La honestidad es un valor que debería ser inherente a todo liderazgo. Sin embargo, los hechos más recientes en el panorama mundial nos han recordado una vez más que no todo líder lo es, y por tanto; no siempre existe una influencia positiva sobre la gente.
Un verdadero líder es alguien capaz de generar un ambiente de confianza, en el que las personas se sientan cómodas emitiendo su opinión, aportando ideas y soluciones, que hable sin medias tintas a la hora de referirse acerca de los objetivos a seguir como equipo, que escuche y se muestre receptor de otras visiones enriquecedoras.
También es necesario que se muestre empático, y que, a la hora de las críticas constructivas, sepa apreciar y aplicar los ajustes necesarios. Una persona que sea autocrítica, que confíe también en la gente que le rodea, porque sabe que todos son necesarios para alcanzar las metas, y que por eso mismo; a menudo les recuerda lo valioso que es tenerles allí.
¿Pero cómo se logra esto? Mostrándonos abiertos desde un principio, conversando de frente con las personas, y siendo auténticos. De esta manera, las personas se sentirán cómodas y receptivas en nuestra presencia.
Las palabras, la visión y las acciones de un líder pueden marcar la vida de muchas personas porque tiene un enorme poder de influencia, que si es usado de manera acertada, puede motivar y elevar el autoestima de los demás, ya que por inercia; las personas copiarán tal actitud.
La honestidad es la forma más clara de modelar la lealtad de un equipo de trabajo, porque constituye un precedente. Es, en realidad, un efecto boomerang: un líder que confía obtendrá confianza de retorno.
Esto último constituye un pilar importante, puesto que es la piedra angular para hacer del liderazgo una verdadera experiencia liberadora. Si confías en el trabajo de quienes están contigo codo a codo, entonces entenderás que no puedes hacer todo, que debes delegar. Con ello, te estarás quitando un peso de encima.
Aprendamos a construir liderazgos transparentes que permitan a las personas confiar en sí mismos, en sus talentos. Hagamos que la práctica de la comunicación asertiva y el feedback sea tarea diaria y no algo ocasional.
Seamos claros en nuestras expectativas, y pongamos todas las herramientas necesarias a disposición de cada uno, porque la confianza y la honestidad son las claves del liderazgo en acción.
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