A Arline Argüello Mena siempre la invadió el deseo de vivir en el Medio Oriente. Empujada por las raíces árabes de su abuela paterna, sentía dentro de sí esa curiosidad por conocer esas tierras, sus costumbres y encantos.
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El anhelo lo transformó en hechos en abril del 2018, cuando llegó a Baréin por trabajo.
Estaba convencida de que no podía dejar pasar una oportunidad laboral como se le presentó. Ella trabaja como terapista en el spa de un lujoso hotel ubicado en esa isla.
A punto de cumplir 34 años (el festejo es en setiembre), esta tica oriunda de San Isidro de El General fue promovida y ahora se desempeña como supervisora.
A la vez, su contrato inicial de un año le fue renovado de forma indefinida. Le toca a ella decidir cuánto tiempo más estará en ese país árabe.
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La vida en Baréin está llena de contrastes. Quizás es inimaginable que una nación árabe haya sido bautizada como Las Vegas del Medio Oriente.
Ese territorio insular de apenas 765,3 kilómetros cuadrados, es decir, 67 veces más pequeño que Costa Rica, está lleno de lujosos hoteles y hay una vida nocturna inigualable. Sí, incluso se vende licor y no solo a turistas.
Por eso es que los fines de semana (viernes y sábado) está repleto de ciudadanos de Arabia Saudí y Kuwait, que llegan en procura de un poco de libertad.
Esto no inquieta a Arline. Ella prefiere llevar una vida tranquila, resguardada de la fiesta nocturna.
Su día a día transcurre de la casa al trabajo, luego se llena con una dosis de energía en el gimnasio y otra vez al lugar donde vive.
Sus días libres los aprovecha para caminar, ir al cine y disfrutar de un helado o un café con otros latinos, principalmente colombianos, chilenos y cubanos. Sí, Arline no ha conocido otros ticos en Baréin.
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“No soy de andar de fiesta, no es la parte por la que me voy tanto, pero Baréin tiene otra cara, por la que es conocida como Las Vegas del Medio Oriente. Los fines de semana estamos llenos de saudíes y gente de Kuwait, porque son dos países con muchas restricciones.
De hecho, durante esos días de descanso es normal que las personas se levanten a eso del mediodía y se acuesten a las 2 a. m.
“Vivir aquí es bastante caro, por ejemplo, una cena promedio en algún lugar que ofrezca comida bien rica puede costarle unos ¢15.000. La cerveza es carísima, unos ¢7.000-¢8.000. Algunas cosas son más caras que en Costa Rica y otras son más accesibles”, dice.
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La historia es muy diferente con el combustible. Arline dice que es casi regalado, pues con ¢5.000 se llena el tanque.
¿Cómo son los bareinís?
“Es gente hermosa, superlindos, con un corazón similar al tico. Te hacen sentir bienvenido, ayudan sin conocerte. Llegué a la estación de policía porque necesitaba hacer un trámite y el empleado, sin conocerme, me hizo todo el trámite. La gente es muy amable, muy educada, gente muy linda con la que uno trata”.
“Se diferencian mucho de los otros hermanos árabes por lo cálidos que son; eso marca la diferencia en ellos”.
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Si siente curiosidad por visitar esa nación, tome en cuenta que necesita visa. Arline dice que ahora se puede gestionar por Internet, en el caso de los costarricenses.
Una curiosidad es que la isla la puede recorrer en una hora en auto. La capital, Manama, tiene a su alrededor los restantes distritos principales de ese país.
“Manama tiene casitas viejas, edificios viejos en la parte antigua, así como estructuras nuevas, muy bonitas, hoteles divinos. Uno lo que ve es un contraste”, expresa Arline.
Lógicamente hay playas, pero con una particularidad muy extraña para los costarricenses. Si desea visitar la mayoría de ellas, debe pagar, pues son privadas.
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En el hotel donde Arline trabaja, el costo para ingresar a la playa es de ¢94.000 por un día, aproximadamente.
Unas pocas playas, no tan bonitas, tienen tarifas cercanas a los ¢3.500.
Quienes se bañan en el mar de Baréin pueden flotar con mayor facilidad, porque el agua es más salada.
Hay algo que hizo sufrir mucho a Arline cuando llegó a Baréin: la comida. ¿Por qué? Esta compatriota da su explicación.
“Básicamente se consigue de todo, como por ejemplo frutas y verduras, pero el sabor no es igual, en lo absoluto, porque todo lo bajan muy cele. Imagínese cuánto tarda un banano de Ecuador a acá... son muchos días. Se consiguen frutas como manzanas, naranjas, mango y mamón chino, pero el sabor no es igual. También hay carne de res, pollo y cordero. Cerdo no porque es prohibido, pese a que hay unos supermercados con licencia especial para venderlo”.
“Para mí la comida ha sido un calvario. Me ha costado mucho acostumbrarme. Si le hubiera dado mente a la comida, no me habría venido, porque he sufrido bastante. El primer mes pasé muy enferma del estómago, seguro por la absorción tan mala de nutrientes. He pasado en el hospital varias veces, es muy difícil porque aquí todo es picante y en Costa Rica no lo comemos, entonces se me irrita mucho el estómago”, asegura Arline.
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Como en los restaurantes trabajan muchos filipinos o indios, la comida tiende a ser picante, cree esta costarricense. Incluso, advierte que la comida rápida hay que pedirla sin picor, de lo contrario puede resultar insoportable para consumirla.
