La situación fiscal de Costa Rica dejó de ser un mal crónico; amenazante sí, pero a simple vista indoloro. El problema de las finanzas públicas es muy delicado y los quebrantos comienzan a hacerse cada vez más evidentes como muchos presagiaron que ocurriría desde tiempos remotos, a medida que los paliativos se fueran acabando. Una de las manifestaciones de lo que digo se observa en el mercado cambiario, donde el precio del dólar sube (ahora sí se puede decir, como la espuma), en el mayorista, y por consiguiente en las pizarras de las entidades financieras.
Escribo esto con los datos en caliente, pero con la preocupación de quien observa movimientos inusuales. Este miércoles la sesión del Monex cerró con un precio promedio de ¢620,64 y en las ventanillas de los bancos la cosa andaba entre ¢627 y ¢630; está bien si uno comienza a preguntarse, hasta dónde puede llegar el alza. Pero además de los niveles que están alcanzando los precios de la moneda extranjera, hay que hacer notar las variaciones diarias que se están registrando: solo hoy, más de ¢10 respecto al precio de ayer. La velocidad tanto o más que la tendencia, me inquieta. El Banco Central achaca a Hacienda y a la dolarización de ahorros, la fuerte presión al alza.
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En medio de semejante incertidumbre, algunos “remates” de primera intención, en modo de viñetas.
1) El mensaje resuena cada vez más claro. El Banco Central se cansó de usar sus reservas internacionales (dólares en su poder), para frenar en seco estos movimientos, y está dejando que ocurra la anunciada flexibilidad. Desde finales de marzo pasado a la fecha, el Central usó casi $1.550 millones para “suavizar” los aumentos en el tipo de cambio del dólar (interviniendo directamente en el Monex, o saciando la sed del sector público no bancario). Aunque ha seguido interviniendo en forma directa, los montos aplicados no parecen ser suficientes para evitar que se acelere la devaluación del colón. Consecuencia: el dólar se apreció ¢26 en octubre.
¡Hola devaluación! La preocupación del público, bancos y cámaras empresariales sobre el impacto de este ajuste tiene sentido. El gráfico anterior muestra cuatro panoramas diferentes de devaluación, vistos desde distintos plazos, y en todos ellos el asunto anda por el 10% con los datos disponibles a hoy. La respuesta que puede venir de ello en términos de crecimiento en la inflación importada y tasas de interés en colones merece toda la atención.
2) Impactos en el sistema financiero, por la mora en los créditos. Hace un tiempo mencionamos que el 97% de los créditos en dólares están en manos de personas y empresas que ganan en colones. La presión lejos de disminuir aumenta, sobre todo en el caso de personas muy endeudadas (casa, carro y tarjeta en dólares) por el efecto combinado que tiene esta devaluación en las cuotas de sus préstamos, sumado a los compromisos corrientes en dólares que puedan existir dentro de sus presupuestos (colegios, servicios y consumo en general).
3) Me duele la bolsa por la gasolina. Los precios de los combustibles que importamos nos saldrá más caros, no solo porque el cóctel que compra Costa Rica se paga en dólares, sino porque el petróleo está muy volátil, y aunque su cotización ha bajado en el último mes, en el mediano plazo la tendencia ha sido de crecimiento. Ya estoy esperando la solicitud de aumento de Recope, y detrás de ella toda la cadena de precios que se ajustan junto con los combustible, debido al peso que el hidrocarburo ejerce en toda la cadena de producción.
4) Las personas que tenían todo o parte de su ahorro en dólares, recibirán un premio importante por esta devaluación del colón si pasan sus divisas a moneda local. La pregunta es, ¿y qué ocurre con los ahorrantes en colones? Hay que calcular con exactitud cuánto ha sufrido el premio por invertir en moneda local, pero vistos los acontecimientos en el mercado cambiario, y de acuerdo a las expectativas de devaluación a futuro, es de esperar que el premio esté disminuido; el BCCR podría fortalecerlo para evitar que más ahorro se siga yendo a dólares, y una manera de restablecerlo es propiciar una subida la tasa de interés.
Algunas personas con las que he hablado esperan que el dólar tienda a bajar movido por la estacionalidad, pues entran divisas desde casas matrices para el pago de aguinaldos e impuestos, en algunas empresas. Yo no me hago ilusiones; en el momento en que haya una oportunidad así, un pico de oferta, el Banco Central aprovechará para restablecer parte de sus reservas monetarias; sí, quizas baje un poco, pero la orilla de los ¢570 se ve cada vez más lejana.