Hanói, Vietnam. La ciudad nos recibe con un calor sofocante: el termómetro supera los 30 grados. Apenas llevamos unas horas aquí, intentando aclimatarnos a esta vibrante y caótica capital.
Tras un breve descanso en el hotel, nos aventuramos en busca de un plato tradicional de Pho en un restaurante con estrella Michelín. La caminata de 20 minutos por el corazón del casco antiguo, conocido como Old Quarter, nos sumerge de lleno en la vida cotidiana de los vietnamitas.
¡El caos es fascinante! Las aceras, lejos de ser peatonales, están invadidas por motocicletas estacionadas y pequeños puestos de comida callejera. Decenas de personas se sientan en diminutos bancos de plástico, disfrutando del Pho y otras delicias locales.
Otros compran uno de los deliciosos cafés fríos, que ayudan a bajar la temperatura.
No nos queda más opción que caminar por la calle, esquivando autos y motos que avanzan en un desorden perfectamente organizado. Es el ritmo de Hanói, una costumbre que al principio desconcierta, pero que pronto revela su encanto.
Los vietnamitas comparten estos momentos como un ritual: cenas económicas, conversaciones animadas y el alivio de la frescura nocturna tras un día caluroso. Dentro de las casas, el calor puede ser más sofocante, así que las calles se convierten en el epicentro de la vida social.
Esta noche es especial: además de ser domingo, se celebra el Día de la Mujer Vietnamita (20 de octubre). Las calles están abarrotadas y el bullicio se extiende hasta el mercado nocturno, donde se pueden encontrar productos de todo tipo a precios muy accesibles.
En el video que acompaña este artículo, podrán descubrir la magia de Hanói de noche: una ciudad donde el caos, los sabores y la tradición se entrelazan en una experiencia única.