Ticos lejos del hogar: La impensable vida en Túnez

Liliana Muñoz tiene 37 años de vivir en Túnez. Ella relata por qué se mudó a ese país africano, sus anécdotas y da recomendaciones a ticos que visiten esa nación

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Han pasado muchos años desde que la costarricense Liliana Muñoz Castro cursaba un doctorado en Lovaina, Bélgica. En Costa Rica se graduó como licenciada en Química y trabajó tanto en la Universidad de Costa Rica (UCR) como en la Universidad Nacional (UNA). Luego, vivió tres años en Japón y otros tres en ese país europeo.

La ilusión y el reto por lograr ese nuevo título académico fueron superados por ese sentimiento que surge de repente y que es tan difícil de controlar, pues irrumpe sin avisar y la ha hecho muy feliz.

La vida hizo que esta josefina coincidiera con el tunecino Ali Nefzaoui, quien culminaba el doctorado en esa misma ciudad belga. Ellos se dieron el sí y Muñoz empacó y se mudó a Túnez, país ubicado al norte de África, que tiene casi 12 millones de habitantes en 163.610 kilómetros cuadrados de territorio, es decir, tres veces el tamaño de Costa Rica.

Para ella el tiempo ha pasado volando. Desde hace 37 años empezó una gran aventura en ese país, donde tuvo dos hijas. La mayor se llama Meriam y vive en Bolonia, Italia, donde cursa un doctorado. La menor, entre tanto, es Sara, quien después de acabar sus estudios en Túnez se casó con un estadounidense y se trasladó a Carolina del Norte.

La costarricense Liliana Muñoz, su esposo Ali Nefzaoui, de nacionalidad tunecina, y sus hijas Sara y Meriam (abajo izq,). La imagen de abajo a la derecha corresponde a Sara y su esposo John.

Cuando llegó a esa nación, Muñoz y su esposo primero vivieron en Susa, ciudad ubicada a unos 140 kilómetros de la capital, también llamada Túnez. Ese sitio es espectacular porque lo baña el mar Mediterráneo y ofrece unos paisajes de ensueño.

”Trabajé dos años como asistente de química en la Escuela Superior de Horticultura de ChottMeriam, una institución de enseñanza universitaria dedicada a la agronomía. Cuando nos mudamos a la capital, trabajé en una empresa local de importación y exportación; también fui responsable del sector comercial de la Embajada de Chile, hasta que se trasladó a Argelia, y finalmente, desde 2001 hasta diciembre de 2021 trabajaba en la Embajada de Brasil. Estoy pensionada desde enero de 2022”, detalló Muñoz.

Esta costarricense disfruta su vida en Túnez a más no poder. Asegura que pasa mucho tiempo en su casa pintando, pues es una apasionada de la pintura y el retrato. Incluso, en Costa Rica tuvo la fortuna de participar en un taller con el destacado pintor Rafa Fernández, quien fue su gran amigo.

”También me ocupo de mis tres gatos, a veces salgo a almorzar con mis amigas latinas, voy dos noches por semana a los ensayos del coro de la Orquesta Sinfónica de Túnez, del cual formo parte…”.

La costarricense Liliana Muñoz integra el Coro Sinfónico. Aquí en un recital en la Catedral de Túnez.

Muñoz sigue encantada de Túnez, con el mismo fervor que lo estuvo cuando llegó por primera vez. Adora los festivales culturales de música, la danza y el cine. Dice que al estar tan cerca de Europa, pueden gozar de diversos espectáculos con artistas internacionales a precios módicos.

De paso, esta josefina lanza una frase con la cual se generan todos los deseos del mundo por conocer ese país.

“Me gusta el mar y la playa en el verano. La arena es blanca y el mar es como una piscina, color turquesa. Túnez tiene 148 km de litoral, de los cuales 575 son playas. El desierto ocupa entre 30% y 40% de la totalidad de su superficie del país. Me gusta también su aspecto arqueológico: hay vestigios romanos en todo lado, las ruinas están bien conservadas”, resaltó.

No crea que todo ha sido sencillo para Muñoz. Nunca es fácil adaptarse a otra cultura. Por eso, le pregunté a qué no ha podido acostumbrarse en Túnez.

