Cuando la gripe ataca, las abuelas no dudan en recomendar una limonada caliente, de esas que hacen sudar toda la noche. Y no están equivocadas: una bebida de este tipo es rica en vitamina C y, por lo tanto, resulta ideal para fortalecer las defensas y luchar contra algunas infecciones.
Mas, créalo o no, preparar una buena limonada exige algunos cuidados para no "matar" el efecto protector de la vitamina C.
De acuerdo con el especialista José Mataix Verdú, autor del libro Nutrición y Alimentación Humana , esta vitamina puede verse afectada por la luz, la oxidación y el calor.
Por eso, a la hora de preparar la limonada, lo mejor es agregar el limón -o los sobres farmacéuticos afines- hasta que el agua haya hervido.
De lo contrario, la vitamina C perderá su eficacia.
Lo que realmente hace la vitamina C, en términos científicos, es ayudar al organismo en un proceso llamado quimiotaxis (mensaje químico para atraer glóbulos blancos).
Este, a la vez, hace que los leucocitos (células blancas del sistema inmune) ataquen a los microbios que invaden el cuerpo.
La vitamina C también provoca la fagocitosis, que es la acción mediante la cual estos mismos leucocitos se comen a los microorganismos.