La posibilidad de que los jóvenes tengan acceso a métodos anticonceptivos es todavía tema de controversia en Costa Rica, pese a que se calcula que un 25 por ciento de los muchachos lleva una vida sexual activa.
Este es un asunto polémico. La Iglesia Católica considera que abrir el acceso al preservativo, las pastillas u otros, a la población mayor de 16 años, es inducirlos a prácticas sexuales precoces.
Pero médicos, sicólogos y teólogos lamentan que los jóvenes tengan relaciones sexuales sin información y sin instrumentos.
El director de la clínica del adolescente del Hospital Nacional de Niños, Alberto Morales y el teólogo y psicólogo de la Asociación Demográfica Costarricense (ADC), Simón Benjamín dijeron que esta situación está provocando un índice muy elevado de embarazos no deseados: el 45,3 por ciento.
Morales destacó que pese a los esfuerzos realizados por diversas instituciones para reducir el embarazo en adolescentes, la cifra no ha decaído y se ha mantenido en la última década entre el 18 y el 20 por ciento.
Los profesionales explicaron que de acuerdo con estudios realizados por la ADC, los adolescentes inician las relaciones sexuales a los 16 años. Sin embargo, debido a los mitos y tabúes que predominan la sociedad costarricense, se les brinda muy poca información sobre cómo llevar una sexualidad responsable.
Los especialistas citados y Jorge Mora del Ministerio de Educación Pública (MEP) reconocieron que el hogar y los centros educativos no le hablan sin tapujos a los muchachos sobre este tema.
Los médicos de la Caja Costarricense de Seguro Social cuentan con el apoyo de la gerencia médica para brindar anticonceptivos a adolescentes en casos calificados, pero muchos profesionales no lo hacen por temor a demandas legales.
Morales advirtió que el acceso de los jóvenes mayores de 16 años no se incorporó al Código de Infancia y Juventud por temor al rechazo social que podría producir un apartado en tal sentido.
Patricia Porras del programa "Reciclando Esperanzas" -que maneja a madres adolescentes- expresó que es difícil para un padre de familia avalar el acceso de los métodos anticonceptivos a la población juvenil, pero, consideró que no pueden cegarse ante una realidad: ellos tienen una vida sexual activa. ¿Qué hacemos, entonces? Se preguntó.