De viaje con Jairo

Ticos lejos del hogar: Irán, el alucinante país donde todo está prohibido

Cherrie Charloth Badilla Alfaro vive desde hace dos años en Karaj, a una hora de Teherán; está casada con un iraní-estadounidense

La costarricense Cherrie Charloth Badilla Alfaro en Chalus, Irán, a 200 kilómetros de la capital, Teherán.

Por más que camine durante horas por las calles de cualquier ciudad de Irán no encontrará una sala de cine donde se proyecten películas extranjeras, teatros, restaurantes de comida rápida de cadenas internacionales, bebidas alcohólicas o un lugar para bailar.

Hola, soy Jairo Villegas, autor del blog donde publico las historias de Ticos lejos del Hogar. Hoy conversamos con Charloth Badilla, desde Irán. Vea más historias en http://www.nacion.com/blogs/de-viaje-con-jairo/

Posted by nacion.com on Tuesday, January 16, 2018

Tampoco podrá hablar a solas con una persona de diferente sexo, está censurado el uso de Facebook y al viajar en el metro o autobús, las personas deben evitar sentarse a la par de alguien de diferente género, excepto si son pareja.

Las muestras de cariño en público están vetadas y cualquier tema sexual despierta un escándalo inimaginable.

Charloth Badilla habla sobre su vida en Irán
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Charloth Badilla habla sobre su vida en Irán

La lista de prohibiciones en esta inflexible república islámica es interminable, sobre todo para las mujeres. Mientras se encuentren en público, están obligadas a usar un hiyab, que es un velo o pañuelo grande para cubrir la cabeza.

En medio de estas rigurosas medidas vive, desde hace dos años, la costarricense Cherrie Charloth Badilla Alfaro, de 25 años y oriunda de Guadalupe, Goicoechea.

Su casa está en el último piso de un edificio frente a un gigantesco campo de manzanas en una ciudad llamada Karaj, de 1,6 millones de habitantes, a una hora en metro de Teherán.

Cherrie Charloth Badilla Alfaro se casó con Ali Sarrami hace cinco años. Él es iraní-estadounidense. En la imagen en el Santuario Imán Reza, en la ciudad de Mashhad, a 900 kilómetros de Teherán.

“Me enamoré de un hombre 33 años mayor que yo. Tenemos cinco años de estar juntos, de los cuales vivimos tres años en Costa Rica”.

Así comenzó Charloth (prefiere su segundo nombre) a contarme sobre su vida, esa que la llevó a empacar maletas, desterrar el miedo y los prejuicios para empezar un nuevo capítulo, pero en Irán, país riguroso, criticado con severidad por Estados Unidos por su odio a los judíos y supuesta colaboración a terroristas, pero que la cautiva día a día por su belleza y la hospitalidad de su pueblo.

Dice que las personas son bondadosas y serviciales, aunque las mujeres muy calladas, por las severas reglas de comportamiento.

Desde hace dos años, Cherrie Charloth Badilla Alfaro vive en la ciudad de Karaj, en Irán.

Además, es muy seguro. “Si dejo mi celular en un restaurante o en el metro, regreso y ahí está. Nadie lo toma, por orgullo no lo hacen”.

El cambio ha sido drástico. En Costa Rica estaba acostumbrada a salir con sus amigos a un bar, disfrutar de la playa en vestido de baño y utilizar blusas sin mangas y con algún escote.

“Irán es un país increíble, es como viajar atrás en el tiempo. Lo que más disfruto es su comida e idioma (persa, también llamado farsi), que manejo bastante bien. Es muy difícil para una tica vivir en un país musulmán, verme forzada a usar hiyab si quiero salir a la calle”, confiesa.

El calor infernal del verano no le hace mucha gracia, pero las espectaculares nevadas del invierno le fascinan, pues el país se pinta de blanco. "Es la época perfecta para vivir en un país musulmán (por la vestimenta)”.

La costarricense Cherrie Charloth Badilla Alfaro asegura que Irán es una escuela para ella, debido a su cultura.

En 1979 se consumó en Irán la revolución islámica y el ayatolá Ruhollah Jomeini se convirtió en líder supremo. Avaló la creación de los Cuerpos de la Guardia Revolucionaria, para preservar la revolución islámica mediante ejecuciones contra todos aquellos que expresaran opiniones contrarias.

Aún hoy, efectivos de la Guardia Revolucionaria, vestidos de civiles, vigilan el cumplimiento del Sharía, la intolerante ley religiosa, sin importar si los castigos son inhumanos, como latigazos en público, amputaciones e incluso la ceguera forzada.

Charloth sufrió un incidente, teñido de susto, con una de esas patrullas.

“Mi hiyab se quedó pegado en la rama de un árbol, por lo que me lo quité y lo guardé; se me olvidó que no es un juego. El oficial me empezó a decir cosas en farsi y le dije que era turista, por lo que bajó el tono y me pidió, como favor, que le ayudara a seguir las reglas”.

En ocasiones, Cherrie Charloth Badilla Alfaro utiliza un sombrero en vez del hiyab para cubrirse la cabeza.

No importa si la persona es persa o un extranjero que llega por unos días a disfrutar de los paisajes y monumentos históricos iraníes; todos están obligados a acatar las normas.

Esta tica dirige desde Irán un negocio en Costa Rica de programación, diseño y mantenimiento de sitios web. Ella enfatiza que no deja de trabajar pues considera muy importante tener independencia financiera.

No es fácil, las redes sociales están bloqueadas y debe recurrir al VPN, que es una conexión privada para saltarse regulaciones, como las geográficas.

Su esposo es Ali Sarrami, de 58 años; lo conoció en nuestro país en una reunión del trabajo que tenía en ese momento. Él está retirado, luego de vender un negocio de hospitales odontológicos que por años tuvo en Estados Unidos.

