El miedo a la burla y al rechazo seca las raíces y extingue los idiomas indígenas en Costa Rica y América Latina. A ello, se suman factores como la pobreza, la exclusión social, la necesidad de migrar en busca de mejores oportunidades y el olvido político, con promesas que se extinguen también cada cuatro años.
El racismo se disfraza con etiquetas como “cholo” e “indio” y provoca que los más jóvenes opten por rechazar sus raíces culturales, entre estas su idioma. En América Latina y el Caribe, uno de cada 5 pueblos indígenas ya ha perdido su idioma nativo. En Costa Rica, el huetar es el idioma indígena que corre mayor riesgo de extinción.
Cuando un idioma nativo se pierde, se merma la identidad de ese territorio, su historia colectiva, sus conocimientos ambientales, sociales y culturales. German Freire, especialista en desarrollo social del Banco Mundial y autor del informe Latinoamérica Indígena del siglo XXI, afirma que cuando un idioma nativo se pierde, con él se pierden los beneficios de seguir transmitiendo todo un legado de conocimiento.
Por un lado, se secan sus raíces más profundas y, a cambio, la oferta es un sistema educativo que es insuficiente, lleno de carencias y que no les está preparando a los jóvenes indígenas para competir en el futuro.
Según datos del Banco Mundial, solo uno de cada tres niños indígenas habla la lengua de sus padres al terminar la escuela. La razón de esto es que los sistemas escolares de la región han sido poco sensibles a sus necesidades culturales y lingüísticas. Hace más de medio siglo se viene experimentando con modelos de educación intercultural y bilingüe, pero su implementación sigue siendo limitada.
Brechas. En Costa Rica, hay un largo camino de tareas pendientes para garantizar equidad y calidad en la educación que reciben las comunidades indígenas. Sus carencias se invisibilizan en la cotidianidad y los idiomas nativos aparecen de forma remota, sin que haya una concientización a la población en general sobre el valor que cada uno de ellos guarda. Se prefiere obviar el origen de lo indígena.
En un informe conjunto entre el Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) y la Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales (FLACSO) se anota que el 70% de los hogares en territorios indígenas tiene al menos una necesidad básica insatisfecha, en comparación a un 26,4% a nivel nacional. A esto, se suma una lista de pendientes en educación que las comunidades indígenas reclaman a cada gobierno de turno sin que las acciones, a la fecha, sean contundentes.
El documento Estadísticas del Subsistema de Educación Indígena en Costa Rica, elaborado por el Ministerio de Educación Pública (2018), señala que “mientras que en el país, en promedio, la promoción en pruebas de bachillerato ronda el 70% (incluyendo colegios públicos, privados, subvencionados y otras ofertas del sector público), en el caso de los colegios ubicados en territorios indígenas, la promoción ha sido inferior al 50% todos los años (2010-2016)”.
El último Informe del Estado de la Educación 2019 afirma que pese a que hoy más estudiantes indígenas tienen acceso a las universidades, es preciso “superar las barreras que obstaculizan el ingreso de estudiantes indígenas a la educación superior y que impiden mejores promociones en bachillerato. Para ello, e necesario diseñar estrategias que conjuguen otras variables, como acceso a la salud, empleo y conectividad, entre otras”, señala el informe.
Para esta población, vacíos curriculares, mala infraestructura educativa y de caminos, falta de comedores escolares, el bullying debido al racismo, deficiente calidad de sus docentes y ausencia de una educación intercultural real en Costa Rica son algunas de las trabas para conseguir mejores oportunidades y competir en igualdad de condiciones con el resto de estudiantes del país.
La educación es herramienta de progreso social y cuando las herramientas no son las mismas para todos la brecha crece, se profundiza, siembra rechazo, discriminación y violencia. No se puede hablar de respeto por la diversidad cuando hay hogares que no tienen qué comer, cuando las condiciones para estudiar no son las más adecuadas, cuando no hay pupitres en las aulas y cuando el discurso invisibiliza las necesidades de las minorías.
Cuando un idioma nativo se pierde, se secan con él nuestras raíces.
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