Bolivia ya registra fallecidos y varios casos de intoxicaciones causadas por dióxido de cloro y clorito de sodio. En algunas ciudades, las personas hacen fila para comprar estos químicos o para hacerse con un kit para generar dióxido de cloro. Se cree equivocadamente que esta sustancia ayuda a tratar la covid-19.
En Costa Rica, la presencia de este químico como supuesto remedio contra el SARS-CoV-2 gana terreno peligrosamente a través de redes sociales y WhatsApp.
Debido a esto, las autoridades de Salud giraron este jueves 30 de julio una alerta pública contra este producto por no ser reconocido como medicamento por ninguna agencia de salud internacional ni por el Ministerio de Salud.
En este Explicador detallamos qué es el dióxido de cloro, qué hace en nuestro cuerpo, y cuán peligrosa es esta panacea de mentira para la población. Nos ayuda la doctora Viviana Ramos, farmacéutica especializada en Toxicología y directora del Centro Nacional de Control de Intoxicaciones (CNCI), ubicado en el Hospital Nacional de Niños.
Ojo: antes de seguir, es importante que tengás en cuenta que las autoridades de Salud desaprueban categóricamente estos químicos. No hay pruebas médicas ni científicas de que ayuden al humano frente a ninguna enfermedad, incluida la covid-19.
Qué es el dióxido de cloro, cómo se vende en Costa Rica y qué nos hace
Hay dos químicos en cuestión: el clorito de sodio y el dióxido de cloro. Están relacionados pero no son lo mismo.
El dióxido de cloro se obtiene al mezclar clorito de sodio con un ácido como el de las frutas cítricas. Comúnmente se vende un kit que contiene ambos ingredientes para la mezcla. El ácido suele ser ácido cítrico o ácido clorhídrico.
El dióxido de cloro es un gas amarillento usado como blanqueador en la fabricación de papel o en plantas de tratamiento de aguas industriales, en el proceso de descontaminación. El gas se usa como desinfectante en bajas concentraciones para la potabilización del agua (en un nivel residual máximo aceptado de 0,8 miligramos por litro de agua; muy bajo).
El dióxido de cloro NO ES UN MEDICAMENTO. Es un desinfectante industrial. Sí puede funcionar como antimicrobiano contra virus, pero únicamente para limpiar cosas inanimadas, no para consumo humano. O sea, es similar en esto al Lysol. ¿No vas a beber Lysol o sí? Es decir, tiene un aroma rico, pero bueno…
En redes sociales y en WhatsApp, algunos costarricenses promueven la venta de un kit para armar o generar dióxido de cloro, con el objetivo de disolverlo en una solución líquida para consumo humano.
Usuarios ofrecen su número telefónico en comentarios o en publicaciones para vender el kit. Y de hecho hasta lo envían por Correos de Costa Rica.
A estos productos se les conoce a veces en las etiquetas clandestinas como Miracle Mineral Solution (MMS), en alusión al libro “La solución mineral milagrosa del siglo XXI”, escrito por un estadounidense llamado James Humble, que dio paso a creer que este líquido es una panacea que nos cura el cáncer, la diabetes, la hepatitis A, B y C, la esclerosis múltiple, el Alzheimer, el Parkinson, el VIH/SIDA, el autismo; infecciones variopintas y ahora la covid-19.
Además, un alemán llamado Andreas Kalcker, quien se define como biofísico, es considerado actualmente como una suerte de “gurú” de quienes defienden el uso en humanos de estos productos. Pero no cuenta con investigaciones que comprueben sus afirmaciones en revistas científicas de renombre ni revisadas por pares. Sí tiene varios videos en YouTube, donde cosecha cierta relevancia.
“Los productos que contienen clorito de sodio y dióxido de cloro son comercializados en frascos”, explica Viviana Ramos, directora del CNCI. “Unos contienen una solución ya preparada de dióxido de cloro, y otros traen como un kit que incluye un frasco que contiene clorito de sodio en agua destilada al 28%, más un frasco ‘activador’, que contiene ácido cítrico o ácido clorhídrico de 4% en solución. Estos deben ser mezclados para obtener dióxido de cloro antes de beberlos”.
La dosis fatal para el humano de dióxido de cloro es de 143 mililitros por kilogramo. Y la dosis fatal de ácido clorhídrico es de 2,8 mililitros por kilogramo, nos dice Ramos.
