El capitán Daniel Espinoza, hoy gerente de Operaciones de Maverick Yachts, cree que mucha gente no se imagina que en Costa Rica se fabrican barcos de alta calidad: yates de hasta 50 pies de eslora con toda clase de lujos, tecnología y detalles; embarcaciones de pesca y recreo capaces de competir con armadores de renombre mundial y que se llegan a cotizar en el mercado hasta en varios millones de dólares. Debo confesar que yo tampoco lo sabía, pero lo comencé a sospechar hace unos tres años.
Resulta que cada cierto tiempo viajo a las playas del Pacífico Central. Una vez, camino hacia Jacó –propiamente en Herradura–, un galerón industrial me llamó la atención. Adentro descansaban varios esqueletos de madera y cascos de fibra de vidrio a medio terminar. Un emblema, Maverick Yachts Costa Rica, despertó aún más mi curiosidad y me pareció importante contar la historia de esa empresa que, además, estaba invirtiendo en la construcción de un local anexo en media pandemia.
La periodista Mónica Cerdas (paciente con mis ocurrencias y detallista en su labor) y el fotógrafo Alonso Tenorio, fueron a Garabito de Puntarenas, para averiguar cómo fue que nació Maverick, hace 20 años. Como muchas historias fascinantes de emprendimiento, esta compañía, que emplea a 85 personas, surgió de una casualidad, pero aclaro, su desarrollo no es obra de la casualidad. Si quiere leer, ver y escuchar más sobre este actor de la industria naval costarricense lo invito a cliquear en Maverick Yachts construye yates de lujo en playa Herradura y el negocio avanza viento en popa.
Aunque la venta de yates tuvo una recuperación en los meses recientes, el capitán Espinoza reconoce que durante la pandemia de la covid-19 no vendieron ni un solo barco en cerca de año y medio. No estuvieron solos en esta tormenta, en otra industria distinta, la de la cerveza artesanal, muchos pequeños fabricantes también navegaron un mar picado durante la pandemia, e incluso varias de las florecientes microcervecerías naufragaron en la extensa travesía pandémica.
Luego del destape explosivo de la cerveza artesanal durante la década pasada, con el surgimiento de maestros “birreros” cada dos cuadras, nuevas fórmulas y docenas de marcas con nombres más que curiosos (¿se ha tomado una Tumbacalzones?), un reportaje de Krissia Chacón, Cervecerías artesanales pasaron por un filtro durante la pandemia, ahora se enfrentan a la alta inflación, pone en una nueva perspectiva el futuro de esta industria, que luego de la covid-19 tiene que encarar altos precios de las materias primas, el crecimiento de las importaciones de cerveza y un presupuesto del consumidor más ajustado.
“Seguimos considerando que el mercado todavía sigue en crecimiento aún cuando puede haber desaceleración económica, cuando los consumidores de repente están contando más su dinero, y pues esto claro que tiene una afectación en productos de lujo como el de nosotros, pero yo sí considero que sigue un interés fuerte por la cerveza artesanal”
— Luis Araque, gerente de la cervecería Treintaycinco.
Con el cierre de bares y restaurantes durante la emergencia sanitaria, los aforos reducidos y los horarios de circulación restringidos, colapsó uno de los principales canales de comercialización de la cerveza artesanal. Es posible que parte de la salvación del negocio a futuro esté en adaptarse al dicho (me disculpan el estilo libre): “Si el consumidor no va a la cerveza, la cerveza debe ir al consumidor”. Al menos esto es lo que sugiere el estudio Guía del Consumidor 2022: Un Mundo Dentro de Casa (de la firma White Rabbit), publicado esta semana y del cual se extraen varias enseñanzas sobre cómo cambiaron nuestros hábitos de salir, comprar y disfrutar entre el 2019 y el 2022.
