Cuando tenía 12 años, la costarricense Daniela Mizrachi Mourelo tuvo un sueño que está a punto de hacer realidad: ingresar a las Fuerzas de Defensa de Israel.
LEA MÁS: ¿Le gusta viajar? Sígame en Facebook
También con la nacionalidad israelí, debido a su familia, esta joven de 21 años fue admitida para el servicio militar, a partir de abril de este año.
Confiesa estar emocionada y enfatiza que lo hace de forma voluntaria. “Si llegas a vivir al país antes de los 20 años es obligatorio hacerlo, a menos que estudies en la universidad”, especificó.
¿Qué significa para un tico hacer servicio militar pese a crecer en un país sin ejército?
“Es algo increíble, la preparación que llevan los soldados y las pruebas que tienen que pasar son muy duras y es algo que un tico no va a experimentar a menos que salga de la Suiza Centroamericana. Sin embargo, me encanta decirle a todo el mundo que conozco que vengo de un país sin ejército y todos quedan en shock, independiente si son de Israel o no”, respondió Daniela.
LEA MÁS: ¿Cómo conseguir tiquetes de avión baratos? Los trucos de Explorador de Viajes
Ella es criminóloga de profesión, por eso, le encantaría tener una oportunidad en la policía militar israelí, encargada de las investigaciones y parte de la inteligencia del ejército.
Según cuenta Daniela, en ese cuerpo militar también hay mecánicos, oficinistas, cocineros, profesores, así como las personas que están en posiciones de combate, incluyendo paracaidistas, pilotos, francotiradores, buzos y conductores de tanques, entre otros.
“La diferencia de quien ingresa de forma voluntaria es la cantidad de años de servicio; sin embargo, a mí sí me pondrán a hacer pruebas físicas como a todos los demás, pues independientemente del trabajo que se realice, ya sea administrativo o de combate, todos llevan el mismo entrenamiento básico”, apuntó Daniela.
LEA MÁS: ¿Qué porcentaje de ticos obtiene visa de turismo para Estados Unidos?
Esta joven, oriunda de Sabanilla, en el cantón de Montes de Oca, estará dos años en esa fuerza de seguridad como parte de su servicio.
“Por ser extranjera, primero tengo que llevar un curso del idioma (hebreo) que dura tres meses, después, a uno lo ubican en la posición que quiera servir, si es que los puntajes de las pruebas así lo permiten. Por suerte fui aceptada”, agregó.
Dice que sus amigos ticos le preguntaban si “estaba loca” por querer ser parte de unas fuerzas armadas, aunque nunca dejan de apoyarla.
Desde hace un año vive en Ramat Gan, cerca de Tel Aviv, una ciudad de 152.000 habitantes y 12 kilómetros cuadrados de extensión.
“Hay cierto sentimiento en la mayoría de los judíos de querer regresar a casa (Israel), por lo que decidí seguir ese anhelo y aventurarme. Crecí en un núcleo familiar judío y quise conectarme con mis raíces, practicar más de cerca la cultura y la religión. También soñaba con aprender hebreo y unirme al ejército de Israel”, responde cuando le pregunté por qué migró a esa nación.
LEA MÁS: Matrimonio que nunca había viajado demuestra que es posible obtener visa de turismo a Estados Unidos
Allá trabaja en un jardín de niños, pese a su carrera de investigadora criminal, y ya estuvo en el curso intensivo de hebreo en Ulpan, un instituto israelí cuya finalidad es preparar a los nuevos ciudadanos a integrarse lo más rápido posible al país.
Daniela dice asombrarse por la cantidad de judíos de todos los rincones del planeta que llegan a esa nación, lo que genera una enorme variedad cultural. “Ningún otro lugar del mundo tiene tanta diversidad como Israel”.
“Los judíos del mundo entero consideran a Israel como su hogar, por lo que venimos guiados por la religión desde todas partes. Nunca esperé encontrar tantos inmigrantes de Rusia, pero me sorprendí, es tan grande su comunidad aquí que los rótulos en las calles están escritos en ruso, las personas en el supermercado te atienden en ruso o en hebreo”.
“Puedes hacer amigos de cada continente, en mi caso, trabajaba con árabes y nos llevábamos superbien, iba a bailar con inmigrantes de Etiopía, estudiaba con personas provenientes de África, Asia, América…”
LEA MÁS: ¿Cómo volar por menos de $150 a Europa o Suramérica?
“Se mezclan las culturas, las tradiciones, los idiomas y es increíble el hecho de empezar una conversación en español, seguirla en inglés y terminarla en hebreo o ruso. Cuando uno se sube al autobús, puede llegar a escuchar hasta seis idiomas a la vez (hebreo, árabe, ruso, español, inglés y amhárico, que es el idioma oficial de Etiopía)”, relató.
