La ciudad está vacía. La recomendación, con tono de orden, es que las personas no salgan salvo lo estrictamente necesario.
El metro está paralizado, los autobuses no operan y los taxis permanecen guardados.
El panorama en Wuhan, la ciudad china en cuarentena por el coronavirus, está lejos de ser festivo, pese al Año Nuevo que debía celebrarse en esa nación.
Tres ticas están ahí, en la ciudad donde los aeropuertos y estaciones de trenes están cerrados, donde pocos entran (de todas formas, quién quiere ir a la cuna de este mal que puede causar la muerte) y muchos menos salen.
Una de ellas es la nicoyana de 31 años María Belisa Torres Pérez, quien pasa horas recluida en su apartamento.
Ella cursa una maestría en Economía con énfasis en Comercio Internacional en el Huazhong University of Science and Tecnologia (HUST), carrera que termina en julio del 2021.
Desde hace tres años vive en Wuhan, aunque llegó a China hace cuatro años.
El jueves y viernes de la semana pasada, y lunes de esta semana, tuvo que dejar la seguridad de su estancia por un rato. No había otra opción.
A bordo de una bicicleta, junto a algunos amigos, María Belisa emprendió la tarea de buscar comida, agua y, sobre todo, mascarillas.
Tuvo que pedalear una media hora. Aunque muchos anaqueles de supermercados están vacíos, pudo conseguir algunos productos y tiene provisiones para más o menos 15 días. El problema son las mascarillas, porque están agotadas las recomendadas y algunas farmacias siguen cerradas.
Dice que la gente se atemorizó al enterarse que Wuhan entró en cuarentena por tiempo indefinido, por lo que salió en procura de llenar la despensa.
En ocasiones tiene suerte pues logra comprar algunos productos, pero en otras no los consigue.
“Trato de mantener la calma, que es lo más prudente, sigo las indicaciones que dan en la universidad, el gobierno y las autoridades de la provincia. Procuro abastecerme de comida y agua porque se puede poner un poco complicado tener acceso a algunas cosas en los próximos días; algunas están escaseando, y hay personas que al ver que cerraron la ciudad, empezaron a comprar provisiones”, detalló María Belisa.
Esta costarricense trata de salir lo menos posible de su apartamento, al cual se mudó hace un mes, para evitar contagiarse del coronavirus.
Afirma que la Embajada de Costa Rica en China ha estado en contacto con los ticos de ese país, para saber cómo están y qué necesitan, aunque ingresar o salir de Wuhan se volvió un imposible.
“Hablo todos los días con mi familia; están tranquilo porque no se ha perdido el contacto”.
María Belisa no ha tenido mucha suerte para conseguir las mascarillas recomendadas, debido a que no hay.
A finales de la semana pasada recorrió en su bicicleta varias farmacias, pero no tuvo éxito. Este lunes lo intentó de nuevo, pero estaban cerradas.
“Están las máscaras quirúrgicas que usan los doctores, pero las que recomiendan son de otro tipo y se acabaron. Hemos recorrido farmacias, pero no encontramos. Uso unas que me recomendó un amigo, pero hay que cambiar filtros y ha sido complicado”, señaló.
Dice que para ingresar a cualquier lugar les toman la temperatura y es exigido portar una mascarilla.
Como no tiene muchas, intenta salir lo menos posible.
“Casi no hay personas en la calle. Como no hay transporte público, la gente no tiene cómo movilizarse, excepto si es en su carro privado. Este lunes salí a comprar cosas a un supermercado, estuvimos dando vueltas como por tres supermercados porque en el primero se acabaron las verduras; la gente va muy temprano a comprar y se llevan grandes cantidades”, aseveró.
Otra de las costarricenses que está en Wuhan es Paola Reyes Pérez. También es estudiante y aunque ella y María Belisa se conocen, no viven cerca.
Paola ha tenido más dificultades para encontrar suministros, pues los supermercados cercanos a su casa están vacíos.
Por ahora, se las ingenia para hacer rendir la comida todo lo posible.