Cuando la universidad italiana en la que hacía una maestría en Cooperación Internacional y Resolución de Conflictos le dio la opción de trabajar su tesis en Jordania, Karen Arias Obando se llenó de emoción.
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Un tiempo atrás había visitado ese país árabe y la dejó fascinada.
De hecho, su mamá Heidy Obando Méndez notó la alegría que destellaba Karen. ¡Era imposible no notarlo! Así se lo hizo ver cuando regresó a casa después de ese paseo inolvidable.
“Mi mamá me dijo que nunca me había visto tan feliz y le dije que tenía que volver”, afirma, aún con un sentimiento de alegría enorme.
El futuro se ensañó en que lo hiciera. De un pronto a otro, Jordania se aparecía en cualquier mapa que recreara en su mente; también era el primer destino soñado que tenía en la lista de anhelos de viaje.
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Mientras estudiaba en Pisa, Italia, en la universidad le dijeron esas palabras mágicas que quizás Karen nunca pensó escuchar: “Puedes ir a Jordania seis meses como parte de la tesis”. Su tema académico consistía en explorar la importancia de la educación en zonas de conflicto.
Pero eso no fue todo. Había más en el camino para Karen, quien está a un par de meses de cumplir 30 años.
Una vez en Amán, la capital de esa fascinante nación de Medio Oriente, ocurrió algo sensacional para ella: Caritas Jordania le ofreció un empleo, por el buen desempeño que tuvo con su trabajo de campo para la tesis.
Es imposible describir la alegría que brotó en Karen. La expresión hacer realidad un sueño se queda demasiado corta.
De inmediato empezó a trabajar con migrantes sirios e iraquíes, pues ella está designada al departamento de Proyectos de ayuda humanitaria y desarrollo para la población refugiada de esos países.
De eso han pasado tres años y vive el día a día como si fuera la primera vez, en el país que soñó y en el trabajo que anheló, una mezcla que roza la perfección.
Karen tiene su hogar en Jabal Al Weibdeh, una de las siete montañas que forman Amán.
Hay una sorpresa más con esta costarricense, que es parte de todas las alegrías que le ha dado Jordania. Para julio del próximo año, tiene programada su boda en esa nación.
Su futuro esposo se llama Nimeh. Él nació en Jordania, pero su padre es Sirio. Debido a las tradiciones de Medio Oriente, mantiene la nacionalidad de su progenitor, por lo que siempre portará un pasaporte sirio.
“Lo conocí hace siete años, cuando estuve en un festival en Hungría. Pertenezco a un grupo de la Iglesia Católica y nos hicimos mejores amigos; por cosas de la vida terminé en Jordania”, recuerda Karen, sin aludir directamente al destino que le tenía preparado ese pasaje de su vida.
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Para atender mejor a los migrantes, Karen aprendió a hablar árabe, pues es el único idioma que dominan muchos de ellos. En la oficina se desenvuelve en inglés o italiano. De hecho, la lengua oficial de Jordania es el árabe, pero el inglés es de dominio popular.
¿De qué parte de Costa Rica es Karen? Su papá es de Grecia y su mamá de Buenos Aires de Puntarenas. “Siempre digo que soy mitad bonaerense y mitad griega, porque vivimos en ambas ciudades por igual, pero en diferentes etapas de mi vida”.
Sobre Jordania, enfatiza que es un país seguro para residir, con una rutina y estilo de vida muy diferentes al de nuestro país.
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Admite que es una nación cara, muy cara en realidad.
“El precio de las cosas ha subido principalmente por el aumento acelerado de la población, causado por la llegada de refugiados y extranjeros, pero lo bueno es que las cosas que en Costa Rica son caras, como las almendras y nueces, acá son más baratas”, dice.
Cada dos años viene a visitar a su familia y amigos. Es un momento especial, no solo porque los puede abrazar después de un buen tiempo y charlar sin cansarse, sino porque puede saciar algunos antojos, como la comida.