“Al Ramadán o mes de ayuno musulmán. Es un mes en que las personas ayunan todo el día, no pueden fumar ni beber agua, hasta la puesta del sol. No me gusta porque las personas andan malhumoradas y nerviosas, por causa de la privación. La ciudad solo cobra vida por las noches, después de la cena”, respondió.

Este es el anfiteatro El Djem en Túnez.

Cuando decidió dejar definitivamente nuestro país para vivir a miles de kilómetros de distancia, en otro continente, esta costarricense contó con el respaldo de sus padres, pues asegura que fueron personas muy comprensivas que siempre apoyaron sus decisiones.

¿Cómo fueron esos primeros días en Túnez, con un idioma tan distinto (árabe), quizás con algo de nostalgia por la lejanía? Muñoz escarba entre sus recuerdos y busca una anécdota imborrable de ese momento.

”Estaba leyendo en casa de mi cuñado un libro sobre la historia del mundo árabe y del Islam, y en cierto momento puse el libro en el suelo. Inmediatamente vino un miembro de la familia y me dijo que no podía hacer eso, que era un irrespeto. Yo no entendía por qué. Me explicó que en ese libro había citaciones del Corán, el libro sagrado de los musulmanes, que se basa en revelaciones divinas hechas al profeta Mohamed. Por tanto, el libro que contiene las palabras del profeta no puede estar en el suelo pues es un pecado”.

Sobre el idioma, Muñoz habla el árabe de Túnez, que es un poco diferente al árabe literario, según comenta. Ella trata de venir a Costa Rica cada dos o tres años, y en su casa ha recibido a una hermana y a algunos amigos, que la han ido a visitar.

La costarricense Liliana Muñoz en Dougga, Túnez. (Picasa)

Posiblemente nadie como Muñoz está más autorizado para aconsejar sobre los lugares que ver en Túnez, en caso de que quiera incorporar dicho país en sus destinos soñados. Primero, para que tenga una referencia, dicha nación colinda con Argelia y Libia.

Ella sugiere que en su agenda de viaje incluya estos lugares:

-El Museo Bardo y su colección de mosaicos maravillosos.

-Las ruinas de Cartago y sus alrededores (termas de Antonino, anfiteatro romano, etc).

-Sidi Bou Said, un barrio pintoresco de Túnez situado en una colina, todo blanco, que recuerda los pueblitos de las islas griegas.

-El zoco o “souk”, un bazar o mercado tradicional de Túnez, que es como la caverna de Ali Babá.

-El Coliseo de El Djem.

-Dougga, Bulla Regia y otras ciudades romanas antiguas.

-El desierto y las casas trogloditas de Matmata.

Imagen de Porto Farina, en Túnez.

¿Cuál es la mejor época del año para visitar Túnez? “Depende del motivo del viaje: el verano es mejor si se quiere aprovechar de la playa. Por el contrario, para ir al sur, al desierto, es mejor ir en primavera o en otoño, cuando no hace tanto calor. Se puede también ir en invierno, pero en el desierto las noches son muy frías”.

Hay una advertencia para los turistas. En ese país no se puede consumir alcohol en público. Si van en Ramadán, deben respetar el ayuno y ni siquiera es posible masticar chicle en las vías públicas.

“La comida de Túnez es muy sana, es dieta mediterránea, con muchos vegetales y aceite de oliva. Me encanta el cuscús, que es un plato a base de sémola de trigo cocida al vapor que se acompaña de una salsa de vegetales y carne (pollo, cordero). Hay diversos tipos de ensaladas, pastas, etc. Hay mucha diversidad. Todo me encanta. Solo el cerdo es difícil de encontrar aquí, por motivos religiosos. Sin embargo las bebidas alcohólicas se venden en los grandes supermercados, a excepción de los viernes, que es para los musulmanes como el domingo para nosotros”, contó.

Pese a que tiene tantos años en Túnez, es imposible para Muñoz olvidar algunos de los productos que consumimos en Costa Rica. Como la masa es imposible de encontrar, ella mantiene congelada y así puede hacer tamales para Navidad.

Tampoco logra encontrar frijoles negros y frutas tropicales, como mangos o papaya. Dice que esporádicamente encuentra mangos pero a precios elevadísimos.

Liliana lleva poco más de la mitad de su vida en Túnez, donde el destino la llevó quizás sin imaginarlo.

Estaes la historia número 71 sobre costarricenses que dejaron su país por diferentes circunstancias, se adaptaron a otra tierra, pero guardan el cariño por sus raíces.

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