Todos tenemos emociones. Si no las manejamos bien, nos estresan y hacen bajar nuestras defensas, además de afectar la salud física y psicológica. Las enfermedades desencadenadas por asuntos emocionales no resueltos, son las llamadas “psicosomáticas”. No nos las inventamos, pero emoción que no se expresa se queda frisada en el cuerpo, se convierte luego en una enfermedad física. Por ejemplo cáncer, jaquecas, dolores de espalda, del cuello, colitis, problemas estomacales, infartos, etcétera.
Siempre es bueno cambiar la palabra “problema” por “situación”. Cuando las otras cosas no cambian, debo cambiar yo. Esto es muy importante en tiempos de pandemia. Hay que comenzar a reinventarse. Las oportunidades nacen de las crisis. En lugar de preocuparnos, busquemos posibles soluciones, y las consecuencias de dichas soluciones. Hay que empezar por las que tengan menos “contras”.
Los dolores de espalda son sobrecarga, el dolor en los hombros nos dice que estamos sobrecargados. Debemos aprender a soltar —y a quiénes soltar—; debemos delegar y ver en quién delegamos, y así empezar a organizarnos. El cuerpo nos dice que debemos hacer cambios en esas situaciones, sea en el trabajo, la pareja, la familia... ¿Los hemos hecho?
La emoción de tristeza se manifiesta en el cuerpo con dolor de pecho, taquicardia, ataques al corazón, presión alta... La tristeza busca que uno reconecte con uno mismo. Al reconectar y analizar lo que nos pasa, hay que hacer frente a las situaciones, y actuar para resolverlas. Recuerda reconectar contigo mismo, después actuar en consecuencia y hacer algo por cuidarte y sanarte a ti.
¿Qué me hace falta? ¿Qué debo hacer en lo espiritual, lo familiar, lo físico o en lo nutricional? ¿Qué necesito hoy en día, emocionalmente, físicamente? ¿Qué puedo hacer para atender a mi emociones, enfrentas mis necesidades, hacerme responsable de mí mismo, de forma amorosa y sana?
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La tristeza te recoge, te aísla. No evadas el dolor, porque hay que atravesarlo. Y acompañado, es mucho mejor. Un terapeuta sería lo ideal.
El día en que no haces nada por ti, te sientes de mal humor, irritable. Debemos tener actividades de sano esparcimiento, descanso o relajación, energía y motivación. Echarnos gasolina: ir a charlas, ver películas...
El enojo, la ira y la frustración son emociones que debemos expresar sin maltratar al otro. El enojo quiere decir: “Ponte límites y ponle límites a los demás”.
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Hemos permitido cosas que no son buenas para nosotros. El enojo viene para impedir situaciones abusivas. No debemos tragarnos esa emoción, pero sí manejarla con asertividad, sin explotar. Cuando estás muy molesto, debes tomar un espacio para “bajarte”. El enojo busca identificar qué nos provoca eso, expresar lo que se siente sin herir al otro.
El pasivo no se expresa por no dañar a las personas, pero al callárselo lo somatiza: se enferma o se deprime. Detrás del enojo hay mucho dolor acumulado. Aprender a manejar nuestras emociones es fundamental.