Los 11 nuevos grabados de Edgar León muestran fragmentos de sus nostalgias y recuerdos. Casitas heredianas, barcos que anclaron en Puerto Limón, peces, marineros, antepasados chinos, personajes misteriosos... todos retazos de un mundo intuitivo repleto de sensaciones que el artista aún no termina de comprender.
Calypso, muestra que se exhibe a partir de hoy en la galería So- phia Wanamaker del Centro Cultural Costarricense Norteamericano (ubicado en barrio Escalante), es un juego de analogías entre las imágenes que desde niño acuñó León en su memoria y sus vivencias actuales.
"Lo que hago es apropiarme de esas imágenes, resemantizarlas (darle nuevos significados) y organizarlas con base en las cosas que me impresionan ahora", detalló este artista.
"En esta exposición los elementos significan y no significan pues son retazos de mi memoria. Antes, mi trabajo era más orientado a mis raíces en Limón, muy romántico; ahora se desprende de eso y se preocupa más por explicarme mi proceso de creación e inspiración", agregó.
La mezcla de culturas dentro de León marca su obra y su forma de pensar: su papá es chino de segunda generación, su madre es de origen español, él creció en Limón y ahora reside en Heredia.
Entre marineros y paisajes urbanos
El Calypso de León no es un barco; es una mezcla entre una musa mitológica y los compases contagiosos de un ritmo musical. Sus 11 grabados a color, cromoxilografías, son retratos de su historia, en donde lo más importante no es que los espectadores reconozcan a Edgar León, sino que se interpreten en ella.
Para la curadora de artes plásticas Ileana Alvarez, León presenta sus recuerdos a través de un dibujo correcto y mostrando una selección de fotografías que le parecen adecuadas para completar su grabado.
"Edgar León inicia con esta exposición un nuevo período de su producción en grabado, que anuncia un creador serio y en la búsqueda constante de formas de expresión personales que combinan un lenguaje visual contemporáneo, con la preocupación por sus raíces individuales", explicó Alvarez.
Efectivamente, esta muestra marca una nueva etapa para León. A partir del 12 de agosto, el grabador y asistente de Francisco Amighetti se marcha por un año a especializarse en grabado en metal a México, gracias a una beca que le otorgó el Gobierno de ese país. Junto a los artistas Sergio Casasola y Priscilla Aguirre estudiarán en la Academia de San Carlos (Ciudad de México).
Con muchas expectativas con los nuevos rastros de sus culturas que puedan encontrar en ese país del norte, León piensa trabajar al máximo y traer lista una exposición cuando regrese al país.
Sin el maestro
León tiene tres años de ayudar en el taller de grabado de Paco Amighetti. Su gran admiración y respeto por uno de los máximos exponentes plásticos del país es parecida a la de un niño, cada palabra, cada gesto y cada dibujo resuenan en su mente por semanas.
Asegura que el maestro es muy callado y cuando le lanza una frase es cargada de sentido y metáforas que él se encarga de descifrar para su desarrollo.
León cree que ya cumplió su etapa con él, la cual fue muy agotadora pues su obra es muy elaborada y siempre se quedaba impregnada en sus sentidos, preguntándole, haciéndolo soñar y enseñándole.
Ahora, León deja al maestro y se dispone a soñar por sí solo en tierras extrañas y a descubrir parte de los misterios de la cultura mexicana para entender los propios.