Pocos han escapado de la pluma crítica del caricaturista costarricense, Arcadio Esquivel. Muchos de sus momentos, como estos que recuerda, han quedado plasmados en lápiz y papel:
Trazo infantil: "En la escuela de Colima (Tibás) había un gran matón. Estaba prácticamente quedado en una clase de dibujo, por eso me propuso que le hiciera las tareas para pasar, a cambio de su protección. Yo acepté y él se pegó a mí como un guardaespaldas".
El más problemático: "Una vez que dibujé a Manzanita (monseñor Román Arrieta) con la cara roja, roja, roja, en alusión a su apodo. Ellos lo consideraron un gran irrespeto".
El mejor trazo: "Una caricatura del insólito aterrizaje de Matías Roost cuando burló toda la seguridad rusa y llegó con una avioneta bimotor a la Plaza Roja de Moscú".
Más conocido por sus publicaciones en el periódico La Nación y, desde hace varios años, en diarios y revistas de diferentes países; el caricaturista de 42 años anotó con su talento tres nuevos logros.
En sus ediciones de fin de año, las revistas Newsweek en español (estadounidense) y Courier International (francesa) incluyeron caricaturas de Arcadio, como parte de una selección de los mejores dibujos publicados a lo largo del año pasado en sus páginas.
La otra sorpresa que recibió el artista es que una de sus caricaturas también forma parte de la colección permanente del Museo Mundial de la Caricatura Educativa de la Universidad de Anadolu, en Turquía.
Este es el cuarto museo donde Arcadio inyecta su tinta. Sus dibujos ya están también en los museos de caricaturas de Bonn, Alemania; Arequipa, Perú y Boca Ratón, en Florida (Estados Unidos).
"Esto es muy importante porque mi trabajo está presente en otras partes del mundo", dijo satisfecho.
Oriundo de Alajuela, este caricaturista de tez blanca y ojos claros recuerda cómo cuando tenía unos 17 años contactó con el diario La Verdad , del partido comunista.
"Quería publicar mi trabajo. En ese entonces, la primera caricatura que hice fue sobre el conflicto en Vietnam".
Los temas políticos y económicos son, precisamente, los que alimentan cada uno de sus trazos.
No se extrañe si encuentra a este hombre en cualquier rincón cercano a la Universidad de Costa Rica, donde imparte lecciones, en una de sus principales tareas: leer.
"Invierto de dos a tres horas diarias en esta actividad. Sin información, no existe caricatura", sentenció Arcadio, quien cada día deposita en el papel sus inspiraciones.