“Le puedo dar una lista de mil cosas, pero sobre todo un buen rice and beans”, comenta.
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Hace tres años recibió la visita de su familia. Precisamente fue en aquel momento en que trabajaba en la tesis, que se esforzaba por cumplir con la academia y cuando recibió la bendición del empleo.
Algunos de sus amigos ticos han aprovechado su estancia en Jordania para conocer esa nación y algunas otras vecinas.
Sobre el lugar donde vive, dice estar encantada por la seguridad.
“Me gusta que todos los negocios están abiertos todo el día. Uno camina a medianoche y se ven personas cortándose el cabello, comprando verduras o jugando cartas”.
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No todo es perfecto. Lamenta que no existe una cultura para minimizar el uso de plásticos, la falta de zonas verdes y no poder tomar agua del tubo, como lo hacemos acá.
De los aspectos más interesantes al viajar está probar la comida. ¿Le gusta la comida de Jordania, cómo es?
“La comida es deliciosa. Tienen una combinación de especias perfecta, porque no es tan fuerte como en otros países; dan muy buen sabor a la comida. El plato típico se llama mansaf, que consiste en arroz con trozos de cordero, almendras y el famoso jamid, que es yogurt seco. Tradicionalmente se come con las manos”.
Enfatiza que los jordanos son personas hospitalarias y sin importar lo que suceda, siempre están felices y llenos de optimismo.
“Yo creía que los latinos éramos fiesteros, pero no hay nada como un árabe y un doumbek (tambor árabe)”.
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Tres años de vivir en Jordania le dan a Karen la propiedad para aconsejar a los ticos que quieran visitar esa nación, para que ahorren y no se pierdan los lugares principales.
¿Qué le sugieres a un tico que vaya a Jordania de vacaciones?
La respuesta lo puede animar: “Que me escriban para ayudarles con cualquier cosa de logística y me lleven café”.
Luego, le pregunto cuáles son los imperdibles.
“Petra, por supuesto, el desierto de Wadi Rum, el Mar Muerto, El Mercado (Balad) y si tienen tiempo, el Mar Rojo. Para los que hacen turismo religioso, les agregaría también Betania/Río Jordan y Mount Nebo, que fue donde Moisés tuvo la visión de la Tierra Prometida”.
Como el país es caro, siempre es bueno tener a mano sugerencias para ahorrar todo lo posible. Karen aporta lo siguiente:
“Se ahorra comprando el Jordan Pass, que es una iniciativa del gobierno jordano que incluye la visa de ingreso y todos los lugares turísticos. Además, viajar con una compañía de buses que se llama Jett Bus, que tienen rutas desde Amán a todos los lugares que mencioné por muy buenos precios”.
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Visitar el Medio Oriente puede significar una experiencia única. A Karen se le viene a la memoria un dicho jordano: “El que va a Jordania, regresa”.
Las mujeres no están obligadas a utilizar velo o burka, como en otras naciones árabes.
Karen está feliz en Jordania; claro, en ocasiones es tanto el anhelo por venir a Costa Rica que extraña nuestro país en sobremanera. Ella alcanza sus metas, aquellas que deseaba con tanta fuerza que provocó que todo fluyera a su favor, aún cuando parecía imposible.
La vida es de decisiones, Karen no desaprovechó las oportunidades y vive feliz, aunque su mente y corazón siempre están en su amada patria.
Datos sobre Jordania
Capital: Amán
Población: 9,7 millones (casi el doble que Costa Rica)
Extensión territorial: 89.342 kilómetros cuadrados (38.000 kilómetros cuadrados más que Costa Rica)
Idioma: Árabe, aunque el inglés se habla en todo el país
Moneda: Dinar jordano (1 dinar son ¢798)
Esta es la sexagésima cuarta historia sobre costarricenses que dejaron su país por diferentes circunstancias, se adaptaron a otra tierra, pero guardan el cariño por sus raíces.
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