El comercio informal a través de redes sociales ha cobrado mucho auge en Costa Rica. Las transacciones por esta vía generan aproximadamente ¢5.100 millones cada mes, según un estudio de la Cámara de Comercio. Unos $8,5 millones mensuales en compras y ventas que se realizan usualmente sin facturas, sin opciones de reclamos y sin pagar impuestos.
Analizamos en este Explicador el panorama de este tipo de actividad económica en un país donde es difícil emprender y poner un negocio. Donde el desempleo y el trabajo informal van en aumento, donde la economía parece estancada y donde el costo de la vida es muy alto.
¿Vos has comprado o vendido artículos a través de redes sociales? ¿Cómo ha sido tu experiencia? Queremos leerte en comentarios.
Cómo funciona este tipo de comercio
El llamado comercio ‘hormiga’ digital ocurre principalmente en tres canales:
--Grupos abiertos o cerrados de Facebook de compra y venta de artículos
Los grupos de Facebook son portales dentro de Facebook en los que pueden interactuar entre ellas las personas que pertenecen al grupo.
Algunos grupos son abiertos y permiten que cualquier persona publique contenido o interactúe con las publicaciones que quiera. Otros son cerrados y para publicar o comentar en el grupo, hay que pedir ingreso previo y este debe ser aceptado por los administradores del grupo (casi siempre sus creadores y usuarios delegados por los creadores del grupo).
Como su nombre lo indica, estos grupos son para comprar y vender artículos. Mientras algunos grupos son exclusivos para celulares, videojuegos, juguetes o ropa, otros son generales y en ellos se vende y compra de todo.
Para vender algo, nuevo o usado, basta con subir una fotografía del artículo al grupo, describir qué es y decir cuánto dinero se pide por él. Los usuarios interesados comentan la imagen o escriben por mensaje directo a quien lo oferta para saber más al respecto o para comprarlo.
El intercambio del producto por el dinero suele hacerse así: vendedor y comprador quedan en verse en un lugar público; digamos en el Mall San Pedro, y hacen el trueque.
Ojo: Aquí hay que tener cuidado, porque aquí es donde pueden darse estafas. Si la persona que vende pide el dinero por depósito bancario antes de entregar el artículo, lo recomendado es ofrecer pagar en efectivo al mismo tiempo que se recibe el objeto. De lo contrario, se corre el riesgo de que se trate de un truco para estafar. También es muy importante revisar que lo que se compra funcione, porque como los vendedores son casi siempre personas particulares, no habrá factura ni opción de cambio o devolución como en las tiendas.
--Facebook Marketplace
El mercado de Facebook es un espacio público y gigante para ofertar productos nuevos y usados. Aquí se pueden buscar artículos filtrando lo que a uno le interesa. Los artículos aparecen como anuncios.
Las categorías son: vehículos, electrónica, alquileres, ropa y accesorios, casa y jardín, viviendas en venta, pasatiempos, entretenimiento, clasificados y familia.
Para comprar hay que chatearle a la persona que publicó el anuncio. Por lo general, el precio y la descripción de lo que se oferta es clara, aunque limitada.
En Instagram no hay un espacio exclusivo para ventas ni la opción de crear grupos para vender y comprar, pero muchos usuarios que venden artículos (como ropa, por ejemplo) de forma casual o informal, abren cuentas en Instagram para mostrar y promocionar sus mercancías. Pueden ser cuentas de usuario personales o cuentas comerciales. Sus potenciales clientes acuerdan cómo y dónde comprar los bienes en la sección de comentarios o enviando mensajes directos.
Recomendaciones de oro para no ser estafado en este comercio:
--Pagar en efectivo
--Pagar hasta tener el producto en la mano
--Verificar que el producto funciona y/o es exactamente lo que se ofertó en Internet
Lo malo de este tipo de comercio
Algunos aspectos negativos que trae consigo el comercio ‘hormiga’ son:
--Imposibilidad del consumidor para hacer reclamos, pedir cambios de mercancía o devoluciones de dinero
--Riesgo de estafa
--Prácticas de competencia desleal
--Aumento de la informalidad
--Pérdida de ingresos fiscales
Kattia Chaves, jefa del Departamento de Educación al Consumidor del Ministerio de Economía, Industria y Comercio (MEIC), subraya que este tipo de comercio se realiza “al margen de la ley”.
