En corto: son políticos de vieja data, conocidos por las generaciones más adultas, pero no tan conocidos por las generaciones más jóvenes. De hecho, a muchos les da la impresión de que estos personajes brotaron en los últimos días, de la noche a la mañana, como líderes del supuesto movimiento que promueve los bloqueos en vías públicas que cumplen 10 días de ser noticia.
En no corto: el resto de este Explicador. A continuación detallamos quiénes son José Miguel Corrales y Célimo Guido, protagonistas de antaño, a quienes la coyuntura actual les abrió la puerta a un ruedo del que estaban lejos: el de la política costarricense.
Sobre José Miguel Corrales, de 81 años
Le decían “mulo” cuando era futbolista. Jugó en Saprissa y en Cartago, de donde es originario --nació en Paraíso en setiembre de 1939--, pero en Primera División solamente jugó 5 partidos y marcó un gol. Tuvo el honor, eso sí, de integrar la Primera Selección Juvenil de Costa Rica en 1954.
Cuando acabó la corta etapa del deporte profesional en su vida, Corrales estudió Leyes en Costa Rica, aunque su deseo era estudiar Medicina. Pero para eso había que salir del país. Contempló ir a Chile, pero su madre, doña Amada Bolaños, prefirió que “Miguelito”, como lo llamaba, permaneciera en Centroamérica.
En un perfil periodístico que La Nación publicó en 1998, se describe así a Corrales: “Agricultor de vocación, vehemente, futbolista, metódico en el trabajo, sincero a rajatabla, médico frustrado, idealista, discípulo de la comida natural”.
Y en una reseña sobre el político que apareció en La Nación en el 2007, ya se usaba el término “cadáver político” para describirlo, un término que, según el artículo, estaba en boca de sus detractores.
Pero viajando más lejos, allá por el 2002, encontramos que fue el mismo Corrales quien se definió en una entrevista televisiva como “un cadáver político”. Lo hizo al abandonar la fracción parlamentaria del PLN. De ahí a que el mote lo haya perseguido por tantos años. Incluso cuando en otra entrevista, en 2013, se contradijo, en La Nación:
“No, jamás, porque en política jamás hay cadáveres políticos. (...) Estoy muy vivito y coleando...”
Los años han pasado, y el abogado de formación, diputado en los períodos 1974-1978, 1986-1990 y 2002-2006; y candidato presidencial con Liberación Nacional en 1998 --perdió frente al socialcristiano Miguel Ángel Rodríguez--, sigue coleccionando titulares. Y lluvias de críticas.
Entre setiembre y octubre de este año, Corrales ha resurgido como un líder autoproclamado de un supuesto “Movimiento Rescate Nacional”, que se atribuye la organización de la cincuentena de bloqueos que llevan más de una semana de paralizar al país, en medio de una pandemia sin precedentes en el último siglo.
Los manifestantes que han bloqueado las vías públicas lo hacen para protestar contra un acuerdo que el Gobierno busca entablar con el Fondo Monetario Internacional (FMI), con miras a subsanar el fuerte déficit estatal que sufre Costa Rica. Para lograr este acuerdo, en un inicio, el Gobierno anunció que habría que crear hasta seis nuevos impuestos. Esto no fue bien recibido por muchos sectores. Entre ellos, el llamado movimiento.
Entre el 30 de setiembre y el 7 de octubre, Corrales instó a que los manifestantes siguieran bloqueando vías y carreteras internacionales, incluidas las fronteras. Pero lo último que supimos de él fue la publicación de un video en la noche de este jueves 8 de octubre, donde el excandidato presidencial pidió perdón por su “cuota de responsabilidad” con los tranques viales, y llamó a deponer las protestas en las calles.
Volviendo a sus mandados políticos del pasado, y a un año antes de terminar su último periodo en el Congreso, Corrales respondió una pregunta para este periódico sobre su ruptura con el PLN:
“Yo no me he ido, otros son los que se han ido. Yo sigo siendo socialdemócrata y muero socialdemócrata porque no hay una filosofía política que se ajuste más a mi sentimiento”.
Para este Explicador contactamos a Carlos Roverssi, periodista, catedrático y experto en comunicación política (diseñó las campañas de los expresidentes José María Figueres y Laura Chinchilla), pero no quiso referirse a Corrales, de quien fuera cercano hace años.
“Le soy sincero, yo tengo un gran resentimiento con ese señor y sería muy subjetivo. Es un capítulo cerrado en mi vida y prefiero no opinar. Disculpe”, dijo Roverssi.
Este 7 de octubre, en el programa de radio Columbia, Hablando Claro, la expresidenta Laura Chinchilla, del PLN, se refirió con dureza a las nuevas acrobacias políticas del octogenario:
“Vea qué grave lo que está pasando. Ya resulta inevitable tener como referentes de la negociación a este par de irresponsables. Uno de más de 70 años (Célimo Guido) y otro de más de 80 años (Corrales), a quienes el país les dio el honor y el privilegio de que por la vía institucional representarán al pueblo en la Asamblea Legislativa”.