De Israel le encanta la seguridad. Revela que las personas dejan sus bolsos o paquetes en las paradas de autobús, cruzan la calle a mirar tiendas y regresan cuando viene el bus y ahí están sus pertenencias, pues afirma que nadie es capaz de tocar algo que no le pertenece.
Incluso, dice que es normal pedir ride a un desconocido y convertirse en amigos al final del trayecto.
LEA MÁS: Jairo Villegas, el periodista detrás de Ticos lejos del hogar
También admite que no todo es bueno, comparado con Costa Rica.
“Los israelíes pueden ser las personas más amables o más peleonas que hay, creo que no tienen un punto medio. Es normal que a uno le griten por cualquier cosa, como no moverse en el bus, pero igual pueden ser amables y ayudarte a subir tus cosas al autobús. Nunca esperes que te digan buenos días, por favor o gracias, que para nosotros los ticos son palabras básicas. Más bien, cuando uno les dice buenos días se quedan extrañados, muchas veces no responden”, detalló Daniela.
Mientras que los viernes en Costa Rica suelen reservarse para salir con amigos, en esa nación son para descansar y reunirse con la familia.
Debido a esto, dice que desde las 4 p. m. del viernes cierran los comercios, y todo vuelve a la normalidad los sábado a las 6 p. m.
“Se trabaja de domingo a viernes, hasta el mediodía, y todo es mucho más caro; por ejemplo, un combo de McDonalds cuesta 58 shekels (moneda oficial), equivalente a ¢9.000; y esto pasa con casi todos los restaurantes, cualquier comida cuesta mínimo ¢7.000”.
“La infraestructura es muy diferente, aquí la gente vive en edificios, no existen las casas o residenciales (como en Costa Rica), y todos los edificios son iguales y del mismo color. No vas a encontrar una casa azul con blanco con tejas en el techo”.
LEA MÁS: Amor sin fronteras: Derrotar un cáncer y superar el homicidio de su papá desde lejos
Ella no siente inseguridad en esa nación, ni siquiera por los conflictos con Palestina o las tensiones con otros países de Oriente Medio.
Otros artículos de la serie Ticos lejos del hogar:
LEA MÁS: Ticos lejos del hogar: Estonia, un porteño en el país que paga por tener hijos
LEA MÁS: Ticos lejos del hogar: Haití, una poaseña ayuda a mitigar las penurias
LEA MÁS: Ticos lejos del hogar: El milagro de sobrevivir al mortal pez piedra
LEA MÁS: Ticos lejos del hogar: Pasar una congoja con la dura policía de Laos
LEA MÁS: Ticos lejos del hogar: Arabia Saudí, las mujeres empiezan a tener la libertad anhelada
LEA MÁS: Ticos lejos del hogar: Fiyi, la lejana isla donde un costarricense trabaja en avicultura
LEA MÁS: Ticos lejos del hogar: Irán, el alucinante país donde todo está prohibido
LEA MÁS: Ticos lejos del hogar: En Australia los desconocidos aún se dicen buenos días
LEA MÁS: Ticos lejos del hogar: Las peculiares historias de Laura, Marisol y Mariamalia en Italia
LEA MÁS: Ticos lejos del hogar: Estudiantes en Alemania, sobrellevar la Navidad sin la familia
LEA MÁS: Ticos lejos del hogar: Tailandia, donde los choferes no se irritan por las enormes presas
LEA MÁS: Ticos lejos del hogar: Kenia, la pobreza extrema no apaga la esperanza
LEA MÁS: Ticos lejos del hogar: Una alajuelense se adapta a Vietnam, pero sin comer perro
LEA MÁS: Ticos lejos del hogar: Hong Kong, donde se respira la seguridad que alguna vez tuvo Costa Rica
LEA MÁS: Ticos lejos del hogar: Compatriotas en Moscú aconsejan a quienes vayan a Rusia
LEA MÁS: Ticos lejos del hogar: Kuwait, estar en el desierto sin derecho a una cerveza
LEA MÁS: Ticos lejos del hogar: Henry Garita, el compatriota que vive en el paraíso de las Maldivas
LEA MÁS: Ticos lejos del hogar: Vivir en Chipre, la isla segura pese a tener ejércitos listos para atacarse
¿Le gusta viajar? Sígame en Facebook
Esta es la vigésima primera historia sobre costarricenses que dejaron su país por diferentes circunstancias, se adaptaron a otra tierra, pero guardan el cariño por sus raíces.