La escuela es un ente vivo y como tal, debe ser capaz de adaptarse a los contextos y los desafíos que le rodean. Por lo tanto, la malla curricular del Ministerio de Educación Pública (MEP) tiene la responsabilidad de dotar de herramientas básicas a niñas y niños, para que sean capaces de detectar contenidos falsos, troles y otras amenazas que circulan en Internet y que ponen en riesgo su integridad física y psicológica.
Según datos de la Internet Watch Foundation, “uno de cada tres usuarios de Internet es menor de 18 años. Alrededor del 80% de los niños dicen sentirse en peligro de abuso o explotación sexual en Internet y uno de cada tres niños está expuesto a contenidos sexuales en línea”. De hecho, la misma fundación detectó un aumento del 64% de páginas con contenido de abuso sexual infantil, desde el año 2020.
Si a ese altísimo riesgo, le sumamos la ola de mensajes que generan figuras bajo el anonimato con contenidos provocativos, ofensivos o fuera de lugar con el fin de molestar o boicotear a alguien, estamos también frente a una amenaza de salud pública, que la educación no puede evadir y que se debe prevenir desde la infancia.
El Foro Económico Mundial describe que “más de 5.000 millones de personas utilizan Internet, y el usuario típico pasa más del 40% de su vida en línea y más de dos horas al día en las redes sociales”. De ahí la importancia de que gobiernos, empresas privadas, organizaciones no gubernamentales y otros actores de la sociedad civil tracen acciones conjuntas para ofrecer experiencias en línea seguras y hacerle frente a los contenidos conductas nocivos en la web.
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Enfoque de derechos humanos
El abordaje sobre el uso Internet en las aulas debe motivar a los estudiantes a comprender que Internet no es un espacio etéreo, sino que existe una huella digital, en donde toda acción tiene consecuencias. En otras palabras, favorecer un aprendizaje de los entornos virtuales vinculado al ejercicio de los derechos humanos.
Ejemplo de ello, el trabajo que desarrolla el Foro Económico Mundial mediante la Coalición Mundial para la Seguridad Digital, que reúne a un grupo diverso de líderes para acelerar la cooperación público-privada t hacer frente a los contenidos y conductas nocivos en línea.
Los miembros de la coalición han desarrollado los Principios Globales sobre Seguridad Digital, que definen cuál es el camino para garantizar un enfoque de derechos humanos en el mundo digital.
En síntesis, los principios se resumen de la siguiente manera:
** Construir un entorno en línea seguro, de confianza e inclusivo debe ser una acción colectiva que involucra a gobiernos, empresas, ONGs y otros actores de la sociedad civil. La política y la toma de decisiones deben basarse en pruebas, conocimientos y perspectivas diversas. La transparencia es importante y debe fomentarse la innovación.
** Los gobiernos solidarios deben distinguir entre contenidos ilegales y contenidos que son legales, pero pueden ser perjudiciales y diferenciar cualquier medida reguladora en consecuencia, garantizar que la ley y la política respetan y protegen todos los derechos de los usuarios. Deben generarse canales de apoyo a las víctimas y supervivientes de abusos o daños.
** Los proveedores de servicios en línea solidarios deben comprometerse a respetar las responsabilidades en materia de derechos humanos y elaborar políticas que garanticen que lo hacen-
** Los principios también reconocen que los grupos de la sociedad civil y las organizaciones no gubernamentales desempeñan un papel fundamental en el avance de la seguridad digital y la promoción de los derechos humanos, ya que aportan información valiosa sobre el impacto de la seguridad en línea -y la libertad en línea- en las comunidades y las personas.
** Aumentar el acceso y la conectividad a Internet desencadena un impacto positivo en las comunidades, pero para sacar provecho de ese potencial, Internet tiene que ser un espacio seguro para todas las personas.
Más formación docente
Lo cierto, es que para que en las aulas se promueva Internet como espacio seguro y se converse sobre estos temas, es preciso más formación docente en estas áreas.
El acceso a Internet no se traduce en competencias digitales robustas. Según el último Informe del Estado de la Educación (2021) el 78% de los docentes tiene habilidades muy básicas o nulas en materia de “ciudadanía digital”. Esto quiere decir que carecen de las habilidades necesarias para conversar con sus estudiantes sobre la relación entre el uso de tecnologías y la vida en la sociedad, así como del uso crítico de la información en espacios digitales.
En esa línea, lo más importante no es transmitir la información lineal sin ningún tipo de interacción, sino que los estudiantes desarrollen habilidades superiores del pensamiento crítico como la resolución de problemas, la comprensión lectora, la comunicación, la experimentación, la curiosidad, la creatividad, el trabajo colaborativo y comprender que lo que hacen en un espacio virtual también tiene consecuencias.
A la fecha, la importancia de la privacidad de los datos, la identidad digital e implicaciones legales sobre el uso de la información son materias ausentes en las aulas y muy necesarias en un contexto donde abunda la desinformación, las noticias falsas y el abuso de personas adultas hacia menores de edad en entornos virtuales.
Uno de los principales hallazgos de las últimas pruebas PISA es que, independientemente de si los estudiantes tienen acceso en mayor o menor medidas a aparatos tecnológicos, la totalidad de los estudiantes costarricenses obtuvo muy bajas puntuaciones en la dimensión de manejo crítico de información de Internet.
Las preguntas en esa área valoran hasta qué punto los estudiantes han aprendido a definir si pueden confiar o no en la información procedente de Internet, usar palabras claves en los buscadores, comparar información en páginas web de internet e identificar la más relevante para sus trabajos académicos, comprender las consecuencias de tener información disponible en redes sociales e identificar si es subjetiva o parcializada, y detectar correos electrónicos falsos o no deseados”, revela el informe de PISA.
Educar es uno de los verbos más sublimes; hacerlo bien, representa una responsabilidad con mejorar las condiciones del país.