La especialista en Toxicología advierte que consumir dióxido de cloro en dosis peligrosas puede causar los siguientes malestares:
--Irritación en la boca, en el estómago, en la garganta.
--Cuadros digestivos irritativos severos.
--Náuseas, vómitos, diarreas, graves trastornos hematológicos (en la sangre). Puede haber destrucción en los glóbulos rojos.
--Disminución de la presión arterial y dar lugar a síntomas más graves como complicaciones respiratorias debido a la modificación en la capacidad de la sangre para transportar oxígeno.
--Puede haber problemas cardiovasculares y renales.
--Inhalar a través de nebulizaciones estos dos productos (dióxido de cloro y clorito de sodio) puede provocar un edema pulmonar.
--Edema de la glotis.
--Incluso puede provocar la muerte si la exposición está por encima del valor límite de la exposición profesional.
--La exposición prolongada puede dar lugar a neumonitis crónica, que es como una tos persistente.
Cómo se está usando en Costa Rica
Entre el 1 de marzo y el 30 de junio de 2020, el Centro Nacional de Control de Intoxicaciones recibió 26% más llamadas que durante el mismo período en 2019. Y últimamente, Viviana Ramos, directora del Centro, informa que reciben un promedio de 10 llamadas por día con consultas sobre el clorito de sodio o el dióxido de cloro. Recientemente, de hecho, llamó un padre de familia diciendo que él bebe un poco de dióxido diario y también se lo da a sus niños para que beban.
“Un papá nos llamó para decirnos que él había comprado dióxido de cloro y que se lo da a sus hijos. Y nos llamó para preguntarnos si era peligroso. Él se los da a los chiquitos y se lo toma él. En total hemos tenido unas cinco llamadas de personas que dicen que están tomando dióxido de cloro. Y una persona que nos dijo que tomaba cloro doméstico todos los días. Pensando que era lo mismo”, revela Ramos.
Estas llamadas las hacen al número 800-Intoxica (800-4686-9422), que trabaja las 24 horas del día y donde siempre atienden raprofesionales en Toxicología para tratar consultas o problemas sobre intoxicaciones en personas de todas las edades y también en animales..
Cuando atienden a personal que dicen que están bebiendo dióxido de cloro contra la covid-19 u otros malestares sanitarios, se les explica que deben dejar de hacerlo, y se les educa sobre consecuencias y daños en sus organismos. También se hace hincapié en que no se lo den a poblaciones vulnerables, como niños o adultos mayores.
Entre los actores de la sociedad civil que promueven el uso del dióxido de cloro se encuentra el ingeniero químico y excandidato presidencial, Rolando Araya. Este martes 28 de julio, la Fiscalía del Colegio de Médicos y Cirujanos de Costa Rica denunció a Araya por promover el uso del químico, alertando que el político afirma la efectividad de la sustancia sin demostrar validez científica alguna, y ahondando la posible confusión de las personas que lo escuchen.
Trascendió que el Colegio de Médicos no puede sancionar a Araya como tal, ya que él no es médico. Sin embargo, este colegio profesional buscaría el apoyo de otros colegios como el Federado de Arquitectos e Ingenieros (CFIA) para evaluar la situación.
La infectóloga pediatra María Luisa Ávila Agüero, exministra de Salud, también alerta del peligro que este producto tóxico representa.
“Lamentablemente es un disparate ingerir estos químicos que carecen de evidencia científica sólida”, dice Ávila Agüero “Y cuando este tipo de cosas dicen que sirven para todo, terminan no sirviendo para nada. Y la gente se expone a un riesgo bastante importante. Siempre aparecen personas con remedios que dicen que curan. El pensamiento mágico es una realidad. Y no es del todo malo que la gente tenga pensamiento mágico, porque puede ser muy creativo, pero en el tema de la salud puede ser muy peligroso”.
El químico Bryan Fernández Solano, especialista en cinética de secado de materiales, seguridad química y regencia química, y docente en la Escuela de Química de la UCR, sigue la misma línea de la doctora Ávila.
