
Es un tema interesante que cada cierto tiempo reaparece con mayor incidencia en búsquedas de Google y Google Costa Rica: qué son los rayos cósmicos y cómo nos afectan.
Explicamos de forma sencilla todo esto, gracias a informaciones de la Organización Internacional de Energía Atómica (IAEA, por sus siglas en inglés), parte de Naciones Unidas.
Vayamos parte por parte.
Rayos cósmicos: qué son
Se los llama rayos cósmicos o radiación cósmica. Como lo indica su nombre, es radiación que proviene del espacio.
En concreto, son partículas subatómicas que se desplazan por el espacio viajando casi a la velocidad de la luz (300.000 kilómetros por segundo). Bombardean los planetas con los que chocan, pero algunos planetas como el nuestro tienen capas naturales que nos protegen contra su radiación.
Estas partículas subatómicas tienen una energía extremadamente elevada (principalmente protones y núcleos atómicos con emisiones electromagnéticas).
Hay dos tipos de rayos cósmicos: los galácticos y los solares, según apunta la IAEA.
Radiación o rayos cósmicos galácticos:
Provienen de los restos de las supernovas; poderosas explosiones que ocurren en la etapa final de la vida de las estrellas gigantes que colapsan y se transforman en agujeros negros o se destruyen completamente.
Cuando estas explosiones ocurren, la energía emitida acelera partículas cargadas y las vuelve altamente penetrantes y “muy difíciles de blindar”, según indica la IAEA.
Ojo: este fenómeno se asemeja a un enorme acelerador natural de partículas. El ser humano ha construido aceleradores de partículas artificiales desde hace décadas. Estos son dispositivos que utilizan campos electromagnéticos para acelerar partículas cargadas (una partícula con carga eléctrica) a altas velocidades; las hace colisionar con otras partículas, y esto permite estudiar más a fondo las partículas desintegradas y las generadas a través del choque. El Gran Colisionador de Hadrones del CERN (Organización Europea para la Investigación Nuclear), entre Francia y Suiza, es el más grande del mundo --es, también, la máquina más grande jamás construida. --Esta máquina resultará familiar para quienes hayan leído o visto el thriller Ángeles y Demonios.
Radiación o rayos cósmicos solares:
Este tipo de radiación está constituida por partículas cargadas emitidas por el Sol; la estrella de nuestro sistema. De acuerdo con la IAEA, son principalmente electrones, protones y núcleos de helio.
Esta radiación es emitida constantemente por la corona solar o capa más externa del Sol. Debido a esto, la ciencia llama a este fenómeno “viento solar”.
Otras veces, esta radiación cósmica solar proviene de eventos más específicos como explosiones súbitas, esporádicas.
El “viento solar” o rayos cósmicos provenientes del sol son los que provocan las auroras boreales y auroras australes que vemos en los polos. Todo un espectáculo de luminiscencia, auspiciado por el choque entre partículas cargadas y nuestra magnetósfera (campo magnético generado por el núcleo de la Tierra).

¿Nos afectan los rayos o la radiación cósmica?
Sí y no. Esta radiación choca con nuestro planeta, pero nuestro planeta tiene un campo magnético que hace que las partículas cargadas reboten de un polo al otro, como detalla la IAEA.
“La magnetosfera desvía los rayos cósmicos y nos protege de las erupciones solares atmosféricas. En ocasiones la radiación cósmica sí llega a nosotros, pero no provoca ningún daño, al igual que otros niveles bajos de radiación a los que estamos expuestos habitualmente”, apunta Laura Gil en este artículo de la oficina de información de la IAEA.
Hablemos ahora de esta radiación a la que sí estamos expuestos normalmente, en nuestro día a día:
--Para medir los efectos de la radiación sobre la salud humana, se utiliza la unidad sievert.
--1 sievert (que son 1.000 milisieverts) corresponde una probabilidad del 5,5% de desarrollar un cáncer inducido por radiación en el futuro.