“El licor se vende, pero no en todos lados. Hay tres licoreras que siempre están llenas, tienen horarios en específico para trabajar. Es de venta libre, no necesito licencia para comprar licor, pero son lugares específicos donde lo venden”.
La lejanía la hace sentir nostalgia. Arline no ha podido venir a Costa Rica desde que llegó a Baréin. Tiene toda la fe de darse una vuelta por acá en abril del próximo año.
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Su familia tampoco ha podido visitarla, aunque un primo tiene previsto llegar en enero.
“Cuando uno está lejos de la casa extraña hasta lo que odia, como el picadillo de chayote. Me hace falta el consomé de pollo y la salsa Lizano. Uno pone en la balanza el querer estar en Costa Rica o lo bien que vivo aquí; esa sensación de paz y tranquilidad y saber que no me van a matar le gana al momento”.
“Aquí algunas cosas son difíciles, pero otras son muy fáciles, como por ejemplo viajar. La seguridad aquí es impresionante, se puede dormir con las puertas abiertas y saber que no pasará nada, no roban si caminas por la ciudad, si dejó el teléfono olvidado, nadie se lo lleva”, resalta.
¿Qué hace durante sus días libres?
Arline cuenta que como todos los días debe levantarse a las 6 a. m. para ir a trabajar, en sus días de descanso duerme hasta las 9 a. m.
Si coincide con sus amigos, organizan desayunos, almuerzos o salidas al cine. En ocasiones, hacen torneos de videojuegos, aunque esta costarricense admite que es “muy mala” al jugar.
Si no tiene más remedio que pasar el día sola, va a un centro comercial y en las tardes camina en un castillo cercano.
No siempre puede hacer eso. El verano es sofocante e intolerable. En ese momento, el aire acondicionado se vuelve el mejor aliado.
Ella califica el calor como “atroz”.
“La temperatura llega a 45 grados y no dan ganas de salir. No puedes estar en un lugar sin aire acondicionado y para eso debes estar encerrado en casa, en el mall o en el cine. En la piscina del gimnasio no se puede estar porque uno siente que está metido en una olla de presión. Igual si vas al mar; está muy caliente. Además, es muy húmedo”.
“En marzo y abril la temperatura es soportable, mayo todavía pasa un poquito, pero junio, julio y agosto es como estar en el infierno. En setiembre empieza la transición para el otoño y se pone más fresco, al menos tolerable y no tan húmedo”.
“En invierno la temperatura es de 14 grados, es más confortable. Incluso, es común que a las personas le sangre la nariz por las temperaturas tan calientes”.
¿Llueve?
En todo el 2018 solo hubo lluvia cuatro veces. Un aguacero torrencial no dura más de 15 minutos y toda la isla se inunda, pues no hay desagües por falta de precipitaciones, o si los hay, posiblemente estén llenos de arena debido a la brisa.
Asegura que llueve cuando va a comenzar el verano y también cuando entra el invierno.
¿Siempre tiene curiosidad de visitar Baréin? Arline recomienda hacerlo entre diciembre y febrero, porque el clima es más agradable.
“Hay un zoológico muy bonito, es muy grande y hay que andar en un carrito. Hay un parque acuático, hay un árbol de la vida que está en medio de la nada y vive del aire; es muy famoso. En marzo-abril es muy famoso porque se hace el Gran Premio de Fórmula Uno y viene gente de todo el mundo”.
“Si le gusta la fiesta, puede irse de fiesta a un lugar distinto. Siempre hay sitios para que las mujeres tomen gratis todos los días, mientras que a los hombres les sale caro, porque deben pagar la entrada y el licor”, señaló.
De inmediato le pregunté a Arline cómo es la vida de una mujer en Baréin.
Enfatiza que no hay restricciones para las damas, excepto si va a entrar a una mezquita, pues en ese caso debe cubrirse la cabeza con un hiyab.
“Aquí la mujer puede trabajar, manejar, hacer su vida, pero si eres de una familia musulmana no le alquilan un apartamento para que viva sola si es soltera, pues tiene que vivir con la familia; si eres extranjera, no hay problema”.
Sin embargo, hay otras reglas para las mujeres diferentes a las de Occidente, según enumera Arline.
Por ejemplo, si es soltera no puede tener hijos. ¿Por qué? “No se permite por un tema de familia, porque para ellos el núcleo de la sociedad musulmana es la familia y no conciben que un niño nazca sin un padre. Si es extranjera y queda embarazada, no hay seguro médico que lo cubra, entonces debes irte y para entrar de nuevo, no lo permiten porque se necesita que el hijo tenga el apellido del papá”.
“El país es muy seguro para vivir, con una economía muy estable. Como mujer no me he sentido violentada. Una vez en el supermercado andaba un hombre detrás mío y me volví y le dije que por qué me está siguiendo. Salió corriendo, porque si le digo a la policía lo encarcelan por dos años”.
“Aquí paso por una construcción y no me gritan vulgaridades, como en Costa Rica. El respeto es impresionante”, concluye esta costarricense.
Datos de Baréin
Capital: Manama.
Población: 1,5 millones (tres veces menos que Costa Rica).
Extensión territorial: 765,3 kilómetros cuadrados (67 veces más pequeño que Costa Rica).
Moneda: Dinar bareiní (1 dinar bareiní son ¢1.561).
Idioma: Árabe.
Visa: Es necesaria para los costarricenses.
Esta es la quincuagésima octava historia sobre costarricenses que dejaron su país por diferentes circunstancias, se adaptaron a otra tierra, pero guardan el cariño por sus raíces.