Se les conoce como “bacterias amigables”, porque tienen el poder de fortalecer la salud de quienes las consumen. Se trata de un conjunto de cepas que conforman la gran familia de los probióticos, cuya presencia se ha extendido en la industria de los alimentos, debido a los grandes beneficios que poseen.
En la actualidad, se incorporan a los yogures, quesos y hasta chocolates. Su presencia –se dice– ayuda a prevenir diarreas, mejorar las alergias y erradicar algunas infecciones de la piel.
Ahora el investigador Mark Lyte, del Centro de Ciencias de la Salud de la U. Tecnológica de Texas, ha planteado una provocativa hipótesis: usar los probióticos para mejorar el estado de ánimo de las personas o, incluso, como tratamiento para algunos problemas de salud mental como la ansiedad y la depresión.
En su opinión, en el futuro se podrán diseñar alimentos con diferentes porcentajes de estas bacterias para reducir el estrés y la ansiedad o aliviar la depresión.
Aunque puede sorprender que algunos tipos de gérmenes produzcan los mismos neurotransmisores que tienen las personas en su sistema nervioso, lo cierto es que esto es casi una regla en la naturaleza.
Por ejemplo, se ha demostrado que las hormonas del estrés están presentes en bacterias, plantas, insectos y peces.
Por otra parte, hay un camino de vuelta, por el cual estos químicos también influyen sobre las bacterias y pueden ayudarlas a multiplicarse y crecer hasta causar un desbalance en el sistema digestivo, con el consiguiente malestar para la persona, lo que termina alterando su ánimo y causándole estrés.
En opinión del doctor Gregor Reid, del Departamento de Microbiología e Inmunología de la University of Western Ontario, hay varios desafíos por delante. Uno es definir cuáles son las mejores cepas para determinados problemas de salud, otro es la cantidad de bacterias que se deben incorporar a los productos para que tengan un efecto óptimo. Por otra parte, si hay probióticos que producen serotonina, habrá que tener cuidado para que pacientes que ya estén tomando antidepresivos no los consuman en exceso.
La doctora Sylvia Cruchet, gastroenteróloga y académica del Instituto de Nutrición y Tecnología de los Alimentos (INTA) de la Universidad de Chile, advierte que la investigación “está en sus primeras etapas”. De lo que no duda es de que se trata de un trabajo serio, ya que ha visitado el laboratorio del doctor Reid y conoce bien su trabajo.
“Hoy no existe duda de la utilidad de los probióticos para tratar las diarreas agudas y las que se producen al tomar antibióticos. También para estimular las defensas y combatir infecciones”, afirma esta especialista.
Para la doctora Ana María Agar, inmunóloga del Departamento de Medicina de la Clínica Alemana, la propuesta de Lyte “es interesante, pero habrá que esperar cinco o diez años para ver si funciona”. Según explica, los probióticos ayudan a prevenir la llamada “diarrea del viajero”, así como a proteger a los recién nacidos que sufren dermatitis atópica. “Además, como aumenta la inmunidad a nivel de las mucosas, yo los he usado con buenos resultados en infecciones con hongos”, agrega Agar.
El doctor Lyte cree que toda esta evidencia avala su propuesta de que los gérmenes que viven en nuestro cuerpo influyen en nuestro bienestar. De hecho, un trabajo publicado este año en el
“Hasta hace poco, la idea de que bacterias administradas por vía oral pudieran influir en nuestro cerebro, era visto como algo casi surrealista”, dice Reid.