De viaje con Jairo

La pesadilla de dormir en un aeropuerto

Me ha tocado pasar parte de la noche o madrugada en seis diferentes terminales aéreas. Siempre es lo mismo, una gran incomodidad

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En un viaje al exterior, pocas cosas son peores que dormir en un aeropuerto. ¡Realmente es incómodo!

Siempre digo que no lo volveré a hacer, pero al final he intentado conciliar el sueño en las terminales aéreas de seis países diferentes, con un mismo resultado: casi no duermo.

Les revelo mi historia sobre lo que pasé en cada una de ellas. De paso, no olviden que suelo ser un viajero de bajo costo, por eso, evito las agencias de viaje y suelo armar yo mismo mi periplo. Esto significa que no me molesta una noche de incomodidad si eso me permite ahorrar dinero que puedo utilizar en conocer más ciudades.

Quizás usted se identifique con esta nota, pues también se ha quedado en aeropuertos, ya sea porque no vale la pena pagar hospedaje por unas horas, porque el vuelo se atrasó o porque no tiene más remedio que pasar una mala noche.

Ámsterdam, Holanda. Fotografía: Jairo Villegas S.

Fue reciente, en mayo del 2017. Para celebrar mi cumpleaños 38 emprendí un viaje por Europa con llegada y salida en Ámsterdam, Holanda. Esa impresionante ciudad tiene un detalle, el hospedaje no es nada barato, y eso que escogí una cama en habitación compartida mixta, es decir, uno de esos hostales en que se quedan hombres y mujeres juntos. No piense mal, no hay mayor problema en ello, es muy común en Europa.

Mi vuelo de regreso salía a las 7 a. m. de Ámsterdam; un viaje que incluía escala en Zúrich (Suiza) y Nueva Jersey (Estados Unidos). Como debía estar en la terminal aérea a eso de las 4:30 a. m., pensé: 'no vale la pena pagar hospedaje'.

La ciudad de Ámsterdam es muy viva, con mucho qué hacer a cualquier hora. Al final, llegué a eso de la medianoche con la firme idea de dormir algo. Caminé y caminé y no tuve más remedio que intentar acomodarme en el suelo, donde ni siquiera había una alfombra, pegado a una pared. Coloqué mi bulto como almohada y escondí mi pasaporte.

No dormí ni una hora: pasaba gente o incluso personal de limpieza haciendo su trabajo.

En esta sala del Aeropuerto Internacional Comodoro Arturo Merino Benítez, de Santiago de Chile, pasé una madrugada.

La primera vez que pernocté en uno de estos lugares fue en el Aeropuerto Internacional Comodoro Arturo Merino Benítez, en Santiago de Chile, en el 2009. ¿Por qué? El vuelo llegó alrededor de las 2 a. m. y como mi esposa (Nancy Díaz) y yo somos viajeros a bajo costo, nos quedamos en la terminal.

La opción de descansar se reducía a alguna de las sillas, en medio de aquella silenciosa y fría sala de espera. No se preocupen, no fuimos los únicos.

A eso de las 6 a. m. salimos en busca de un autobús público para irnos a Valparaíso. ¡Ahí sí logré dormir!

Imagen de la terminal de buses de Encarnación, en Paraguay. De ahí abordé un autobús que tardó unas siete horas en llegar a Asunción, para regresar a Costa Rica.

El vuelo de regreso a nuestro país partía a eso de las 3 a. m., con una primera escala en Montevideo, Uruguay, para luego enrumbarse a Lima, Perú, y finalmente tomar hacia Alajuela.

En territorio peruano se cambiaba de avión, luego de una espera de unas dos horas; es decir, el viaje era pesado.

Ante esto, llegamos al puerto aéreo a eso de las 11 p. m. y era imposible no cabecear. No lo voy a olvidar, apenas me subí al avión pensé que iba a dormir, pero la turbulencia lo impidió.

Aeropuerto Internacional de Larnaca, en Chipre. Fotografía: Jairo Villegas S.

¡Es impresionate la cantidad de gente que había en este aeropuerto! También en mayo del 2017 fui a Chipre, para conocer la capital, Nicosia, y cruzar al lado controlado por los turcos, pues el país está dividido por un muro.

El aeropuerto está en la ciudad turística de Larnaca, que tiene un mar impresionante.

Este es quizás el aeropuerto en que he podido dormir más. Las sillas no tienen descansa brazos, por lo que pude acomodarme. El vuelo salía a las 3:30 a. m. rumbo a Bucarest, Rumanía, por lo que no valía la pena quedarme en un hostal.

Ciudad de Lima, Perú. Fotografía: Jairo Villegas S.

El destino final era Cusco y como viajamos con una oferta de millas, solo teníamos derecho a pasar una noche en Lima. Una gran amiga peruana nos hizo un tour por los principales atractivos de la ciudad y nos dejó en el aeropuerto a eso de la 1 a. m.

¡Las horas son eternas cuando no hay donde dormir cómodamente! Al final, superamos la prueba.

La ciudad de Guanajuato es de las más bellas de las que he visitado en México.

Veníamos de Guanajuato (si no conocen este lugar, deben anotarlo en su lista de deseos de viajes), en un recorrido de seis horas en autobús público hasta el Distrito Federal.

Hora de llegada a la Central Autobusera del Norte, alrededor de las 11:15 p. m.

Hora de salida del vuelo hacia Costa Rica: 5 a. m.

No quedaba más. Salimos de la terminal de buses y nos subimos al metro hasta el aeropuerto (por suerte, es la misma línea).

Hay un detalle... no es mala idea comer tacos en la madrugada.

Jairo Villegas S.

Jairo Villegas S.

Periodista especializado en viajes. Ha visitado 88 países aprovechando diferentes estrategias para viajar a bajo costo. Ha sido corresponsal, redactor en Nacionales y editor de Deportes. A partir del 2017 publica en el blog De Viaje con Jairo.

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