“Estas transacciones no pueden darse al margen de las reglas dispuestas en la Ley de Promoción de la Competencia y Defensa Efectiva del Consumidor –Ley 7472–, y su Decreto Ejecutivo, 37899-MEIC”, indica Chaves.
La mayoría de las veces, los productos ofrecidos y vendidos vía redes sociales no facilitan a los posibles compradores la información clara, veraz y suficiente para comprender lo que se está comprando antes de dar el dinero. Todo esto va en contra de la ley y aumenta la posibilidad de estafas. Y se trata de delitos muy difíciles de rastrear, pues las cuentas falsas abundan y son fáciles de crear.
Para el economista José Luis Arce, director de FCS Capital, este tipo de comercio es competencia desleal. ”Lo es en el sentido que no se pagan impuestos o permisos y es nefasto para los comercios locales que tienen costos más altos”, dice Arce. Y también critica la falta de información disponible sobre los productos que aquí se encuentran.
“El principal problema para los consumidores es la información, el gran riesgo es que estos canales menos formales no provean la información suficiente para que las personas tomen decisiones de consumo con información correcta, por ejemplo en temas como falsificaciones, vencimiento o caducidad de bienes o problemas sanitarios o de fabricación”, valora el economista.
Ojo 2.0: si sos víctima de una estafa de tipo penal (como esta en Puntarenas) a través de plataformas digitales, tenés que acudir a las autoridades y a los Tribunales de Justicia, según nos explican en el MEIC.
Lo bueno de este tipo de comercio
Costa Rica es un país caro que no impulsa la competencia comercial y donde emprender y abrir un negocio es difícil para los costarricenses (y no tanto para las grandes empresas extranjeras). Te explicamos el tema a detalle en esta publicación que titulamos satíricamente ‘Por qué Costa Rica es un país tan barato‘. Todo ello ahonda en el auge del comercio informal.
Si bien hablamos de transacciones que no pagan impuestos y sobre las cuales casi nunca se puede reclamar, reduciendo o anulando los derechos del consumidor, hay que entender también que para muchos usuarios, usar estos grupos de Facebook funciona como una especie de venta de garaje.
Algunas personas no buscan enriquecerse con esta modalidad, sino que venden una o dos veces por año algún artículo que ya no necesitan (como cuando comprás un celular nuevo y ponés el viejo en venta en uno de estos grupos). La tecnología abre una puerta fácil de cruzar que además es pragmática para estos casos.
Para Jaime García, economista y director de proyectos en el INCAE, entre los beneficios que este tipo de mercados pueden tener, está un posible aumento de la competitividad de los mercados de bienes.
Kattia Chaves, jerarca del Departamento de Educación al Consumidor en el MEIC, opina que este comercio de bienes y servicios puede ser una buena opción, “siempre y cuando venga acompañada de transparencia en la información, de una debida atención de los consumidores y de un compromiso de los comerciantes de respetar la normativa vigente”.
El economista José Luis Arce considera que, en caso de que no se den problemas como estafas, este comercio puede “beneficiar al consumidor con precios más bajos y menores costos de transacción”.
Números del comercio ‘hormiga’
La Cámara de Comercio de Costa Rica publicó a finales del 2019 un estudio que revela el crecimiento del comercio informal a través de redes sociales en Costa Rica.
El análisis de la Cámara se realizó con esta metodología:
Se estudiaron 12 grupos de compra y venta de artículos en Costa Rica dispuestos a largo del país, desde grupos cerrados con 80 miembros hasta grupos abiertos con más de 170.000 miembros.
Se analizaron 310 publicaciones de artículos nuevos puestos a la venta por personas particulares entre noviembre y diciembre de 2019. La Cámara excluyó las publicaciones de empresas dentro de los grupos, asumiendo que estas sí son formales según lo indicado por la ley.
Estas son las cifras más relevantes que encontró el estudio en cuanto a grupos de Facebook de compra y venta:
--El valor de los productos nuevos alcanza los ¢5.100 millones por mes. Esto equivale a aproximadamente $8.5 millones.
