Desde que la conocí me cautivó... La obra “Cabeza de Medusa” del pintor italiano Michelangelo Merisi da Caravaggio contiene múltiples detalles perturbadores.
Llena de una irrefrenable vitalidad, la boca tenebrosa y aulladora, rebosantes de esfuerzo son sus músculos helados en un grito mudo, los ojos alucinados y cejas enmarañadas como su cabeza llena de caóticas serpientes que se mueven enloquecidas y por el cuello destellos de sangre que chorrea. Los labios túrgidos, en sus dientes fulgura un reflejo que es el de la saliva, sus ojos húmedos con una mirada fija en el vacío y al mismo tiempo viva. La personificación de la perversión intelectual.

Solo un artista como Michelangelo Merisi podía darle tanta vitalidad a detalles como estos. Aquí no hay un antes y un después, no existe una representación de la historia de Medusa, aquí la historia se cumple en la intervención misma de el observador que encuentra en la ilusión estilística una condensación de lo que fue Medusa. Al verla es difícil quitarle la mirada, monstruo repugnante o adorable divinidad, bruja o hada, puede presentarse con cualquier envoltura, al mismo tiempo atrae nuestra mirada y la paraliza, encanta y nos repulsa.
Es el horror, lo más fascinante, la otra cara de lo bello.
- Autor: Caravaggio, 1597
- Técnica: Óleo sobre lienzo
- Estilo: Barroco
- Tamaño: 60 cm × 55 cm
- Localización: Galería Uffizi, Florencia, Italia
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