Apenas tenía unos cuantos meses de haber llegado a Lombardía, Italia, cuando la costarricense María de los Ángeles Arias Mora debió enfrentarse a un insospechado calvario.
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A esa nación europea arribó en mayo del 2010, apenas cinco meses después de conocer por una red social en Internet a Guiseppe Micunco, quien se convirtió en su esposo en agosto de ese mismo año.
No obstante, en medio de la felicidad por plasmar su amor en el matrimonio, emergió una etapa impensable para esta oriunda de la zona de los Santos.
Cuando llevaba tres meses y medio de casada tuvo que someterse a una cirugía. Tres días después, recibió una amarga noticia: asesinaron a su papá.
“En el momento en que iba al hospital para el control de la cirugía recibí una llamada de mi hermana y me dijo: ‘No se asuste, pero pasó algo en la familia, entraron a robar a la casa y asesinaron a papá’”, recordó con amargura María de los Ángeles, quien hoy tiene 41 años.
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Durante el robo, su hermano fue herido y su mamá amordazada. Lo peor para María de los Ángeles es que no podía viajar a Costa Rica, y tuvo que soportar el dolor a miles de kilómetros de su familia.
“No podía permanecer sentada más de dos horas seguidas debido a la cirugía, por lo que el médico me dijo que no podía hacer ese viaje tan largo (al menos 11 horas en avión). Lo que hice fue una videollamada”, contó.
De hecho, el juicio contra las cinco personas acusadas del crimen de Efraín Arias Chinchilla lo siguió por Internet. Al final, la condena fue de 30 años para cada uno.
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Para sobrellevar ese amargo dolor, María de los Ángeles siempre contó con Guiseppe, su esposo.
“Encontré un ángel, ha estado siempre conmigo en las buenas y en las malas, porque me han pasado muchas malas”, aseguró.
Precisamente, seis meses después de mudarse a Italia, esta costarricense tuvo una sensación de ahogo durante la noche. El doctor creyó que podía tratarse de algún problema por el cambio de comida o por el clima italiano.
Casi pasaron dos años para que los médicos descubrieran lo que tenía. El temido diagnóstico llegó en el 2012: cáncer de tiroides.
“No solo estaba en la tiroides sino también en la tráquea y ahí empezó el calvario. No me pusieron quimioterapia porque el doctor limpió todo, pero sí radioterapia. Fue un proceso largo y me dejó un problema con el que debo convivir el resto de mi vida: un daño en el estómago, ya que tengo una gastritis crónica autoinmune, pero ahora tengo una vida normal”, expresó María de los Ángeles.
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Esta tica pasó horas de horas por las salas de un hospital italiano. Siempre a su lado estuvo Guiseppe, aunque ella admite que había momentos en que deseaba estar sola.
“Me dio una crisis extraña y no quería a nadie cerca, pero él siempre estuvo conmigo”.
Debido a este cáncer, María de los Ángeles fue operada dos veces, la última en enero del 2016.
En 2014, esta costarricense obtuvo la ciudadanía italiana y aunque debe someterse a exámenes periódicos, superó la enfermedad.
“Paso con pastillas y con controles periódicos, pero estoy muy estable, estoy bien y llevo una vida normal”, aseguró.
De hecho, María de los Ángeles vino a Costa Rica en 2014 y en el 2016, esa última vez acompañada de Guiseppe.
Su simpatía no la ha perdido pese a todas estas pruebas. No escatima en reír al narrar cómo conoció al italiano que le cautivó el corazón.
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Fue en enero del 2010 cuando publicó un perfil en una red social para buscar amigos. Solo marcó una condición, conocer personas de Italia. Al día siguiente, recibió un mensaje: era de Guiseppe.
“Era un saludo y me pidió un correo electrónico para intercambiar mensajes. Como yo no hablaba italiano ni él español, copiaba el mensaje y lo traducía en Google, luego hacía lo mismo con lo que le iba a responder para que él lo leyera en su idioma”, comentó.
El 14 de febrero del 2010 fue la primera ocasión en que se vieron por una webcam, pues antes solo lo hicieron mediante fotografías.
“Estaba muy emocionada, no sabía qué decir, solo nos reímos. Él casi no dormía por verme, debido a la diferencia horaria (siete horas en esa época), entonces estaba despierto en la madrugada (noche tica)”.
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Guiseppe, quien tiene 49 años, propuso que se reunieran, ya sea en Costa Rica o Italia. Él nunca había viajado a otro país y al final, decidieron que la tica alistara maletas para cruzar el Atlántico.
“Tenía un trabajo nuevo y renuncié apenas a los 15 días para irme. El jefe me decía que si estaba loca porque podía ser peligroso, pero cuando conversaba con Guiseppe, por las videollamadas, me presentó a sus familiares. Fue algo arriesgado, impulsivo".
“Pensaba que si llegaba a Italia y él no me estaba esperando. Tras de eso, el vuelo tenía una escala en Madrid y hubo un atraso de 10 horas. Al verlo, no sabía qué decir ni qué hacer. Incluso, él llevó a un muchacho para que grabara todo, pero por el retraso del vuelo esa persona tuvo que irse”, dijo María de los Ángeles.
Aunque la intención de esta compatriota era regresar a su país a los 15 días, decidió permanecer tres meses, que es el tiempo al que tenía derecho de quedarse como turista, según la legislación italiana.
Cuando estaba a punto de terminar ese plazo, él quería que se quedara y ella no deseaba regresar. Solo tenía dos caminos para ampliar su estancia: encontrar un trabajo o casarse con un italiano.
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La primera opción era muy complicada pues ella aún no hablaba italiano, así que decidieron ir al altar.
“Existía ese enamoramiento de lejos, pero se consolidó al vernos. Era más que una ilusión”.
Ahora María de los Ángeles habla italiano y disfruta su vida en Mantova, Lombardia, al norte de Italia, aunque extraña Costa Rica. La enfermedad acabó, pero el amor por Guiseppe sigue intacto.
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