Lo vimos con el movimiento #MeToo en Estados Unidos. Víctimas de ataques sexuales se animaron hasta muchos años después a denunciar a sus agresores, como el productor de cine Harvey Weinstein y al magistrado Brett Kavanaugh.
También lo vimos en Costa Rica, en los casos de denuncias por presuntos ataques sexuales cometidos por Óscar Arias Sánchez, y más recientemente por las denuncias de #MepasóenlaUCR.
¿Por qué una supuesta víctima de ataque sexual podría tardar años en formalizar una denuncia? Hay múltiples respuestas y ninguna es simple. Bienvenido(a)s a otro Explicador.
6 razones de una víctima para tardarse en denunciar (o no denunciar nunca)
La revista estadounidense Psychology Today lo explicó en 2017 con el estallido de #MeToo.
En un artículo escrito por la psicoterapeuta Beverly Engel, autora de 22 libros sobre psicología (entre ellos “No fue tu culpa: libérate de la vergüenza del abuso en la niñez” y “La mujer emocionalmente abusada”), existen razones por las cuales las víctimas de violación o abuso sexual toman tiempo en dar el paso hacia la denuncia legal.
Las razones que explica la especialista Engel son las siguientes:
1) Vergüenza
La vergüenza es el núcleo de la herida emocional tras una violación sexual. La vergüenza es la reacción natural a ser violado o abusado, porque es un acto humillante y deshumanizante. La víctima se siente invadida y siente el vacío de encontrarse a merced de alguien más.
Este sentido de vergüenza ocasiona que, muchas veces, las víctimas se culpen a sí mismas por las conductas sexuales de sus abusadores.
Contar el abuso sexual y la violación propia es una experiencia humillante en privado y mucho más en público. Como seres humanos, queremos pensar que tenemos control sobre lo que nos ocurre. Cuando nuestro poder personal es retado por la victimización de cualquier tipo, la humillación crece. A veces es más sencillo culparse a uno mismo que aceptar que uno fue victimizado por alguien más.
Las mujeres en particular están acostumbradas a ser avergonzadas o a sentir vergüenza. Sienten vergüenza cuando son acosadas en las calles o cuando se burlan de sus cuerpos. Además, se les acusa por causar sus propias victimizaciones con comentarios como: “¿Qué esperaba cuando se vistió como lo hizo?”, o “No debió tomar tanto esa noche”.
Por vergüenza, una mujer puede forzarse a olvidar un hecho, enterrar su cabeza en la arena y pretender que nunca nada pasó.
2) Negación, minimización
La vergüenza puede inducir a esto: negar o minimizar una situación de abuso o violación sexual.
Muchas mujeres se niegan a creer que el tratamiento que sufrieron fue realmente abusivo. Se pueden llegar a convencer de que “no fue tanto”.
La depresión es uno de los más grandes efectos posteriores a una violación sexual. Las víctimas dudan de sí mismas, lo que conlleva a autoculparse y a veces a buscar excusas para sus abusadores.
Además, una mujer puede convencerse de que solo ella ha sido víctima de equis abusador, y puede esperar hasta que otra mujer dé el paso hacia la denuncia para darse cuenta de que en realidad sí estuvo con un abusador serial.
3) Miedo a las consecuencias
Temer las repercusiones es un obstáculo mayor que enfrentan las mujeres a la hora de reportar una violación sexual. Miedo a perder el trabajo, miedo a no encontrar otro trabajo, miedo a no tener un ascenso, miedo a perder credibilidad, miedo a ser etiquetada como problemática, miedo a caer en una lista negra en la industria, miedo a consecuencias violentas.
Muchas veces también hay miedo a no ser creídas. El hecho de que los abusos sexuales sean el crimen menos reportado se debe al pensamiento común de que las mujeres inventan estas historias para ganar atención o vengarse de un hombre que las rechaza. Las acusaciones de mujeres son muchas veces escrutadas hasta el agotamiento. Así, las víctimas de violación o abuso sexual son a veces tildadas de oportunistas, y esto también impide que tengan confianza para denunciar.
