En la visión convencional de los negocios existe una máxima discutible: "crecer o perecer". Por la acostumbrada atención transaccional, incremental y ciertamente lineal de las empresas, pareciera cierta y suficiente, pues suponemos que es hacia arriba o hacia abajo.
Desde esa perspectiva, se frustra la junta directiva que recibe un presupuesto incremental de un 5%, mientras que muerde muelas la administración que es presionada a un crecimiento del 20%. Crecer o perecer implica elegir la primera y por tanto enfoca la organización en más ventas, nuevos canales y consumidores en un trazo lineal.
Sin embargo, los tiempos de cambio a velocidad vertiginosa imponen otra visión más adaptada a nuestra realidad: "innovar o morir". Los ejemplos son muchos y emociona descubir casos que comprueban la masiva transformación que vivimos. Gracias a la creatividad y talento de la gente, así como por la tecnología que nos acelera en todas direcciones, nos lo recuerdan los siguientes cinco casos.
Instagram fue vendida a Facebook en $1,000 millones de dólares con solo 13 empleados, precisamente en el año en el que Kodak se declaraba en quiebra. Airbnb se valora hoy por encima de la gran corporación hotelera Hyatt, aún y cuando la primera no es propietaria de un solo cuarto. En Costa Rica, cuando a Hernán Jiménez le hizo falta dinero en el 2011 para terminar la producción de su película "El Regreso", usó Kickstarter y recolectó más de $60,000.
Cuando todo parece inventado, surge un Trunk Club en los Estados Unidos que envía la ropa gratis a las casas, ahí se elige la que gusta y sin costo se devuelve la que no. Para el mundo en la maravillosa dimensión del arte, Saatchi Art abre espacios y hoy se compra arte desde una aplicación reciente con acceso a su exquisita curación.
No existe un rincón de la vida que se vaya a escapar a la innovación, por lo que seguirán apareciendo ganadores y perdedores. Claramente, ni usted ni yo estamos eximidos. Así, en el marco de efectividad y resultados, de proteger el oxígeno que nos permite existir en cualquier instancia, una buena regla podría ser de un 75% efectividad y un 25% innovación.
Hoy es clave reconocer que cualquier comprensión lograda en un momento, con la velocidad de la luz se convertirá en obsoleta. El rápido y disruptivo cambio en el que vivimos atenta particularmente en contra de las organizaciones con mentalidad fija en modelos tradicionales, o bien aquellas que se guían por sus preconcepciones.
Cualquier organización, sea un consultorio o un abastecedor, un bufete, una gran empresa de prestigio o un gigante escondido en una zona franca, está obligada a comprender que nos movemos en un mundo de cambio exponencial.
Innovación o extinción es reconocer que, sea en el kinder o la universidad, en un ministerio o una compañía, para un grupo, un movimiento o una persona en su trabajo, lo que nos trajo aquí no nos va a llevar allá.
La llave maestra es una, no es opcional y se deletrea i-n-n-o-v-a-c-i-ó-n.
Lectura recomendada: Adiós a los mitos de la innovación por Mario Morales.
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Publicación en Huffington Post: Percepción es realidad. ¿En serio?
Exploración oportuna: Singularity University
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