La tarde era espectacular, los rayos del sol generaban unas hermosas tonalidades en el cielo, que se reflejaban en las zonas verdes, las que por cierto abundan en Zagreb, la capital de Croacia.
Fue el 23 de mayo del 2017 cuando llegué a esa ciudad, la cual me cautivó de inmediato.
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Los ticos no tenemos ningún problema para ingresar a ese país, pues ni siquiera requerimos visa, protagonista en los últimos días debido a su buen desempeño futbolístico en el Mundial Rusia 2018.
Llegué en autobús desde Ljubljana, capital de Eslovenia, un viaje de unas dos horas, pues la distancia es de 147 kilómetros.
Como esa nación de la extinta Yugoslavia no es parte del espacio Schengen, los costarricenses debemos hacer migración para ingresar o salir.
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No es complicado, simplemente me bajé del autobús, con el resto de pasajeros, y pasé al puesto migratorio para el respectivo sello. No hubo preguntas, quizás apenas una mirada de la oficial verificando que la foto de mi pasaporte coincidiera conmigo.
El espacio Schengen está integrado por 26 países europeos. Al llegar al Viejo Continente por uno de ellos, el viajero debe pasar los controles migratorios, pero luego, puede cruzar a cualquier de los restantes 25 sin necesidad de ese trámite.
Por eso, una persona desde Costa Rica puede llegar a Madrid y presentarse ante los oficiales de migración, pero de ahí va a París o Ámsterdam, por ejemplo, sin mayor problema.
Dichas naciones son: Alemania, Austria, Bélgica, Dinamarca, Eslovaquia, Eslovenia, España, Estonia, Finlandia, Francia, Grecia, Hungría, Islandia, Italia, Letonia, Liechtenstein, Lituania, Luxemburgo, Malta, Noruega, Países Bajos, Polonia, Portugal, República Checa, Suecia y Suiza.
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Una vez en Zagreb, y aún dentro del autobús, empecé a ver esa ciudad viva, llena de magia y colorido.
Al llegar a la terminal de autobuses, tenía dos opciones: irme al centro en tranvía o caminar unos cuatro kilómetros; opté por la segunda.
Con ayuda del Google maps empecé a recorrer las calles de Zagreb hasta toparme con el corazón de la ciudad, el punto donde está la plaza Ban Jelacic. Los monumentos, el tranvía, los jardines, las iglesias, las mesas de los restaurantes en los bulevares, donde decenas de turistas comían y bebían recordando las anécdotas del día.
Un detalle, el país es muy barato. Sentí la diferencia luego de estar en sitios como París, Ámsterdam, Brujas y Bruselas.
Confieso que no quería irme de la plaza Ban Jelacic, con un punto a favor para mí, el hostal que reservé estaba a pocos pasos.
Pero había que caminar, perderse por toda la parte histórica de Zagreb, la parte antigua.
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La Catedral de Zagreb es bella y el Mercado Dolac es un imán para los curiosos, por todo lo que venden y las estatuas que están en algunas de sus esquinas.
En todos los lugares quería una fotografía y mi sonrisa no era impostada, sino totalmente natural, en aquel atardecer imborrable.
Es imposible obviar el túnel gris, la iglesia de San Marcos (en el viejo Zagreb), la Torre Lotrscak y el Pabellón del Arte.
Aunque llegué en autobús y salí también en ese medio de transporte, pero hacia Belgrado, Serbia, hay otras formas de llegar a Croacia, como en tren, en barco desde Italia o en avión. De hecho, una buena opción es volar desde Atenas, Grecia, que suele tener precios muy accesibles a Croacia y Serbia.
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Además de Zagreb, son imanes turísticos Dubrovnik y Split, por sus bellezas naturales y arquitectónicas, lugares que merecen ser visitados.
Croacia quizás no es tan popular para los turistas, pero es un buen sitio para visitar, económico, seguro y, sobre todo, hermoso.
Los vecinos de este hermoso país son Hungría, Austria, Eslovenia, Serbia y Bosnia Herzegovina.
Además, el fabuloso mar Adriático baña sus costas.