EL PRECIO DEL JURADO. Así es: si un jurado tiene precio, la ley quedará en manos del mejor postor; o sea: la corrupción se impondrá a la justicia y tanto los inocentes como los culpables quedarán regulados por otra ley: la de la oferta y la demanda, en dólares. Esta es la premisa del filme Tribunal en fuga (2003), dirigido por Gary Fleder.
Es lo que vemos cuando una joven viuda levanta una demanda civil contra una poderosa empresa fabricante de armas, a la que responsabiliza por el asesinato de su esposo en un tiroteo. Se trata de condenar también a los fabricantes de armas porque, al hacerlas y al estimular la compra de ellas, son cómplices de la violencia. Tema interesante y polémico.
También es un tema pacifista: ¿se imaginan ustedes una sociedad sin armas de guerra?, ¡cuánto no se puede dedicar al desarrollo humano si se gastara menos en armas! El asunto es que los fabricantes de armamentos no están dispuestos a ceder en sus utilidades y, como se ve en la película, más bien se empeñan en lo suyo: ¡como sea!
Los empresarios de armas no quieren que un ratón se coma al gato, por lo que ponen en marcha una defensa multimillonaria para ganar la demanda antes de que comience el juicio. Para ello indagan sobre los miembros del jurado: seleccionan, pagan, chantajean, manipulan; en fin: se roban el jurado.
La más alta tecnología está a favor de los intereses de la industria de las armas. A la parte acusadora solo le queda la utopía de lograr un bien si se gana el juicio. Es cuando entra un tercer elemento al juego: algo muy raro sucede y viene de adentro del jurado, con conexiones afuera. No hay duda: el veredicto tiene distintos rostros.
La película se basa en una novela de John Grisham, cuyos libros de venta fácil y rápido consumo han sido llevados al cine en distintas oportunidades. Cuestión de recordar títulos: El informe pelícano (1993, de Alan J. Pakula), Fachada (1993, de Sydney Pollack), El cliente (1994, de Joel Schumacher),Tiempo de matar (1996, de Joel Schumacher), La cámara (1996, de James Foley), El poder de la justicia (1997, de Francis Ford Coppola), El engaño (1998, de Robert Altman) y ahora Tribunal en fuga.
Solo que ahora ha habido un cambio importante con respecto a la novela: el libro va contra la industria del tabaco, pero el filme cambia por el tema del control de armas y pone el dedo en la llaga: en la responsabilidad de los fabricantes a la violencia social.
Esta película nos da la oportunidad de ver, por primera vez, a dos maestros de la actuación juntos, como lo son Gene Hackman y Dustin Hoffman. Igual sobresale la actriz Rachel Weisz, aunque no tanto el insípido actor John Cusack. Con ellos tenemos una cinta preñada de tensión, valiosa en su propuesta, aunque sea bastante idealista y discutible en la resolución del conflicto. Emocionalmente envolvente, es un filme para recomendar.
Cómo, dónde, cuándo...
Tribunal en fuga se exhibe en Internacional, Liberia, Cariari, San Pedro, San Carlos, Cinépolis, Cinemark (Este y Escazú).
Entrada: De ¢1.200 a ¢1.500, según la sala. Precio especial en funciones vespertinas y para pensionados.
Horario: Funciones regulares.
Inicio: Mañana, viernes.