En Costa Rica nunca tuvieron la dicha de toparse, pero en Roma, la capital de Italia, el destino las unió y las convirtió en grandes amigas, de esas que se apoyan cuando la tristeza por estar lejos de su país se propone hacerlas caer.
Marisol Umaña Sánchez, de 33 años; Mariamalia Cartín Jiménez, de 38; y Laura Ibarra Jiménez, de 29; se conocieron hace dos años y medio, en una actividad de la Embajada de Costa Rica en ese país.
Desde ese momento, se volvieron inseparables; incluso abrieron una página en Facebook llamada ROMAnTICAS para aconsejar a costarricenses que viajan a esa nación. Ahí se pueden encontrar hermosos destinos que no suelen ser incorporados en los itinerarios de las agencias de viaje o restaurantes preferidos por los italianos, más económicos que los frecuentados por los turistas.
¿Planea ir a Italia? Tres costarricenses que viven en Roma le pueden aconsejar para que ahorre en hospedaje y alimentación, y conozca hermosos lugares que no están incluidos en los itinerarios de las agencias de viaje. Del blog #DeViajeconJairo
Posted by nacion.com on Tuesday, January 23, 2018
Ellas tienen algo en común: migraron a Italia por amor. Las tres están casadas con italianos, a quienes curiosamente conocieron a Costa Rica.
Cuando se reúnen, que suele ser al menos una vez por semana, aprovechan para preparar platillos ticos, como gallo pinto con plátano maduro, así como tamales para esta Navidad. Los ingredientes los consiguen en mercaditos de Roma; las hojas vienen congeladas desde Filipinas.
Marisol Umaña Sánchez
Tiene seis años de haberse instalado en Roma. Ahí cursa la carrera de Ciencias de la Comunicación y tiene dos hijas, mitad ticas y mitad italianas.
“Uno en Italia dice que es costarricense y las personas sonríen, porque dicen que nuestro país es muy bonito; eso me llena de orgullo, porque Costa Rica llama la atención por su naturaleza y las personas dicen que les gustaría conocerla”, expresó Marisol.
Ella es oriunda de Desamparados, aunque la mayor parte del tiempo vivió en San Pedro de Montes de Oca.
Su hija mayor es Fabiana, de 11 años, quien nació en Costa Rica; la menor es Vittoria, de tres años, quien vio la luz en Roma.
“Me casé muy joven, viví con mi esposo en Costa Rica desde el 2006, pero hace seis años nos vinimos. Primero estudié Educación en nuestro país, pero me quedó la espinita de llevar una carrera en el extranjero".
Marisol extraña demasiado a su mamá, papá y hermanas. “Mi familia es muy grande y muy unida, todos los fines de semana había alguna actividad”, recordó.
La nostalgia se dispara en diciembre, al punto que admite que en ocasiones la envuelve el mal de patria y le es imposible evitar el llanto.
“Aunque tengo esposo e hijas, no es lo mismo. También me hace falta el rompope, el arroz con leche. Aquí el 24 de diciembre, en lo que se llama la vigilia, se come pescado, se toma vino, también se come un pan que llamado panettone, al que se le pone azúcar blanca. Hay una costumbre que me llama la atención, y es que el 24 y 31 de diciembre se juega bingo a la medianoche, se llama tombola”, narró.
Mariamalia Cartín Jiménez
Oriunda de Granadilla de Curridabat, Mariamalia vivía prácticamente a la par de su mamá, muy cerca de un hermano, un tío y su abuelo.
Estudió Publicidad y trabajaba con sus hermanos en un negocio familiar.
Su segundo matrimonio fue con un italiano, con quien emigró a Roma con la idea de estar unos meses. “Ya llevamos cinco años”.
“Al inicio no fue fácil, sobre todo para mi hijo mayor, Matthias. Aunque no era la primera experiencia de vivir fuera de Costa Rica, pues en 2010 estuvimos en Panamá por el trabajo de quien era mi esposo en ese entonces, pero esta vez mi hijo, ya más grande, le llegó a pesar la ausencia de toda la familia, sobre todo la del papá”, contó
Matthias tiene 14 años mientras que el otro retoño de Mariamalia, Stefan, tiene 11. Ambos llegaron a Roma sin saber hablar italiano, pero eso no fue obstáculo para adaptarse en la escuela, en la que fueron ejemplares por sus calificaciones.
