Al heavy metal siempre le han sobrado los calificativos. Sin embargo, el jueves el más pesado de los hijos del rock solo se identificó con un adjetivo: hermoso.
El bochornoso Aca Bar se llenó de recuerdos de glam y thrash ; de músicos veteranos emocionados como debutantes, y de una legión de metaleros que sabe que la camiseta negra se lleva por dentro.
Por espacio de tres horas, un ensamble de roqueros criollos fue grande al repasar 28 temas representativos de la historia metal.
¡Vaya llenazo!
Los organizadores confiaban en que la gente iba a llegar pero nunca en tal cantidad. Cuando arrancaron a las 9:05 p. m. el local estaba lleno y aún quedaba gente haciendo fila en la acera.
El grupo contó con un Mássimo Hernández incansable en la batería; Lux Sandino y Tavo Quirós dándole con todo al bajo, y Marco Salas y Ricardo Chamber formando un equipo de lujo en las guitarras. Los que fueron saben que escucharlos era como tener a Randy Rhoads, Mike Bordin, Cliff Burton, Adrian Smith y Frank Bello en la misma tarima.
Por algo el acertado Henry D' Arias definió al rejuntado como La Sonora Metalera .
Buen comienzo
Las primeras dos canciones no podían ser de otro grupo que Metallica, y el micrófono le tocó a Alberto Montero, de December's Cold Winter, y a Balerom, de Evolución. Alberto dejó a todos boquiabiertos con The Four Horsemen y Balerom mostró una cara poco conocida en Creeping Death .
Los cantantes siguieron desfilando: Montero volvió para recordar a Megadeth con Peace Sells y Frank Lockwood (Stalag) fue un maestro en Symphony of Destruction . Choreco Cruz hizo una perfecta personificación de Ozzy Osbourne en Bark at the Moon y Crazy Train y Wash –baterista de Evolución– recordó sus buenos tiempos de vocalista al echarse Round & Round , de Ratt.
Luis Montalbert dejó de ser el cantante de Gandhi para convertirse en Vince Neil (Mötley Crüe) y Sebastian Bach (Skid Row). Oír Live Wire , Shout at the Devil y Wasted Time fue toda una regresión para los mayores de 25 años.
Pablo Bogarín, de Slavon, cerró el primer segmento con Revelations y Rime of the Ancient Mariner , de los incombustibles Iron Maiden. ¡Vaya voz la de Bogarín!
Infernal
El único lunar fue culpa del lugar, pues Aca Bar debería llamarse “El Hornazo”. El calor adentro es insoportable y, para colmo, los que salían a airearse se topaban con que tenían que reingresar por la puerta trasera y atravesar el molote interno para volver a sus lugares. “¡Yo no estoy aquí para decirle nada a nadie!”, dijo muy “educado” un cuida-puertas cuando se le preguntó por tan incongruente medida. Ni modo.
El chivo siguió con Stella Peralta y su ovacionada interpretación de tres clásicos de AC/DC. Wash volvió para meterse en los zapatos del Glen Danzig en Mother ; Kurt Dyer se rajó con Anthrax y Faith No More; César Manso (Osho) recordó a Disturbed, y Manfred Solano (Elemento) demostró ser un fiel discípulo de Maynard James Keenan en Stinkfist , de Tool.
Jacobo Chaverri (Neo) fue una de las notas más altas de la jornada con Aerials y Chop Suey , de System Of A Down. ¡Qué bárbaro!
William Magee, de Insano, cerró el bloque pero antes cargó de adrenalina con rabiosas versiones de The Beautiful People , de Marilyn Manson, y Roots Bloody Roots , de Sepultura.
La gente seguía sedienta y la banda le regaló un cierre inesperado: Esteban Rojas, de Deznuke, provocó un agitado mosh con Walk , pieza insignia de Pantera, y terminó “buceando” en el mar de brazos y cabezas.
Bogarín volvió para repetir a Bruce Dickinson en Flight of Icarus (insistimos, ¡qué palo de cantante¡) y Balerom tuvo el gran cierre con Master of Puppets . Ahora solo queda esperar que ese apoyo se vea cuando los mismos músicos interpreten su rock original.