Enfatiza que Sarrami la trata muy bien. La razón es muy simple, él tenía 48 años de no vivir en Irán, por lo que está muy adaptado a las costumbres occidentales. Para él, no es de otro mundo hacer oficios domésticos, por ejemplo.

“Cuando viajamos, si él está cansado o simplemente le da pereza, yo salgo sola. Algunas mujeres no se valen por sí mismas, dependen completamente del esposo y deben aguantar. Nosotros odiamos esas cosas y algunas veces pecamos por justos y por meter la cuchara por intentar detener algún maltrato verbal”.

Cherrie Charloth Badilla Alfaro y Ali Sarrami se casaron hace cinco años, pero viven en Irán desde hace dos años, luego de mudarse desde Costa Rica.

“A los amigos de Ali les da miedo, entonces tratan de respetar a sus esposas cuando están en mi casa”, asegura Charloth.

Optaron por establecerse en Oriente Medio, pues allá es mucho más barato. Por ejemplo, con ¢11.000 cenan dos personas en un restaurante de lujo, dos litros de gaseosa cuestan poco menos de ¢300 y ¢3.000 son suficientes para que una pareja almuerce en un local austero.

Charloth estudiaba Administración de Empresas, pero no concluyó la carrera, aunque en su interior siempre resuena una voz que le aconseja convertirse en periodista.

Todavía no tiene la ciudadanía iraní, por lo que debe salir cada tres meses del país, generalmente a Europa, así “renueva” su visa.

Cherrie Charloth Badilla Alfaro asegura que la comida iraní es deliciosa. Fotografía: Cortesía

“Tengo dos amigas iraníes, Mashid que habla muy bien inglés y Fariba que no habla inglés en lo absoluto, entonces tengo que usar mi conocimiento en farsi”.

Cuando se enteran de que es costarricense, le piden decir algunas palabras en español y mostrar fotografías de su terruño.

Siempre trata de andar feliz, sin contener la risa, aunque reconoce que en ocasiones la soledad es abrumadora, debido a todas las restricciones.

A Costa Rica viene una vez al año; su próximo viaje está programado para marzo. Su mamá vive en Nueva York, pero aquí visita a su papá, su hermana mayor y dos hermanos menores.

“Acá no se celebra la Navidad; es muy triste estar para esa época acá. Con los ojos del alma me veo a mí misma, y aunque el país no me permite hacer uso de mi libertad, dentro de mí la tengo y nadie me la quita”.

Precisamente, los iraníes recurren a una estrategia para librarse, aunque sea por un rato, de las severas reglas. Es muy difícil que el gobierno controle lo que sucede dentro de las casas, excepto si algún vecino los denuncia.

De hecho, Charloth confiesa que tienen un galón de vino de uvas, comprado a un ciudadano armenio, con habilidad para producirlo en la clandestinidad.

Además de español, Cherrie Charloth Badilla Alfaro habla persa e inglés.

“Extraño el gallo pinto y el buen humor de los ticos, pues el iraní es más reservado”, expresa Charloth, quien por ahora no tiene ni siquiera planes lejanos de vivir en su país.

Esta costarricense intenta explicar de la forma más sencilla posible cómo es estar en Irán. “Vivo la libertad en todo lo que soy, en mi casa o en la calle, pero aquí la mujer ni los hombres tienen esa libertad. Esto es como una jaula grande, es una prisión grande; ellos pueden sacar el pasaporte, pero muchos países no los reciben. Me faltan palabras y me sobran sentimientos por lo que veo aquí, la gente es muy simple, viven con muy poco”.

La ciudad es gris, la mayoría de autos son blancos mientras que casi todas las mujeres solo usan atuendos negros. Los bazares son enormes y se consigue de todo, excepto la felicidad ausente entre las personas, siempre vigiladas por las Guardias Revolucionarias.

Charloth desea que pronto llegue marzo, pues vendrá a Costa Rica; será un respiro para recobrar fuerzas y volver a Irán, tan rico e interesante culturalmente, pero con las libertades encarceladas por la voluntad política y creencias religiosas.

Mapa de Irán.

Datos de Irán:

Capital: Teherán

Población: 80,2 millones (Por cada tico, hay 16 iranís)

Extensión territorial: 1,6 millones de km cuadrados (31 veces más grande que Costa Rica)

Moneda: Rial (1 rial son ¢0,015)

Idioma: Persa, conocido como farsi

Cherrie Charloth Badilla Alfaro tiene 25 años y es oriunda de Guadalupe, Goicoechea.

Otros artículos de la serie de Ticos lejos del hogar:

Los montes Elburz de Irán. Fotografía: Cherrie Charloth Badilla Alfaro
Distribución de países en que están costarricenses.

Los datos anteriores corresponden a los costarricenses que reportaron a la Cancillería vivir en otra nación. No necesariamente todos los que migraron están incluidos, porque el proceso es voluntario y en algunas naciones no existen consulados de Costa Rica. Los datos de Puerto Rico corresponden a antes del paso de los huracanes Irma y María, por lo que ahora la cifra puede ser menor.

Vista de Teherán, la capital iraní. Fotografía: Cherrie Charloth Badilla Alfaro

Esta es la decimatercera historia sobre costarricenses que dejaron su país por diferentes circunstancias, se adaptaron a otra tierra, pero guardan el cariño por sus raíces.

Jairo Villegas S.

Jairo Villegas S.

Periodista especializado en viajes. Ha visitado 88 países aprovechando diferentes estrategias para viajar a bajo costo. Ha sido corresponsal, redactor en Nacionales y editor de Deportes. A partir del 2017 publica en el blog De Viaje con Jairo.

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