--Los productos se separan en: Artículos nuevos (39%), Artículos usados (21%), Servicios (17%), Comidas (10%), Alquiler y Venta de Propiedades (8%), Otros (5%).
--Los productos más ofertados son la ropa (20%), los productos cosméticos y de limpieza (13%) y los teléfonos celulares (10%).
--Si la mitad de toda esta mercadería se vende, la Cámara de Comercio calcula que esto equivale a ¢331 millones en impuestos que no se recolectan debido al “comercio ilícito”.
La razón tras el auge de este tipo de comercio
Jaime García cree que este tipo de actividad se mueve por dos grandes razones:
El cambio tecnológico a nivel global y la aparición de plataformas que facilitan estos intercambios mercantiles, y el contexto socioeconómico de Costa Rica.
La primera razón, que corresponde a una tendencia mundial, se ha ido desarrollando con la aparición de plataformas como Amazon, E-bay, Alibaba o Mercado Libre, pero también con la evolución de las redes sociales como Facebook, Instagram e incluso WhatsApp, que se han adaptado a la posibilidad de comprar y vender bienes y servicios.
“En Estados Unidos este fenómeno generó en el 2017 el llamado ‘apocalipsis del retail’, en el que quebraron aproximadamente 8.000 tiendas minoristas, superando el cierre de establecimientos producido por la gran recesión del 2008 en el que cerraron 6.200”, indica Jaime García.
Entre las tiendas que cerraron están Payless, Radioshack y JC Penny.
La segunda razón, ligada al contexto tico, es más desalentadora pero permite entender por qué cada vez más personas buscan comprar y vender por Facebook, por ejemplo.
Así describe Jaime García el entorno socioeconómico tico:
--“Contamos con un entorno de alto desempleo que de finales del 2018 a finales del 2019 tuvo una tasa cercana al 12%, según datos del INEC”.
--“Una creciente economía laboral informal en la que participan 4 de cada 10 trabajadores costarricenses”.
--“Un crecimiento económico que de acuerdo al Banco Mundial en el 2019 es cercano al 2% y que prácticamente habla de un estancamiento de la economía”.
--“Una tendencia a la baja del consumo de los hogares según el Banco Central de Costa Rica. Del 2015 al 2018 su crecimiento se redujo del 4.6% al 1.9% y en el 2019 se prevé continúe con ese comportamiento”
--”Un estancamiento en competitividad, con mercados de productos altamente regulados y concentrados que deterioran el emprendedurismo y aumentan los precios tal como la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE) lo reportó en el 2018”.
La tecnología, detalla el economista, creó las oportunidades para que las personas atendieran una necesidad específica de generar ingresos o de acceder a productos que hoy la economía formal o tradicional del país no puede satisfacer o son de muy alto costo.
“Hay que verlo como una tendencia global en la que el comercio por medios digitales va desplazando al comercio tradicional”, añade García.
La razón de mayor peso para el crecimiento del mercado informal por internet, para el economista José Luis Arce, es el simple hecho de que ahora se puede. La existencia de redes sociales y espacios en ellas para el intercambio de bienes y servicios, creó mercados que antes no existían, explica Arce.
“La venta en línea de bienes usados y de nuevos de oportunidad o esporádicos es algo normal y difícilmente controlable”, explica Arce. “El comercio formal y especialmente el que sigue viviendo en el "brick and mortar” debe competir con estas actividades probablemente usando los mismos canales y además siendo más agresivo en su eficiencia --costos-- y reducción de márgenes”.
Aunque admite que regular este tipo de comercio es difícil, el economista exhorta a que se logre de alguna forma, al mismo tiempo que recomienda a los negocios formales, en regla, a que se unan a la modernización del mercado digital para no caer en “el error de los fabricantes de velas franceses”.
La historia de los fabricantes de vela proviene de un texto satírico de 1845 escrito por el economista francés Frédéric Bastiat, donde imaginaba que fabricantes de candelas hacían una petición a las autoridades para que protegieran a sus negocios de la “competencia desleal de una potencia extranjera: el sol”.