--En promedio, se estima que las personas estamos expuestas a 3,5 milisieverts de radiación por año.
--La mitad de esta radiación anual procede de máquinas humanas, como los rayos X, las mamografías y los escáneres de tomografías.
--La otra mitad proviene de fuentes naturales y, de esta, apenas un 10% es producido por la radiación cósmica. O sea: sí nos afectan los rayos cósmicos pero en un porcentaje más que mínimo. No es cuestión de preocuparse. De hecho, ni siquiera los 3,5 milisieverts de radiación por año son de preocuparse.
En junio pasado, para un artículo de #NoComaCuento, Erick Sánchez, quien es técnico del planetario de la UCR, dijo que “estos fenómenos no son peligrosos porque la atmósfera de la Tierra nos protege de esas radiaciones cósmicas. De hecho, la mayoría de radiaciones peligrosas para los seres vivos son absorbidas por la atmósfera, como la radiación ultravioleta”.
Para tener una mejor idea, durante la explosión del reactor #4 en la central nuclear de Chernóbil, en Ucrania en abril de 1986, los niveles de radiación en los primeros días fueron de más de 300 sieverts por hora (esto es más de 1.000 millones de veces la radiación natural).
Aproximadamente 30 personas que atendieron la explosión en Chernóbil fallecieron a los pocos días del siniestro debido a la radiación. Entre ellos una veintena de bomberos.
En cuanto al número de muertes exactas ligadas al desastre no hay consenso, en parte porque la Unión Soviética escondió la información ligada a la explosión lo máximo posible. Sin embargo, las estimaciones más acuciosas establecen el número de vidas perdidas directa e indirectamente por el desastre --debido a la radiación-- entre 16.000 y 60.000. En su libro Voces de Chernóbil, la escritora y premio Nobel, Svetlana Alexievich, detalla que el número de enfermedades oncológicas tras el desastre aumentó 74 veces en Bielorrusia, vecino de Ucrania (la central está casi en la frontera entre los dos países).
Pero estos niveles de radiación han desaparecido. Actualmente, se calcula que la radiación en la zona es de 1,2 milisieverts por hora. Incluso hay tours para visitar la abandonada ciudad de Pripyat, donde vivían los trabajadores de la planta y sus familiares.
En todo caso, estos datos de radiación extrema corresponden a accidentes nucleares específicos y ayudan a dimensionar que no hay peligro por la radiación cósmica.
¿Quiénes están más expuestos a la radiación cósmica?
Los astronautas, ya que, una vez que están en el espacio, no están protegidos por la magnetósfera como lo estamos nosotros. Y también las personas que vuelan en algunos aviones comerciales. Sobre todo la tripulación de ciertas rutas (pilotos y auxiliares de vuelo).
“La tripulación que atiende rutas polares de larga distancia podría exponerse a una dosis efectiva anual de hasta 6 milisieverts”, indica la IAEA.
Los astronautas que desarrollan misiones en la Estación Espacial Internacional (EEI), por su parte, pueden estar expuestos en 12 días a la dosis promedio anual de quienes vuelan en rutas polares todo el año, según la máxima autoridad mundial de energía nuclear. Todo esto, naturalmente, es monitoreado de cerca y no atenta contra la salud de astronautas ni tripulación aérea.
Ojo 2.0: de vez en cuando, aparece información a través de imágenes o en cadenas de WhatsApp o en memes de Facebook que alertan sobre los rayos cósmicos o la radiación cósmica. En muchas ocasiones, estos avisos indican que “los rayos cósmicos pasarán cerca del planeta”, y dan instrucciones para apagar todos los equipos electrónicos en un momento determinado. Es preciso saber que esto siempre es información equivocada (noticias falsas). De hecho, los rayos no pasan “cerca de la Tierra” sino que chocan contra ella. Pero esto no representa peligro alguno.