“Me comprometí a que mis hijos fueran cada año a Costa Rica durante las vacaciones y el papá a venir a visitarlos. Siempre para Semana Santa y las fiestas de fin de año festejamos juntos costarricenses e italianos, como una familia alargada”, indicó Mariamalia.
“Ahora Matthias escogió ir a un colegio orientado en economía, mercadeo y finanzas. Stefan es un aficionado a la Roma, admirador de Francesco Totti y un jugador apasionado de tenis. El año pasado, la escuela de tenis en la que entrena le dio un reconocimiento como el mejor atleta del año. Su padre tiene la ilusión de verlo participar en la Copa del Café representando a Costa Rica”, dijo.
Ella es amante de tomar la cámara fotográfica y atrapar paisajes y momentos imborrables; y ahora lleva un curso de fotografía de estudio. Realiza trabajos freelance (independiente) en matrimonios, bautizos o primera comunión, aunque es en la primavera y el verano (entre marzo y setiembre) cuando más opciones tiene de ser contratada.
Laura Ibarra Jiménez
Hace cuatro años y medio llegó a Roma. A su esposo lo conoció en Costa Rica, pero prácticamente se comunicaban por señas, pues él no hablaba español ni ella italiano, pero el amor pudo más. Luego, estudió el idioma de su prometido.
“Nunca pensé que iba a tener un novio del otro lado del mundo, pero al final se dio. Vivo muy feliz y no me puedo quejar. Al principio fue un esfuerzo de los dos porque no es fácil tener una relación a distancia”, aseveró.
Durante tres años fueron novios, pero separados por un océano y alrededor de 11 horas de vuelo; él la visitaba cada cinco meses.
Laura, originaria de Moravia, dejó todo en Costa Rica al marcharse.
“Tengo mis papás y dos hermanos, uno mayor y una menor; toda mi familia está allá. Él (esposo) fue por mí a Costa Rica. Fui al país hace un año, pero no voy muy a menudo porque es largo y el boleto es caro; he dedicado las vacaciones a conocer Europa y otros lugares”.
Sus papás la acompañaron durante la boda, que se celebró en Italia. También la han visitado su abuelita, una hermana y una amiga.
“Mi mamá y mi papá quedaron muy tristes, pero ellos saben que estoy muy bien. Cambié mi vida, ven que vivo bien y mi esposo me ama; él tiene una familia muy numerosa a diferencia de la mía, que es pequeña”, resaltó Laura.
La lejanía no la hace despegarse de muchas costumbres ticas, aunque ha cambiado algunas cosas.
“Siempre comía mantequilla y ya no, además, aquí a la pizza no se le pone queso parmesano; yo la comía con queso parmesano y la primera vez que vine le pedí a mi esposo el queso y me decía que qué vergüenza, que no le pusiera”, comentó.
En Roma consigue frijoles, arroz, plátanos, yuca, chayote, ñampí y tiquisque.
“Para hacer tamales fui al mercado, las hojas las tienen congeladas; todo lo encontré, y cada una tiene su salsa Lizano”.
Cuando alguien la ha visitado desde Costa Rica, sus encargos han sido achiote, natilla, leche pinito y sirope para hacer granizados, así como frijoles molidos… “Hasta tamales me han traído”.
“Me encanta cocinar e invito a la gente y les preparo comida tica; arroz, frijoles, arroz con pollo, gallo pinto…”.
Datos de Italia
Capital: Roma
Población: 60,6 millones (12 veces más que Costa Rica)
Extensión territorial: 301.338 kilómetros cuadrados (casi seis veces más que Costa Rica)
Idioma: Italiano
Moneda: Euro (1 euro equivale a ¢685)
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Los datos anteriores corresponden a los costarricenses que reportaron a la Cancillería vivir en otra nación. No necesariamente todos los que migraron están incluidos, porque el proceso es voluntario y en algunas naciones no existen consulados de Costa Rica. Los datos de Puerto Rico eran antes del paso de los huracanes Irma y María, por lo que ahora la cifra puede ser menor.
Esta es la undécima historia sobre costarricenses que dejaron su país por diferentes circunstancias, se adaptaron a otra tierra, pero guardan el cariño por sus raíces.