“Y ahora, esta gente, después de haber abierto esa olla de grillos ya no puede contener lo que está pasando en las calles, no son ellos los referentes de la negociación”.
La apertura de esa “olla de grillos”, que son los bloqueos, ha derivado en turbas que hieren a decenas de policías, quemas de buses, busetas, carros y camiones; y millones de personas afectadas.
Quedó lejos el año 1998, cuando Corrales perdió la presidencia por unos 33.000 votos. Los resultados de aquellos comicios dan fe de que, otrora, Corrales sedujo a casi la mitad del país como candidato del PLN. En una época donde el bipartidismo era muy fuerte.
Resultados: Miguel Ángel Rodríguez: 652.160 votos (46,9%) / José Miguel Corrales: 618.834 votos (44,4%).
¿Por qué Corrales y Célimo surgen como “líderes” en 2020?
En 1998, Constantino Urcuyo, doctor de Ciencias Políticas y catedrático de la Escuela de Ciencias Políticas de la UCR, estudió de cerca a José Miguel Corrales.
Urcuyo era asesor de campaña del candidato opositor, Miguel Ángel Rodríguez, y para preparar los debates presidenciales, debía analizar al contrincante.
“José Miguel Corrales es de choque político”, explica Urcuyo. “Él no va a entrar a discutir ideologías, doctrinas o programas de gobierno. Él es el argumento ad hominem (que apela a los sentimientos). Le entra al cuerpo de su adversario. No tiene un pensamiento elaborado detrás de sí”.
El experto en política acude a la retórica de Aristóteles y al arte de la persuasión para entender cómo obran Corrales y Célimo Guido --de quien hablamos más adelante.
Según el filósofo griego Aristóteles, uno puede convencer a las personas en torno a tres ejes, indica Urcuyo:
El logos: la razón, el verbo.
El pathos: la pasión, las emociones.
El ethos: el ejemplo.
“Para esta gente, el logos; lo racional, es muy limitado. Pero saben explotar el pathos. Y luego explotan la parte negativa del ethos. Yo puedo venderme como si fuera un tipo ejemplar, pero también puedo vender el ethos negativo. Vendo los defectos y errores del presidente y los políticos. Y eso hace Corrales”, explica Constantino Urcuyo.
El arte de la persuasión pasa fundamentalmente por el manejo político de las emociones sociales, subraya el especialista. Y en eso, dice, Corrales ha aprendido la lección a lo largo de su carrera política. El enojo y la crítica permanente a lo que hacen los otros son sus utensilios de acción. Pero ni Corrales ni Célimo Guido “son personas que tengan la posibilidad de armar una propuesta alternativa”, porque su capital político reside en la movilización de emociones negativas, asegura Urcuyo.
El experto valora que Corrales sí maneja y entiende bien el grado de enojo que hay en la gente. “Él es un hombre capaz de manejar el enojo popular. Y tiene las condiciones políticas y de psicología social suficientes para manejar este descontento. Pero se le está saliendo de las manos”.
El descontento social con la actualidad costarricense, en media pandemia del coronavirus, es palpable. Hay cerca de un 24% de desempleo, que se traduce a unas 500.000 personas sin trabajo. Hay medidas de restricción sanitarias que han sido criticadas y que, poco a poco, las autoridades les van quitando severidad conforme pasan las semanas. Y fue en este contexto que el Gobierno propuso la creación de media docena de nuevos impuestos. Urcuyo describe el panorama como un “caldo de cultivo de enojo y descontento”, que Guido y Corrales aprovecharon.
“A mí me parece que otros sectores los buscaron a ellos, porque les resultaba útil tener una cara vendible frente a la población”, opina el doctor en Ciencias Políticas. “Y qué más vendible que un excandidato a la presidencia por el PLN. Todo el país lo conoció en la campaña contra Miguel Ángel Rodríguez. Esa es una marca más o menos establecida que le sirve de apoyo. Célimo ha estado en la protesta desde siempre. Y Corrales es consciente de que tiene 81 años, que esta es quizás su última aparición en público, su última función. Y diay, le gustó. Se estaba eclipsando y le ofrecen una tribuna. Entonces claro, se subió”.
En el amplio reportaje sobre su persona de 1998, publicado días antes de los últimos comicios presidenciales del milenio pasado, el periodista de La Nación, Nefer Muñóz, jugó a hacerles preguntas cortas a ambos candidatos; Rodríguez y Corrales. Reproducimos las respuestas de este último:
Una alegría: “El telegrama que le avisó que estaba en la selección de fútbol juvenil de Costa Rica”. (Respuestas de Corrales entre comillas).
Lo irrita: “La hipocresía”.
Para paladear: “Las pastas, definitivamente”.
Literatura de oro: “Don Quijote de La Mancha y Cien años de soledad”.
Poetas verdaderos: “Calderón de la Barca y Jorge Debravo”.
Liderazgo a todas voces: “De Gaulle, Churchill y Lincoln”.
Revista de cabecera: “La del Colegio de Abogados”.
