El Jobo, La Cruz de Guanacaste. Encontrar un trabajo en La Cruz de Guanacaste no es nada fácil.
Muchas de las personas que viven en ese cantón guanacasteco optan por buscar oportunidades laborales en Liberia o en San José, por lo que deben sacrificar tiempo con sus familiares.
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No obstante, la apertura, hace cuatro años, del hotel de lujo Dreams Las Mareas en el poblado de El Jobo, le cambió la vida a unas 600 personas, 90% de ellas vecinas de La Cruz.
Mientras preparan los platillos que consumen los huéspedes, lavan las sábanas, limpian las habitaciones o hacen trabajos de jardinería, vencen la pobreza y crean ilusiones entre sus familiares.
Las siguientes son las historias de seis de los trabajadores de ese hotel, que para este año tendrá una ocupación del 74%, principalmente de turistas que provienen de otros países.
Nury se preparó para ser ama de llaves pese a las críticas de amigos
Cuando Nury Camacho Camacho tenía 37 años, se enteró que empezó la construcción de un hotel de lujo en El Jobo.
De inmediato, tomó una decisión que para muchos fue aventurada, pero que le cambió la vida por completo y de la cual no está para nada arrepentida, seis años después.
En aquel momento tenía un trabajo de medio tiempo limpiando una oficina, en el centro de La Cruz. No obstante, se propuso encontrar un empleo en ese hotel.
“Pensé que debía prepararme, porque necesitaba un trabajo de tiempo completo. Opté por ingresar a un curso de camarera que imparte el Instituto Nacional de Aprendizaje (INA), y luego hice la entrevista y me contrataron”.
“A un compañero le comenté sobre mi idea y me dijo que eso es una fantasía. Por dentro yo pensé que con esa fantasía me voy. Me decía que no dejara el trabajo porque al menos tenía medio tiempo, pero tenía que hacerlo. Aquí en el hotel me encanta el trabajo que hago”, narra Nury, quien lleva cuatro años en Dreams Las Mareas.
Gracias a su salario, dejó de hacer ventas para ayudarse, como ocurría antes.
Por La Cruz ofrecía arroz con leche, atol de pujagua, tamales y pan, lo que su mamá le enseñó a preparar.
No obstante, ,dice que es mucho mejor tener un trabajo fijo que salir todos los días a la calle a buscar clientes pues algunas veces no tenía tanta suerte de que le compraran.
Cada vez que limpia una de las 447 habitaciones del hotel, se gana el salario con que sus hijos estudian. De hecho, el mayor ya está en la universidad y cursa la carrera de Administración de Empresas, otro está en undécimo año y el otro en noveno.
“Mi esposo trabaja en seguridad, pero yo debo ayudar en la casa. Con los ingresos también hicimos en block la casa, porque aunque siempre ha sido propia, era de madera. Estoy muy agradecida con este empleo porque me ha permitido lograr muchas cosas”, concluyó Nury.
Una salonera ve por sus cinco hijos e impulsa el negocio de su mamá
Rosa Elena Cajino Zapata, de 32 años, es parte del personal del Hotel Dreams Las Mareas en El Jobo, en La Cruz de Guanacaste, desde hace cuatro años.
Ella ha estado en ese sitio desde que abrió, y su salario le ha permitido ver por sus cinco hijos, junto a su pareja.
Además, mantiene intacto el sueño de ampliar el negocio de su mamá, quien hace panes para la venta. La intención es ofrecer el producto en Liberia, y no solo en La Cruz.
“Me dieron la oportunidad de trabajar acá, porque aquí en La Cruz casi no hay fuentes de empleo. Estar acá es una gran bendición, porque estábamos obligados a buscar qué hacer en otros lugares, lejos de la familia”, expresó Rosa Elena, cuyos retoños tienen 16, 13, 10 y 8 años, así como uno de seis meses.
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Ella también estudió en el Instituto Nacional de Aprendizaje (INA) en La Cruz, y tiene una gran habilidad para cargar muchos platos, vasos y tazas a la vez.
También, logró que su hermana también ingresara al hotel.
“Al trabajar acá, puedo estar pendiente de mis hijos, en sus estudios. Apenas salgo, me voy a estar con ellos”, indicó.
Admite que su trabajo no es sencillo; no tiene idea cuántos kilómetros camina durante el día en el gran salón donde funciona el buffet.
Lo que sí tiene claro, es que la llena de satisfacción ver a los clientes sonreír por el servicio que brinda; de hecho, Rosita, como le dicen sus compañeros por cariño, es de las más queridas en el hotel.
Trabajar cerca de la casa, lo más preciado para Adriana
Adriana Angulo López no tuvo más opción que mudarse a San José en busca de trabajo.
Ella estudió Recursos Humanos; no obstante, era una utopía conseguir un puesto en esa área en La Cruz, de donde es originaria.
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Luego de trabajar en diferentes lugares en la capital, Adriana regresó a su casa porque iba a dar a luz a su primera hija. Al poco tiempo, la sorprendió la noticia de que en el mismo cantón donde vive se instaló un hotel de lujo.
