Se acerca el Día de la Madre y una de las preguntas comunes en las familias es qué vamos a comer para celebrar. Este año, tal parece que existe un complot interno para mantenerme alejado de la parrilla; en lugar de brazas incandescentes y un buen lomo ancho de res (la carne aumentó de precio 21%, en el último año), los comensales y las homenajeadas de nuestro clan se inclinan por comprar un almuerzo preparado.
Aquí estoy entonces, revisando el menú de un restaurante especializado en sushi, que además de fotos muy bien logradas de platillos que lucen suculentos, adereza cada rollo Filadelfia o Spicy Tuna con pequeños rótulos donde los precios aparecen expresados en dólares. ¡Si al menos fuera en yenes, combinaría mejor!
El aumento en el precio del dólar respecto al colón este año, ha sido tema de intenso debate más allá de un menú de restaurante. Como periodista y editor de temas de economía me he pasado buena parte de las jornadas de trabajo discutiendo con colegas, analistas y allegados; también leyendo reportes económicos, sobre tendencias en el tipo de cambio y las razones fundamentales de esta apreciación de la moneda estadounidense.
También, he tenido muy provechosos “peloteos” sobre los efectos directos y colaterales que un dólar que llegó a rozar los ¢700 puede tener para nuestros bolsillos y para el estado de resultados de las empresas.
Nada más comenzando esta semana, una información de Óscar Rodríguez, repasó los resultados obtenidos por los bancos, cooperativas y mutuales, en la primera mitad del 2022. Con ganancias netas cercanas a los ¢262.000 millones en el primer semestre (85% más que en el mismo periodo del 2021), no solo se aprecia que las entidades financieras se han logrado recuperar muy rápido de la crisis pandémica, sino que además, el ejercicio completo podría dejarles una sonrisa más que amplia, siempre y cuando no haya sorpresas con la mora crediticia.
Detrás de estos números parciales, están varios factores, entre ellos las ganancias por el aumento en el tipo de cambio. Esos ingresos en moneda extranjera, que van desde cuotas de créditos hasta cobros de comisiones por una transferencia electrónica, ayudan a abonarle a este resultado de los bancos a la hora de trasladarlo a colones. Por su puesto, no son los únicos factores detrás de los números negros, hay saneamiento de carteras, búsqueda de eficiencias en la operación, bajos costos de captación, etc., etc., etc.
Pero el sol no sale para todos. La aceleración que muestra la inflación de Costa Rica (y del mundo, en general) se explica en buena medida por el incremento que han tenido los precios de las materias primas internacionales, tal y como reportó Patricia Leitón dentro de la nota sobre los resultados del índice de precios al consumidor (IPC), con corte a julio.
Ese 11,48% interanual de aumento en el IPC, que no se veía desde hace 13 años, incorpora este incremento en los precios externos, y también la realidad de tener que pagar por muchos de estos productos en dólares en vista de que son importados: combustibles, cereales, fertilizantes, insumos agropecuarios, solo por citar algunos. Así es como estas alzas han sido especialmente fuertes cuando de comida se trata (incluido el sushi), como también nos los mostró, de nuevo Patricia, en esta gráfica, donde agrupa los alimentos que más impacto tienen dentro de los presupuestos de los hogares.
La anterior cascada de alzas es una dura realidad que nuestra periodista Paula Umaña, había notado días atrás, en primera persona, cuando el domingo, en su jornada de compras en la feria del agricultor de Santa Ana, se vio en el dilema de tener que pagar ¢1.000 por dos chiles dulces, y casi ¢2.500 por un kilo de tomate. Al final, su gasto para dos personas fue similar al de todas las semanas, pero al igual que muchas personas en estos momentos, dejó por fuera de su lista de compras varios productos: pagó más y llevó menos.
Lo que sí dejó positivo esta incursión dominical de Paula fue el relato de cómo la inflación se pasea por los tramos de la feria de agricultor y donde la siguiente gráfica es un argumento que le pone un sustrato más firme a las percepciones.
¿Todo lo que sube tiene que bajar? Nada más impreciso que esta afirmación cuando se trata del mercada cambiario. Pero valga decir que en las últimas semanas el tipo de cambio se ha apreciado, el dólar ha retrocedido unos cuantos colones.
Varias medida internas adoptadas por el Banco Central, así como la estacionalidad podrían estar favoreciendo este comportamiento que explicamos en una nota publicada este jueves, donde, además de la menor demanda de divisas por parte de las Operadoras de Pensiones, el tipo de cambio podría estar reaccionando a las mayores tasas de interés internas. Y por qué no, la baja también se podría atribuir a medidas con efecto disuasivo sobre los más especuladores, que veían un dólar por encima de los ¢700 por tiempo prolongado; me refiero con esto último a la aprobación de un crédito por parte del FLAR al Banco Central, que le permitirá recargar $1.100 millones en reservas internacionales al emisor y apuntalar su credibilidad en cuanto a capacidad de moderar las alzas abruptas.
Con el sushi más caro por el aumento en el costo de las materias primas importadas, el de varios vegetales que lleva esta preparación, así como la dolarización de los precios en el menú de mi restaurante preferido, quizás en casa deberíamos volver a la idea tradicional de encender la parrilla y variar el menú. Mientras decido qué hacer le recomiendo dos temas más de la sección de Economía, publicados esta semana, y que nos proveen herramientas para mejorar nuestro manejo de las finanzas personales.
En los próximos meses, el 10% de los trabajadores afiliados al Régimen Obligatorio de Pensiones (ROP), es decir unas 290.000 personas, deben tomar una decisión fundamental para su etapa jubilación: la modalidad de pensión complementaria que disfrutará durante su retiro.
⇒ ¿Compre ahora, pague después? Venta a cuotas toma nuevo aire, pero cuídese de las tentaciones
El esquema de comprar a cuotas y sin intereses no es nuevo en Costa Rica. Tampoco lo es en Estados Unidos y Europa, solo que ahora, con las posibilidades que ofrecen los medios de pago y las app, emergió con fuerza un esquema llamado Buy Now, Pay Later, es decir, “Compre ahora, pague después”. ¿Cuáles son los riesgos?
Me despido por el momento, que pasen un provechoso fin de semana (largo)