Mi papá se llama Jorge Rojas, tiene 65 años y gracias a una prueba de esfuerzo que le realizaron estoy escribiendo esto. No es una historia triste, ni muchos menos. Es más un recordatorio.
Mi papá siempre ha sido y es (al menos hasta hace muy pocos días) una persona muy activa. Jugó fútbol (bueno, mejengueó) muchos años y corrió otro montón más. De hecho hizo dos veces la maratón Maxi Malta (¿alguien se acuerda de esta carrera? Yo la conozco por él).
En años recientes tuvo un reemplazo de rodilla, así que su afición estaba limitada a caminar (y caminaba un montón). Hace unos días empezó a sentir molestias cuando hacía esfuerzo (esfuerzo como caminar 300 metros, por ejemplo) y eso no es normal. Así que fue a la clínica, le hicieron un electrocardiograma y todo salió bien (porque no es lo mismo realizar un examen en reposo o uno mientras se realiza actividad física).
Este lunes 29 de octubre le hicieron una prueba de esfuerzo (un examen de resistencia física) y dio positiva. Y cuando eso pasa se necesita un procedimiento para valorar la razón. Así supimos que sus arterias coronarias no estaban bien. El miércoles le colocaron dos stents coronarios para desobstruir las arterias que ya no estaban llevando la sangre al corazón correctamente y hoy está en mi casa.
¿Y qué con esto?
La recomendación médica es que, siempre, siempre, siempre, antes de iniciar cualquier actividad física –como correr– debemos pasar por un chequeo que nos dé tranquilidad y seguridad de que no estamos siendo imprudentes con nuestro cuerpo, nuestro corazón.
¿Hace cuánto no se hace una prueba de esfuerzo? O bueno, ¿alguna vez se ha hecho una prueba de esfuerzo?
En el caso de mi papá, hubo un síntoma que él no dejó pasar por alto y que le permitió el diagnóstico temprano de su enfermedad coronaria. Esos síntomas pueden ser dolor torácico, fatiga anormal o desmayo.
“La cardiopatía isquémica es un espectro de manifestaciones, desde la más sencilla como el dolor torácico, lo que la gente llama como preinfarto, aunque desde el punto médico ese término no existe, hasta el infarto y la muerte súbita. Con una de esas tres manifestaciones una persona puede debutar su enfermedad coronaria, si podemos detectar la enfermedad antes de que llegue al infarto o la muerte súbita, le estamos salvando la vida”, me explicó el doctor Alejandro Sanabria, cardiólogo de la Unidad Coronaria del Hospital San Juan de Dios.
El médico agregó que, lamentablemente, para "el 50% de las personas su primer síntoma es la muerte súbita. No les da tiempo ni de llegar a la clínica".
El caso de mi papá quizá no sea el de los que corremos todas las semanas. Pero es un buen ejemplo de que, como siempre, la prevención puede evitar graves consecuencias.
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Estas son las recomendaciones del doctor Sanabria:
- Con una prueba de esfuerzo es posible ver parámetros clínicos que indiquen que el paciente está en riesgo de sufrir un infarto.
- La recomendación general es que toda persona que vaya a hacer deporte se haga un chequeo médico previo.
- Ese chequeo puede ser una historia clínica convencional, buscando factores de riesgo o antecedentes; un electrocardiograma, como mínimo, y un examen físico general.
- Para una persona que no tiene factores de riesgo y que al realizar la prueba sale negativa, la recomendación es repetirla cada dos años.
- Corredores de alto rendimiento deberían hacerse la prueba de esfuerzo una vez al año.
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¿Dónde puede realizarse una prueba de esfuerzo? Los principales centros médicos privados del país ofrecen el servicio. En la Clínica Católica cuesta ¢100.700 y en la Clínica Bíblica el valor es ¢115.500. También puede acercarse al ebáis o al hospital que le corresponda, para iniciar con este proceso.