialista destacó que los acelerógrafos son distintos a los sismógrafos, instrumentos con los cuales cuentan los científicos de la Red Sismológica Nacional (RSN) y del Observatorio Vulcanológico y Sismológico de Costa Rica (Ovsicori) para analizar temblores.
“El sismógrafo es muy sensible. Cuando hay un temblor muy fuerte pueden llegar a romper la escala de diseño y complicar la lectura del registro. Para medir los temblores fuertes, funcionan mejor los acelerógrafos, que fueron diseñados específicamente para soportar este tipo de sacudidas fuertes”, explicó el especialista Moya.
Actualmente, existen unos 40 acelerógrafos en todo el país. Son equipos nuevos adquiridos por el LIS con recursos entregados por la Comisión Nacional de Emergencias (CNE).
En el corto plazo se espera instalar unos 25 acelerógrafos más, explicó Víctor Schmidt, también científico del LIS.
“La única razón de que se muevan todas al mismo tiempo es que algo las está haciendo moverse, o sea, un sismo. Entonces, el sistema toma la información del resto de las estaciones y comienza con los cálculos con ayuda de software libre”, explicó Moya.
El sistema lo que produce en un primer momento es lo que se conoce como un “mapa de valores de intensidad sísmica”. Este mapa muestra las estaciones en todo el país y cómo se aceleró el suelo.
“El suelo no se acelera igual en todo el territorio porque los suelos de Costa Rica son muy variados. Por esa misma razón, el epicentro puede no ser la zona donde más se acelera el suelo”, dijo Schmidt.
Esto, según los científicos, les da aún mayor importancia a los datos que genera el LIS: los encargados de dar una respuesta de emergencia ante un terremoto pueden saber casi al instante no solo dónde fue el epicentro; es decir, la zona donde se generó el sismo, sino dónde se movió más fuertemente el suelo; por lo tanto, dónde pueden producirse la mayor cantidad de daños y ser afectadas más las personas.
La red del LIS también permitirá consolidar información histórica sobre cómo se comportan los suelos del país ante sismos pasados, una información de vital importancia para los ingenieros a la hora de construir un edificio.
“Con este registro, un ingeniero puede decidir que va a construir un edificio de cinco pisos, pero, entonces, seguirá lineamientos específicos para el sector del país donde lo va a levantar, todo con el fin de que la estructura soporte sismos fuertes en ese sitio específico. Esta información sobre cómo se comportan los suelos nacionales ante sismos son los datos más valiosos que obtiene esta red”, explicó Moya.
“Este tipo de información siempre ha existido y el LIS tiene 20 años de funcionar. Lo que sucede es que no es sino hasta ahora cuando podemos llegar a toda la población en tiempo real gracias a Internet. Anteriormente, después del sismo, teníamos que ir a cada una de las estaciones a buscar los datos, traerlos al laboratorio y procesarlos”, concluyó el científico.