No me esperaba el 0 a 0 ante Brasil, la marca impecable sobre Vinicius, ni los cuatro puntos en un grupo con la Verdeamarela, Colombia y Paraguay como rivales. No me esperaba que Jeyland Mitchell viajara del torneo continental al Feyenoord de Países Bajos. No me esperaba pasar la Copa sin añorar a Keylor Navas.
Me equivoqué. Así de simple. Pensaba que el mejor jugador costarricense de todos los tiempos, ganador de tres Orejonas, excompañero de Cristiano Ronaldo y Lionel Messi, campeón en España y Francia, digno guardián en Inglaterra, último héroe de Brasil 2014 en la Sele (además de Joel Campbell), Ángel de la Guarda de los diez jugadores de campo, líder por naturaleza y currículo, póster de más de un joven seleccionado, obstáculo mental de los adversarios, el Cid Campeador de Costa Rica...
¿Recuerdan la historia del Mio Cid? Aun fallecido, lo montaron sobre su caballo y lo llevaron al campo de batalla. Sus adversarios, al creerlo sano y en pie de lucha, se dieron de inmediato por derrotados. Algo así pasaría con Keylor Navas. Tal es el respeto y la leyenda de sus paradas que hasta una imagen de cera del Halcón (al estilo Madame Tussauds) sería capaz de presionar al rematador rival.
Y a todo esto, pensaba que Navas podía retirarse con gloria, recibiendo y parando metralla en la Copa América o, por qué no, un poco más allá del torneo, gestando la transición para los nuevos cancerberos... Me encanta esa palabra, cancerbero, desde que descubrí su origen mitológico (el can Cerbero, el perro de tres cabezas que cuida la puerta de los infiernos)...
Aún podía, según yo, aunque no estuvieran ya sus cómplices Borges, Ruiz ni Bolaños. Aunque ya tuviese poco que ganar. Aunque no siempre mereciéramos la presencia de quien recibió alguno que otro juicio de duda sobre su disposición a jugar torneos menores con la Selección.
Me equivoqué. Su decisión de no jugar la Copa, desprovisto de egoísmos, sin pretender volverse eterno como Cristiano o Messi, le dio a Patrick Sequeira la oportunidad de crecer de golpe (lo que habría demorado meses o años), de enfrentarse a la gloria y la crítica ante los ojos del Mundo, de hacernos sentir que la vida sigue.
Pronto tiene que venir un nuevo club para el muchacho, una mejor vitrina que la tercera división española. Su representante podrá decir que es el arquero que frenó a Brasil, el titular de Costa Rica. Tienen que venir inevitablemente grandes retos, más errores para madurar y paradones para soñar.
Ojalá esta vez no esté equivocado.