“Activista, costarricense pero de corazón palestino”. Así se presenta en su cuenta de Twitter Tatiana Gamboa Freer, de 44 años.
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Asegura que desde niña, con apenas nueve años, se interesó por la situación que vive Palestina. Desde ese momento buscó toda la bibliografía posible para entender este hecho y más adelante se convirtió en una activista en procura de defender a esa población de lo que ella llama la “ocupación y ataques de los sionistas”.
En Costa Rica lideró movimientos pro defensa de los derechos de los palestinos. Incluso, el 14 de setiembre del 2014, junto a Suy Wong y Xiomara Esquivel, se apostó frente a Casa Presidencial con el fin de entregarle al presidente Luis Guillermo Solís una petición para que su gobierno se pronuncie sobre los "ataques de Israel a Palestina".
Ese campamento a favor del pueblo palestino se extendió durante 22 días.
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“Me siento afortunada de conocer a tanta gente solidaria y humanista, al igual que las muestras de apoyo en las redes sociales, porque verdaderamente hay solidaridad para otros pueblos que viven el horror de las muertes, separación de familias, chicos huérfanos y miseria que viven día a día”, escribió Tatiana Gamboa el 9 de octubre del 2014 en el Facebook de Código Rosado Costa Rica, organización dirigida por mujeres que pregonan la paz. Este mensaje lo plasmó al acabar con dicho campamento.
“No hace mucho” ella llegó a Palestina, como una forma de seguir sus ideales. Luego de un vuelo que hizo escala en Madrid, España, llegó a Israel y cruzó el puesto de control.
En territorio palestino, primero estuvo en Jerusalén del Este y Ramala. Ahora se hospeda con una familia en Hebrón, siempre en Cisjordania.
Las autoridades costarricenses en Israel le recomendaron que salga de Hebrón y que evite la zona del conflicto, por su propia seguridad, pero ella advierte que no lo hará, pues su intención es “conocer vivencialmente la realidad de Palestina, su cultura y su gente”.
“Hace muchos años deseaba venir y conocer por mí misma la situación que se vive aquí”, añadió Tatiana, quien prefiere revelar pocos detalles sobre su vida privada.
“La muerte no se planifica, el amor no se planifica, la vida no se planifica”, me responde cuando le pregunto cuánto tiempo más planea quedarse en esa región.
Ella misma admite que el hecho de ser costarricense no le da ninguna garantía de resguardo. Dice estar clara del peligro al que se enfrenta cada día.
“Muchas veces mi vida ha estado en peligro, pero no por los palestinos”.
Sostiene que toda Palestina es su familia, pues vive en su corazón desde hace muchos años.
“La vida aquí es muy diferente a la de nuestro país, es muy dura, nadie me lo contó, lo estoy viviendo en carne propia”, indicó esta josefina, que prefiere no revelar su profesión.
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Tatiana asiste a marchas y graba con su celular videos de acciones del ejército de Israel, los cuales publica en Twitter.
Ha intentado hacerlo en Facebook, pero asegura que rápidamente la cuenta le es bloqueada. “Ha ocurrido unas cinco veces desde que estoy en Palestina y unas 100 cuando estaba en Costa Rica”, se quejó.
De hecho, el sábado por la mañana recibí una invitación de su nueva cuenta de Facebook; fui su cuarto amigo en esa red social, pero alrededor de las 4 p. m., ya no existía. Tatiana me pasó un pantallazo: su cuenta quedó inhabilitada.
“Es lamentable que me apliquen esa mordaza; es complicado cuando uno toca estos temas. Es lamentable que no se me permita tener libertad de expresión", reprochó esta costarricense.
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¿Ha tenido algún incidente con el ejército de Israel?
“Me han disparado bombas de gas, me han amenazado de diferentes maneras y los militares son agresivos y hostiles, se sienten fuertes porque llevan un arma grande. La verdad nunca había visto esto pues en Costa Rica no tenemos algo así", dijo.
Agregó que muchas veces le impiden filmar.
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Relata que suele levantarse temprano, toma un té de menta con pan pita y hummus. Durante las mañanas realiza diversas actividades, como sembrar olivos, participar en actividades con niños y visitar familias palestinas como parte de una labor humanitaria, y de paso convivir con esos ciudadanos.
Muchos de los palestinos, asegura, hablan inglés, pero de lo contrario, recurre a un traductor, pues dice que su dominio del árabe es muy básico.
“Aprendo a cocinar sus platos, conozco más de cerca su cultura. Me gusta conversar y escuchar lo que los palestinos desean expresar, ya que se sienten ignorados por la comunidad internacional”.
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A la vez, revela un hecho aterrador: “Muchas veces los niños juegan de imitar funerales. Eso es terrible porque no tienen una infancia como la de otros niños”.
A partir del mediodía suele ayudarle a un amigo en un café restaurante, excepto los viernes, que disfruta del día libre.
La vida en Palestina no es fácil. Con una economía maltrecha, las personas intentan subsistir como puedan.
Una de las principales fuentes de ingreso, en Gaza por ejemplo, proviene de la pesca, aunque también cultivan fresas e higos.
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Señala que su familia respeta la decisión de irse a Palestina, donde considera que encontró personas muy amables.
“Te dicen una y otra vez ‘bienvenido’, son muy amables y solidarios, les gusta compartir lo que tengan, además te hacen sentir parte de su familia. Preparan la mejor comida, frutas, te, café… son muy dulces y tiernos. La familia palestina es muy unida y eso es algo que percibes, ese calor de hogar”, concluye Tatiana.
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Datos del Estado de Palestina:
Capital: Jerusalén Este (proclamada). Ramala (administrativa)
Territorios palestinos: Cisjordania y la Franja de Gaza (están físicamente separados)
Población: 4,5 millones, unos 500.000 menos que en Costa Rica
Extensión territorial: 6.220 kilómetros cuadrados (ocho veces más pequeño que Costa Rica)
Idioma: Árabe
Monedas: Nuevo séquel de Israel (la más usada), libra egipcia, dinar jordano y libra palestina
Los datos anteriores corresponden a los costarricenses que reportaron a la Cancillería vivir en otra nación. No necesariamente todos los que migraron están incluidos, porque el proceso es voluntario y en algunas naciones no existen consulados de Costa Rica. Los datos de Puerto Rico corresponden a antes del paso de los huracanes Irma y María, por lo que ahora la cifra puede ser menor.
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Esta es la vigésima octava historia sobre costarricenses que dejaron su país por diferentes circunstancias, se adaptaron a otra tierra, pero guardan el cariño por sus raíces.