También causa miedo una posible venganza de los denunciados. Las víctimas pueden sentir que tras una denuncia sus vidas corren peligro y también lo hacen sus trabajos y sus carreras.
En Estados Unidos, quienes han denunciado abusos sexuales o violaciones, especialmente por hombres poderosos, han reportado que perdieron sus trabajos y en algunos casos sus reputaciones han sido destruidas.
Por su parte, Ana Hidalgo, coordinadora de Violencia de Género del Instituto Nacional de las Mujeres (Inamu), explicó a La Nación que “la violencia sexual siempre implica una configuración de poder desigual entre quien agrede y la víctima”.
“Estos episodios de agresión son paralizantes, hay mucho miedo y este es miedo real. Uno de los temores más importantes es el miedo a que no le crean a la persona. Cuanto más poderoso es el agresor en la relación de poder, más aumenta el temor”, añade Hidalgo en términos generales.
4) Baja autoestima
Algunas víctimas tienen tan baja autoestima que ni siquiera consideran que lo que les pasó sea tan serio. No valoran o respetan sus propios cuerpos ni su integridad, así que cuando alguien las viola, lo minimizan. Una violación sexual hiere el autoestima.
Incluso una mujer con alta autoestima será profundamente herida tras una violación sexual. Siente tanta vergüenza que es difícil levantar la cabeza y seguir adelante. Encontrar la motivación para continuar el camino es muy difícil. Más aún para interponer una denuncia.
5) Sentimientos de desesperanza e impotencia
Estudios han revelado que víctimas incapaces de salir de ciclos de abusos sexuales desarrollan sentimientos de desesperanza e impotencia, y esto contribuye a que no busquen siquiera ayuda o formas de escapar.
Muchas mujeres sienten que es inútil salir adelante a denunciar porque han visto cómo otros casos han sido tratados. Muchas sienten que están solas en cuanto a cuidarse de abusos sexuales. Y aunque ellas toman precauciones, sienten que es imposible cambiar la situación de vulnerabilidad en la que se encuentran. Por ejemplo, muchas mujeres temen ir a Recursos Humanos en sus empresas o sienten que es inútil, pues esos departamentos suelen proteger a las compañías a cualquier costo.
Debido a esto, muchas mujeres no tienen la fuerza emocional para levantarse y tomar partido en una lucha que ven como perdida.
6) Falta de información
Estudios muestran que en Estados Unidos el 70% de las mujeres sufre acoso sexual en sus trabajos. Y una de cada cuatro mujeres han sido abusadas sexualmente en sus centros de labores. Pero incluso mujeres con mucha educación tienen una falta de conocimiento acerca de lo que un acoso, un abuso o una violación sexual conlleva o genera en ellas mismas.
Por ejemplo, los devastadores efectos emocionales que este tipo de ataques pueden causar en las víctimas son:
-Ansiedad
-Baja de autoestima
-Estrés post traumático
-Comportamiento suicida
No estar informado sobre esto lleva a que las víctimas no se traten psicológica o psiquiátricamente después de sufrir un ataque sexual, y esto impide que consideren siquiera la denuncia.
La experta Beverly Engel finaliza su artículo subrayando lo siguiente:
“Es entendible que a las mujeres les sea difícil dar el paso hacia delante para hacer una denuncia por abuso o violación sexual. Estas mujeres necesitan nuestro reconocimiento sobre cuán difícil es el proceso y nuestra compasión por lo que han sobrellevado. Las mujeres deben ser motivadas para sacarse la vergüenza internalizada y reemplazarla por enojo y conocimiento, para finalmente trasladarle esa vergüenza a los violadores”.
La doctora en Sociología y directora del Centro de Investigación en Estudios de la Mujer de la UCR, Montserrat Sagot Rodríguez, corrobora estas razones y asegura que son muchas más las mujeres que no denuncian del todo que las que sí lo hacen.
“Muchas víctimas de abuso no denuncian nunca. Se estima que solo entre un 15% y un 20% de las mujeres adultas denuncian los abusos sexuales de los que han sido víctimas. Algunas tardan muchos años en hacerlo porque piensan que no existen las condiciones para hacerlo”, explica Sagot.