No dejó pasar la oportunidad y asistió a una feria de empleo, donde fue contratada. Ahora es la coordinadora de recursos humanos del Dreams Las Mareas.
“Estoy esperando a mi segunda bebé, que nace en octubre, y es mucho mejor trabajar cerca de la casa, porque mi mamá cuida a mi hija. Ahora no tengo que trasladarme hasta San José, por lo que esto representa mucho para mí”, aseguró.
Adriana es testigo de lo difícil que es encontrar un trabajo en La Cruz, fronteriza con Nicaragua.
“No cualquiera trabaja cerca de la familia. De no ser por este lugar, habría tenido que irme para San José”.
Una década de pasión por la cocina
Desde hace 10 años, Aarón Cortés empezó una aventura en la cocina.
Inicialmente obtuvo un empleo como misceláneo de la cocina, es decir, la persona encargada de lavar platos y limpiar las estufas.
Ahora, Aarón es cocinero A, lo que significa que está a las puertas de ser sous-chef, que es el segundo al mando en ese sitio donde preparan platillos espectaculares para los clientes.
Este vecino de Cañas, Guanacaste, le tomó el gusto a cocinar hasta lograr un ascenso al área de mesa fría, con ensaladas.
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Luego pasó a comidas calientes, un tiempo después recibió la letra de cocinero B y después obtuvo la A.
“Cuando empecé a trabajar me gustó lo que veía, era joven y comencé a prestar más atención. Al llegar acá, topé con mucho trabajo, conocí equipos muy modernos y me dieron la oportunidad de estar a cargo de uno de los restaurantes; tengo a cargo la operación de la mañana”.
El hotel no solo ha sido su lugar de trabajo; ahí conoció a quien hoy es su esposa y con quien tiene dos hijos.
Otro punto positivo, es que Aarón logró que contrataran a su hermano, quien también empieza una carrera en la cocina como la de él.
“Hace cuatro años mi mamá tuvo un accidente y debió dejar de trabajar, pero gracias a mis ingresos puedo ver por ella, soy el sustento de ella. Cuando estaban construyendo el puente de Liberia a Cañas, se resbaló y se cayó en uno de los huecos”.
“El ortopedista la enyesó mal y se le hizo una úlcera; ella camina, pero está renca. Como las citas las dejan tan prolongadas, estamos esperando la próxima que es en setiembre, para ver si la internan y la operan. Ella trabajaba en cocina, pero debido a este accidente tuvo que dejar el empleo”, se lamentó Aarón.
Gabriel pudo encontrar un ingreso fijo en la lavandería
Antes de trabajar en el Hotel Dreams Las Mareas en El Jobo de La Cruz de Guanacaste, Gabriel Cubillo Vargas no tenía más opción que caminar y caminar en busca de un trabajo en construcción.
En ocasiones no aparecía, pero cuando lo encontraba, debía laborar bajo el fuerte sol guanacasteco por horas.
Por eso, cuando le dieron la oportunidad de trabajar en la lavandería del hotel, Gabriel lo tomó como una gran bendición. Eso ocurrió hace año y ocho meses.
“Me encargaba de doblar los paños y planchar sábanas, pero actualmente el jefe me tiene lavando en la máquina. Lavo paños y sábanas. Cuando estuve sin trabajo pasé momentos difíciles, porque en esta zona hay pocas fuentes de empleo, por lo que aquí estoy muy feliz, luchando para salir adelante”, razonó Gabriel.
Este padre de cuatro hijos dice estar muy agradecido, pues ya no debe conformarse con trabajos ocasionales bajo el inclemente sol.
“Trabajar aquí representa para mí algo muy importante, al igual que para mi familia”, indicó.
Gabriel pone todo su empeño para cumplir correctamente con sus asignaciones; él dice cuidar su trabajo porque sabe lo triste que es no tener una paga para llevar el sustento a su casa.
El spa cambió su vida al permitirle surgir
Óscar Gutiérrez es vecino de San Blas de Sardinal, en el cantón guanacasteco de Carrillo.
Cuando el hotel Dreams Las Mareas abrió sus puertas, hace casi cuatro años, Óscar consiguió un trabajo en el spa.
Ya tenía experiencia, pues trabajó en esa área en alojamientos en Papagayo.
Empezó como terapeuta de spa, pero su buen desempeño lo hizo crecer tanto que alcanzó el puesto de gerente del spa.
“Este trabajo ha significado muchísimo, porque aquí es un lugar que ha hecho crecer como persona y profesional. Para mí este hotel es algo excepcional, y estoy muy agradecido”, apuntó.
Durante su jornada laboral se queda en La Cruz, pero aprovecha los días libres para ir a su natal Sardinal, a visitar a sus familiares.
Dice que se empeña en hacer un trabajo de mucha calidad para que los clientes queden muy satisfechos y porque, además, tiene claro que en la zona es difícil hallar otras fuentes de empleo.
“Para los que somos de Guanacaste, esta es una fuente enorme de trabajo, que le ha abierto las puertas a muchas personas para sacar a su familia adelante. Además, para los clientes es un lugar donde el lujo ilimitado es excepcional”, concluyó.