Le basta y sobra: “Cinco horas de sueño (se levanta 5:45 a.m.).”
¿Por qué cambiaría la política?: “Por la agricultura”.
Es quitado para: “Quedarse encerrado en casa”.
Esto último le quedó claro a más de uno en 2020.
Sobre Célimo Guido, de 68 años
Para compararlo con una figura que sí ha estado más presente en el último lustro, Célimo Guido se asemeja a Albino Vargas en cuanto a su presencia en protestas en la calle. En el espectro político teórico, Guido es de izquierda.
Si bien a José Miguel Corrales se lo recuerda por sus posiciones frontales contra el Tratado de Libre Comercio (TLC), y coliderando la campaña del ‘no’ para el referendo de 2007, Célimo Guido tiene un historial mucho más extenso en años; más bien décadas, agitando manifestaciones e incluso promoviendo bloqueos.
De hecho, al menos hasta 2019, el único caso conocido en los últimos 15 años de detenidos por bloquear las vías públicas eran el exdiputado Célimo Guido Cruz y la profesora Rocío Céspedes, condenados en 2006 por obstrucción de vías durante la protesta contra la empresa Riteve, en julio del año 2002. En 2003 fueron a juicio por primera vez, pero fueron absueltos. En 2006 fueron condenados a un año de prisión con multa conjunta de ¢15 millones.
Al final no descontaron días en prisión tras recibir un beneficio de ejecución condicional de la pena. Es decir, ambos quedaron en libertad, pero a prueba, por un plazo de tres años.
Célimo Guido cumplirá 69 años este 16 de octubre. Nació en 1951. En 1998 fue elegido diputado de la Asamblea Legislativa con el Partido Fuerza Democrática. En el Congreso presidió la Comisión de Asuntos Agropecuarios y, en una ocasión, casi termina a golpes con otros dos legisladores.
Una nota de La Nación de agosto de 2001 se titula: “Bronca entre legisladores”. Esta es la entrada:
“Solo faltaron los puñetazos. El socialcristiano Carlos Salas, Célimo Guido de Fuerza Democrática y el liberacionista Juven Cambronero casi convierten ayer la barra de prensa del Congreso en un cuadrilátero. Los tres diputados, quienes representan a San Ramón en la Asamblea Legislativa, se gritaron toda clase de improperios y acusaciones por supuesta corrupción”.
El politólogo Constantino Urcuyo conoce más a Corrales, pero de Guido sus referencias recuerdan ese episodio.
“Célimo era un tipo muy agresivo. En la Asamblea estuvo a punto de irse a los golpes, como que no es muy común en Costa Rica con un diputado. Es un tipo rudo. Él ha estado en la protesta desde siempre”.
Vladimir de la Cruz, colega de Guido en Fuerza Democrática y candidato presidencial en 1998 con ese partido, dijo en un artículo de Teletica, el pasado 3 de octubre: “En su paso por la Asamblea se caracterizó por ser un personaje de pelea, de calle, el personaje del discurso arenguero”.
Guido arremetió contra su propio partido, Fuerza Democrática, en una entrevista que le dio a La Nación en julio de 2001. Su partido era considerado entonces como la tercera fuerza política del país, detrás de los históricos PUSC y PLN. La entrevista se titula: “Me da asco estar aquí”. En la publicación, Guido señala a su antiguo partido de cometer fraudes electorales, de usar recursos de la Asamblea para favorecer al partido y hasta de nepotismo. Dice Guido:
“Sí señor, hay corrupción en Fuerza Democrática, lo que pasa es que la diferencia es que yo tengo las hormonas para decirlo. (...) ¿Usted no considera que un fraude electoral es corrupción, que usar recursos de la Asamblea Legislativa para favorecer al partido no es corrupción...?”.
Y cuando le preguntaron si se iría de la fracción política, pronunci’o: “Lo vamos a hacer colectivamente porque aquí el pueblo de Fuerza Democrática está con Célimo Guido y José Merino. Faltan algunos recursos en el Tribunal. (...) Yo no le veo futuro”.
El partido, de ideología socialista, se disolvió muchos años más tarde, en 2010.
Consultado por Semanario Universidad sobre el llamado que hizo Corrales este jueves 8 de octubre, a deponer las protestas, Célimo Guido fue enfático:
“Esto es una bofetada al movimiento social. A José Miguel lo quiero como un segundo padre, pero no queda más que decirle ‘muchas gracias’, pero este movimiento no se entrega”, añadió.
El semanario precisa que los hombres conversaron dos horas antes de hacerse público el paso atrás de Corrales.
En cuestión de minutos, Corrales llamó a deponer las protestas y los bloqueos, y dio un paso atrás. Guido llamó a que los bloqueos continúen, y dio un paso al frente.
“¿A quién representan José Miguel Corrales y Célimo Guido?”, se pregunta Constantino Urcuyo. “Representan al enojo, al malestar, al descontento. Pero no representan a nada más que eso, porque ni siquiera son representantes de una estructura más formal como los sindicatos”.