Mientras deberían estar estudiando y jugando, 160 millones de niñas y niños alrededor del mundo realizan actividades de trabajo que ponen en peligro su salud física y mental. Así lo señala un reciente informe titulado ‘Trabajo infantil: Estimaciones mundiales 2020, tendencias y el camino a seguir’, presentado la semana pasada por la Organización Internacional del Trabajo (OIT) y el Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (Unicef).
El informe advierte que, a nivel mundial, 9 millones de niños más corren el riesgo de sufrir este flagelo para fines de 2022 como resultado de la pandemia por Covid-19.
En el contexto de la pandemia, factores como la pérdida de empleos, cierre de escuelas, crisis económica y ajustes presupuestarios en materia social, empujan a ciertas familias a tomar decisiones drásticas que van en contra de la salud física y mental de las personas menores de edad, con efectos devastadores para su presente y futuro.
“Los progresos mundiales en la lucha contra el trabajo infantil se han estancado desde el año 2016. El porcentaje de niños en situación de trabajo infantil no ha cambiado en estos últimos cuatro años, mientras que el número absoluto de niños en situación de trabajo infantil ha aumentado en más de 8 millones”, señala el informe.
Los datos son alarmantes y reflejan cómo este flagelo compromete la educación de las personas menores de edad, restringe sus derechos, limita sus oportunidades y les conduce a cadenas de pobreza.
¿Dónde ocurre?
El 72% de los niños en situación de trabajo infantil y el 83% del trabajo infantil entre los niños de 5 a 11 años de edad tiene lugar en las familias, fundamentalmente en las explotaciones familiares o en las microempresas familiares.
Siete de cada 10 casos de trabajo infantil (112 millones de niños) se dan en el sector agrícola, seguido del 20% (31,4 millones de niños) en el sector de servicios y el 10% (16,5 millones de niños) en el sector industrial.
A la fecha, son más los niños que niñas en situación de trabajo infantil, en todos los grupos de edad. “En números absolutos, los niños que trabajan superan a las niñas en 34 millones. Cuando la definición de trabajo infantil se expande para incluir las tareas domésticas realizadas por 21 horas o más por semana, la brecha de género en la prevalencia entre los niños y las niñas de 5 a 14 años de edad se reduce casi la mitad”, advierte el informe.
En las zonas rurales es más frecuente esta situación: el informe señala que la prevalencia del trabajo infantil en las zonas rurales es casi tres veces superior a la de las zonas urbanas.
En el marco del Día Mundial contra el trabajo infantil (12 de junio), autoridades del Gobierno de Costa Rica y del sector sindical revisaron un diagnóstico sobre el estado del trabajo infantil en la provincia de Limón, colocando a los distritos de Valle de la Estrella, Río Blanco, Limón y Matama, como zonas de alta vulnerabilidad al trabajo infantil.
Denunciar y combatir en colectivo este flagelo debe ser una de las prioridades a seguir, con el propósito de garantizar una crianza positiva y seguridad para las personas menores de edad. Niños y niñas merecen habitar en condiciones de resguardo de sus derechos, donde puedan estudiar, jugar y crecer libremente.
Frenar el trabajo infantil debe ser una acción comunitaria de alta prioridad, donde tanto instituciones públicas, privadas y de la sociedad civil trabajen de forma articulada para buscar soluciones y alternativas que resguarden la protección de los derechos de la niñez y la oportunidad de crecer en ambientes sanos y seguros.
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