“¡Claro que es un disparate (recetar dióxido de cloro)!”, enfatiza Fernández. “Recetar o incentivar a la población a consumir estas sustancias es una irresponsabilidad social debido a que todo lo que promueve es mentira. Es cierto que estas sustancias son desinfectantes, por ende, matan virus y bacterias; no obstante, esto se fundamenta en la desinfección y el tratamiento para obtener agua potable, en el agua las sustancias químicas tienen contacto directo con los patógenos, pero en el cuerpo no. La mentira radica en hacer creer que estos compuestos funcionan igual en agua tratada para consumo que en el cuerpo humano”.
El químico explica que cuando una sustancia es consumida por una persona, esta pasa por varias estapas:
-Ingreso
-Absorción
-Distribución
-Biotransformación
-Eliminación
Pero si la sustancia reacciona o se consume durante la etapa de ingreso o de absorción, explica Fernández, puede llegar a las últimas etapas transformada en otra, o puede no llegar del todo.
“Tanto el clorito de sodio como el dióxido de cloro, al ser oxidantes, van reaccionando con aquellos tejidos con los que entran en contacto, oxidando todo a su paso, ya sea en el tracto respiratorio superior o en el tracto gastrointestinal superior. Esto quiere decir que la sustancia se va gastando en su recorrido hacia el estómago”.
Una vez en el estómago, de acuerdo con la explicación del experto, el clorito de sodio puede formar dióxido de cloro al entrar en contacto con el ácido estomacal. Sin embargo, este dióxido de cloro (generado in situ o ingerido) es rápidamente reducido a ion cloruro debido al jugo gástrico altamente ácido presente en el estómago.
“Lo anterior implica que el dióxido de cloro (generado in situ o ingerido) ni siquiera llega a la sangre, donde supuestamente mataría al virus. Mucho menos será transportado a los pulmones donde supuestamente también destruiría al virus”, aclara el químico Bryan Fernández.
Y, de hecho, tampoco existen pruebas científicas para creer que este químico beneficie al humano si llega a la sangre o a los pulmones, ya que se trata de un desinfectante industrial que no fue concebido para cuerpos orgánicos.
Creencia vs. ciencia
Un problema con algunas personas que promueven o creen ciegamente en estos químicos como posibles tratamientos alternativos contra enfermedades, es que pueden caer en una especie de creencia subjetiva y casi conspiracionista, según la cual los sistemas de Salud del mundo rechazan los químicos para no dañar el negocio de farmacéuticas.
En 2019, el New York Times reportó que la Administración de Medicamentos y Alimentos de los Estados Unidos (FDA por sus siglas en inglés), tenía datos de al menos 20 personas seriamente afectadas por ingerir dióxido de cloro. De estas, siete habían muerto.
La FDA alerta oficialmente sobre este químico que se trata de “un potente blanqueador utilizado para despojar textiles y tratamiento de aguas industriales, que puede causar náuseas, vómitos, diarrea y síntomas de deshidratación severa. No hay ninguna investigación que demuestre que estos productos “.
También la Organización Panamericana de la Salud (OPS) advierte del peligro que representa el dióxido de cloro si se confunde como medicamento contra la covid-19.
En Bolivia, de acuerdo con la periodista Rocío Lloret, ante la desesperación del país por la pandemia, muchas personas están tomando dióxido de cloro con apoyo de autoridades locales. El Ministerio de Salud rechaza su uso y ha advertido de su peligro para la salud humana, pero algunas alcaldías y personalidades lo promueven.
“Salud lo ha prohibido pero se consume igual. Hay decesos e intoxicaciones, pero no le importó a nadie. En una ciudad del país hacen fila para comprarlo. Un influencer vendió un auto y está yendo por toda Bolivia para promover el uso del dióxido de cloro. Parlamentarios de Evo (Morales) querían una ley para que se produzca en cantidad, y dos universidades estatales reconocidas lo están produciendo también. En municipios rurales lo están entregando como parte de tratamientos y destinando presupuestos del Estado para su uso. El Ministerio de Salud advirtió con procesar a quienes promuevan su uso, pero no ha hecho nada hasta el momento”, resume Lloret.
También en Colombia las autoridades registran intoxicaciones por dióxido de cloro.
Al finalizar la entrevista vía llamada telefónica para este Explicador, la doctora Viviana Ramos, directora del CNCI, pronunció: “Hay que darle tiempo a la ciencia y no a la ocurrencia”.