¿Sabías que el 80% de los divorcios en Estados Unidos se originan por conflictos sin resolver por manejos del dinero?
Cuando llegue a Miami, hace ya muchos años, me sorprendió leer, en uno de los periódicos más importantes de Florida, los resultados de un estudio: la mayoría de los matrimonios se llevaban a cabo no “por amor”, como dice la famosa canción dominicana, sino simple y sencillamente “por dinero”.
Al leerlo recordé cómo antes las mujeres, para casarse, debían tener un dinero que sus padres entregaban al marido. Creía que eso era algo del pasado y, además, superado… ¡Qué lejos estaba de la realidad!
¿Está bien que una persona elija pareja según el dinero? Realmente hoy se sabe que esto no es sano, ni funciona.
1. El matrimonio es de por sí bien difícil. Como decía mi adorado profesor Dr. Pedro Savage, “el matrimonio es un espacio de conflictos para crecer… Si crecemos, tendremos momentos de felicidad”. Y no me canso de repetir algo que aprendí con el fabuloso profesor y amigo, el Dr. Vicente Vargas: “para que el amor funcione, amarse no es suficiente”.
Teniendo esto en mente, incluso estando profundamente enamorados, la convivencia en pareja es difícil. ¿Cómo sería sin amor y solo por interés? Ya lo dice el famoso refrán: “Esto está mas difícil que un matrimonio obligado”.
2. Un matrimonio por interés económico, no es un matrimonio; aunque hayan firmado miles de contratos y después vayan a la iglesia y juren ante un cura que estarán juntos hasta que la muerte los separe. Un verdadero matrimonio se basa en la confianza, la justicia relacional, la reciprocidad y la intimidad, entre otras cosas. Nada de esto tiene que ver con el dinero.
3. Antiguamente, del dinero se ocupaban los hombres. En la actualidad, atañe a la pareja. Cuando no existe transparencia sobre el manejo del dinero, las cosas no funcionan y arrancan los conflictos. Si no se resuelven, terminan en el divorcio o en un matrimonio que no existe realmente. Solo se soportan. Y ahí surge la iglesia. Puedes ser la catedral, pero la pareja empieza a tener capillas e iglesias. O sea, surge la amante, el amante, la otra o el otro. Es muy común en este tiempo, tristemente.
4. También aparece la “infidelidad financiera”. O lo que es lo mismo, engañar a tu pareja sobre las finanzas. Toda pareja debe tener un presupuesto que ambos respeten. Que cada uno aporte en la medida en que gana. Sacar los gastos comunes y una cantidad propia para gastar en libertad. No olvidemos ahorrar, pues ese dinero es de la familia. La pareja debe hablar claro sobre estos temas, llegar a ciertos acuerdos, y respetarlos. La mentira no cabe en un verdadero matrimonio.