Para conocer este reporte, le recomiendo darse una vuelta por el artículo Quedarse en casa, ver películas y cocinar se volvió un plan más tentador que salir a divertirse fuera, de Paula Umaña; ahí encontrará pistas para comprender mejor los nuevos hábitos de sus clientes actuales o potenciales, incluso podría identificarse con el nuevo perfil del consumidor. Siempre en esta materia, y a partir del mismo estudio, publicamos Cazadores de ofertas y gastadores impulsivos aumentaron con la pandemia, una mirada al factor precio y cómo se torna en un elemento más sensible en la fórmula de mercadeo cuando la inflación levanta vuelo.
Quien tiene los dólares para encargar un yate a Maverick quizás también pueda darse el gusto sin remordimiento de comprar una cerveza artesanal de ¢2.000 o más la botella; en otros casos el comprador se lo tendrá que pensar más y frente a la nevera del súper se inclinará hacia la categoría de cervezas económicas, de 12 X ¢4.500. Sin embargo, ambas compras comparten una característica: ni el yate ni la cerveza son un producto básico como sí ocurre con la lista de bienes de la Canasta Básica Alimentaria (CBA).
La periodista Patricia Leitón, publicó esta semana dos trabajos relacionados con la canasta básica: uno explica cómo el acelerado crecimiento de los precios (especialmente en alimentos) podría llevar a la pobreza a más hogares costarricenses. En el texto Alta inflación amenaza con empobrecer a más familias, diversos especialistas coinciden en que un IPC interanual del 13% hace necesario el diseño de una política pública que ayude a las familias más necesitadas a transitar por este periodo de alzas. El costo de la CBA creció casi ¢11.000 en un año (+23%).
En otro de los trabajos, se reportan los hallazgos de la encuesta ¿Qué opinan los costarricenses sobre impuestos?, realizada por el Centro de Investigación en Administración, Economía y Gestión Tecnológica (Ciadeg), del Instituto Tecnológico de Costa Rica. Nueve de cada 10 de costarricenses consideran que los productos incluidos en la canasta básica de consumo deberían pagar menos impuestos; y 32% opina que los productos delicatessen deberían pagar más. Pero hay mucho más en el informe para la discusión, como las percepciones sobre elevar los impuestos a la educación privada, la lucha contra la evasión como vía para mejorar los ingresos fiscales y el gasto de los impuestos, donde una gran mayoría cree que se dirigen a infraestructura vial, salarios y educación.
¿Tiene un poco más de tiempo?
No piense que me olvidé del anuncio del presidente Rodrigo Chaves en su discurso de los primeros 100 días de gobierno, acerca de sus intenciones de poner en venta el Banco de Costa Rica (BCR), Bicsa y el 49% de las acciones del Instituto Nacional de Seguros (INS). Con la escasa información que tenemos a mano acerca de estos proyectos (y la nula experiencia reciente con la venta de activos estatales), cada quien tendrá una opinión, pero forjada desde su ideología, la visión de Estado que posee o la conveniencia individual de esta iniciativa. Conviene dimensionar qué es lo que está en juego así como el camino que debe recorrerse (falta mucho por recorrer), así que le dejo estos links por aquí, para comenzar a calentar:
==⇒ ¿Cuántos votos se requieren para vender el BCR y el 49% del INS?
Los proyectos de venta requieren del voto positivo de dos terceras partes de la Asamblea Legislativa, es decir, 38 diputados, por tratarse de entidades autónomas, según el abogado constitucionalista Rubén Hernández.
La superintendente de Pensiones explicó las condiciones que debería cumplir una eventual emisión de acciones del INS para poder llegar a los portafolios que administran las operadoras de pensiones complementarias.
==⇒ ¿Vender el BCR? Este es el Banco de Costa Rica en cifras y gráficos
La entidad financiera estatal cuenta actualmente con 3.987 empleados en las 128 oficinas que tiene en el país. Si quiere conocer datos y gráficos sobre su patrimonio, la cartera de crédito y las utilidades que genera, este de arriba es el link que necesita tener.
Radar de talentos
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Si se pregunta cómo volverse un candidato apetecible para trabajar en Intel, en esta nota encontrará carreras y habilidades necesarias para acercarse al gigante de los microchips.
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Me despido por el momento, espero que disfruten sus actividades de fin de semana, sean estas dentro o fuera de casa.