¿Ha escuchado sobre los chocolates belgas? Son extremadamente deliciosos… bueno, en realidad es difícil encontrar un adjetivo que describa a la perfección el sabor de ese producto.
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Así lo confirma Rebecca Ugalde Varela, costarricense quien se mudó a Bélgica el 23 de febrero anterior. De hecho, ella adora los chocolates.
Esta comunicadora de profesión, vecina de Tibás, conoció al amor de su vida, un belga llamado Michael Wyns. Esto la llevó a dejar su país para empezar una nueva vida en el corazón de Europa.
“Bélgica es un país pequeño en territorio, pero grande en sabor”, expresa Rebecca sin dudar.
Sobre los chocolates, apunta que son especiales porque se utiliza 100% manteca de cacao para elaborarlos.
“No se puede visitar Bélgica y no entrar a tiendas de chocolates, que son como boutiques. Están llenas de refinamiento, buen gusto y miles de chocolates”, señala.
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Los hay de diferentes tamaños y formas, apenas para complacer a todos los gustos.
La gastronomía belga no se queda ahí. Rebecca recuerda un dicho muy popular en el mundo: “En Bélgica se sirve la cantidad de comida de Alemania con la calidad de la cocina francesa. Su gastronomía tiene influencia germánica y de Francia”.
No solo los chocolates hacen famosa a Bélgica, también dos productos más que le pueden hacer la boca agua: cervezas y papas fritas. Rebecca explica por qué.
“En Bélgica se producen unas 1.500 clases de cerveza con métodos de fermentación distintos, al punto que en el 2016 la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (Unesco) declaró a la cerveza belga Patrimonio Inmaterial de la Humanidad”.
“Las papas fritas son más ricas por la elección de la grasa o aceite que se utiliza y por el doble proceso de fritura, pues la cocinan en dos etapas. En la primera se hacen a fuego medio hasta que tienen un poco de color y estén suaves por dentro, y en la segunda se fríen a fuego muy alto para que queden bien crujientes”.
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Rebecca aporta un dato adicional muy interesante: las papas fritas las comen sin sal. Dice que en general los ciudadanos de esa nación consumen poca sal.
Aunque le costó adaptarse a ello, sabe que es una costumbre muy saludable.
El platillo típico son los mejillones, que vienen acompañados de papas fritas. También se consume mucho los wafles.
La buena comida no es lo único que resalta de esa nación, sino también la calidad de vida.
Describe que allá se vive bien, todo sale como lo esperado. Todo tiene un costo; a cambio de ello los impuestos son bien, bien, bien elevados. Por eso los salarios suelen ser altos.
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Si nunca ha tenido la oportunidad de conocer a fondo a un belga, tome en cuenta estas características que los identifican.
“La gente es bastante amable, respetuosa, son personas de familia, lo cual me gusta mucho. A los belgas les gusta lo bueno, comer bien, tomar bien, viajar, la buena vida”
“Aquí es muy rica la diversidad cultural porque Bruselas es la capital de las instituciones de la Unión Europea y en general hay mucho extranjero, en todo lo que uno haga: trabajo, cursos, recreación, siempre tiene la oportunidad a conocer personas de otras nacionalidades y eso hace la experiencia de vivir aquí mucho más enriquecedora y siempre se está aprendiendo de otras culturas y formas de ver la vida”, agrega esta tibaseña.
Este matrimonio decidió instalarse en la tierra natal de él pues allá está su empresa. Además, la adaptación para Rebecca puede ser más sencilla porque habla inglés y alemán.
Con el idioma hay una curiosidad, pues hay tres oficiales: francés, neerlandés y alemán.
“Antes de llegar pensaba que todos hablaban los tres idiomas, pero resulta que no. Si bien algunos belgas hablan en su mayoría el francés y el neerlandés, pues solo el 2% domina el alemán, está muy dividido por regiones; por ejemplo, en Flandes se habla neerlandés y en Bruselas y Valonia el francés”.
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“Yo empecé a estudiar francés en la Alianza Francesa en Costa Rica, antes de mudarme aquí, pero sorpresa, como vivo en Flandes lo que se habla es neerlandés, por lo que ahora estudio ese idioma”, añadió.
Una ventaja para Rebecca es que la mayoría de población belga habla inglés, así que es su forma de comunicarse.
Aún no ha visitado Costa Rica desde que se fue, pero planea hacerlo en diciembre del próximo año, pues sabe que el sol y la playa le caerán muy bien, así como tomarse un café recién chorreado con leche, acompañado por unas deliciosas tortillas de maíz con queso.
Lógicamente, extraña a su familia y amigos.
Le encanta Bélgica; desde ahí puede visitar otras naciones europeas a bajo costo. Eso sí, le hace falta la forma de ser del tico, caracterizado por su alegría y espontaneidad.
Le pregunté qué le gustaría que Costa Rica adopte de Bélgica. Su respuesta fue: “El sistema de reciclaje, el orden, la seguridad y el respeto a la mujer; por ejemplo, aquí no hay acoso callejero”.
Confiesa que cuando le dice a los belgas que es costarricense, le sonríen y se admiran, pues tienen un concepto alto de nuestro país.
“Con respecto a acoplarme, es de todo un poco, como las estaciones, las cuales son una cosa mágica pero a la vez el frío no es tan agradable. Aquí llueve bastante”, resaltó
“Otra cosa muy distinta es que en Costa Rica, cuando uno cumple, uno es el chineado del dia, los colegas lo invitan almorzar, hasta queque, y ni qué decir de los familiares y amigos. Aquí no; aquí el cumpleañero tiene que llevar, por ejemplo, chocolates o un pastel para compartir con los demás”.
Aproveché para pedirle a Rebecca algunos consejos turísticos para los ticos que visiten Bélgica; ella también da aportes en su blog llamado El blog de Rebe.
Su respuesta le puede ser de gran utilidad, pues esa es una de las naciones que sobresale por su belleza, seguridad y buena comida.
“Si viene con poco tiempo, mi consejo es que vea Bruselas, en un día la recorre. Que de fijo vaya a Brujas y ojalá también a Gent, dos ciudades espectaculares de Bélgica que puede visitar en un tour de un día”.
“Con respecto a la capital, Bruselas, es una ciudad pequeña y las principales atracciones turísticas se encuentran tan cerca que resulta fácil apreciarlas en un día, pero para mí estos son los imperdibles:
La Grand Place: Esta majestuosa plaza es la joya de Bruselas. Está considerada una de las plazas más bellas plazas del mundo y es Patrimonio de la Humanidad de la Unesco. En ella se ubican el ayuntamiento, la Casa del Rey y casas gremiales, así como el Museo de la Ciudad de Bruselas.
Manneken Pis: Una estatua de un niño orinando, todo un símbolo del folclor de Bruselas. Al niño lo visten varias veces al año para celebraciones especiales, nacionales e internacionales.
Galerías Saint Hubert: Es uno de los atractivos turísticos preferidos, está muy cerca de la Grand Place y se recorre bastante rápido, bueno, a menos que te quedes de shopping o a comer ahí, ya que cuenta con restaurantes, finas chocolaterías y tiendas, por ejemplo de guantes, sombreros, antigüedades y de objetos contemporáneos.
Atomium: Este es el gran ícono de Bruselas. Fue construido para la Exposición Mundial de Bruselas de 1958 y ahora es un museo. Su altura de 102 m y su estructura emula los nueve átomos de un cristal de hierro aumentados billones de veces. En el interior de cada esfera revestida de acero inoxidable, hay salas de exhibición y otros espacios públicos.
Palacio Real de Bruselas: Es el lugar donde el rey cumple sus funciones oficiales, no se usa como residencia real, ya que la familia real vive en el Castillo Real de Laeken, en las afueras de Bruselas. Por tanto, aquí se albergan reuniones de trabajo y actos protocolarios.
Datos de Bélgica
Capital: Bruselas.
Población: 11,4 millones de habitantes, el doble que Costa Rica.
Extensión territorial: 30.688 kilómetros cuadrados (40% más pequeño que Costa Rica).
Idiomas: Francés, neerlandés y alemán.
Moneda: Euro (1 euro son ¢660).
Esta es la sexagésima tercera historia sobre costarricenses que dejaron su país por diferentes circunstancias, se adaptaron a otra tierra, pero guardan el cariño por sus raíces.
Todas mis notas de Ticos lejos del hogar y viajes en este enlace.