Rusia no quiere que Ucrania sea cada vez más aliada de Estados Unidos (EE. UU.) y la Unión Europea (UE) y tampoco que se una a la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN), pues ello podría tener consecuencias graves por la invasión y anexión rusa de Crimea (2014), península al sur de Ucrania donde Moscú guarda una importante base militar.
Europa y EE. UU. no quieren que Rusia extienda su dominio sobre Ucrania, un país que ha fortalecido los lazos con Occidente y que representa un punto estratégico en el paso del gas y otras energías hacia el resto del continente.
Ambos; Rusia y la UE —y su aliado EE. UU.— buscan tener mayor dominio sobre Ucrania. La UE lo hace políticamente, ya que el presidente y el gobierno ucraniano son aliados; Rusia por el contrario, lo hace militarmente, anexionando territorios o llevando a casi 150.000 soldados con poderosos equipos militares al borde de tres fronteras físicas ucranianas.
Ninguno de estos puntos parece encontrar solución o zona de encuentro y, por esta razón, en febrero del 2022, el conflicto no parece atenuarse ni tener solución sencilla.
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Pregunta por pregunta
¿Habrá invasión o guerra?
No se sabe. Algunos expertos incluso sopesan la idea de que, a estas alturas, ni el mismo Vladimir Putin lo sabe o ha tomado una decisión concreta. Lo cierto es que se ha metido en una especie de “camisa de once varas” y buscará salirse sufriendo el menor daño posible.
Como desglosamos en este Explicador de enero sobre el origen del conflicto entre Rusia y Ucrania, la exnación soviética, que es independiente desde 1991, tras la caída de la Unión Soviética, busca cómo perder influencia de Moscú y se acerca poco a poco a Bruselas, sede política de la UE.
A mediados de febrero de 2022, unos 148.000 solados rusos rodean el territorio Ucranio desde el norte (en Bielorrusia, país aliado del Kremlin), el sur (Crimea; invadida y anexionada por Rusia) y el este (frontera rusa-ucraniana).
Las fuerzas in situ no son únicamente militares profesionales, sino helicópteros de combate, tanques y navíos de ataque estratégico. Lo sabemos porque el Kremlin, a través de su ministerio de Defensa, ha divulgado imágenes, en video, en los últimos días, de supuestos entrenamientos, en simultáneo, que Rusia ha llevado a cabo alrededor de Ucrania por aire, mar y tierra.
Moscú asegura que no invadirá Ucrania, y Ucrania, desde su capital Kiev, reconoce que la fuerza desplegada por Rusia no alcanzaría para una invasión total exitosa a Ucrania. Sin embargo, la situación es cada día más tensa porque cada día pasa sin un desenlace concreto.
Moscú prometió este miércoles 16 de febrero que estaba retirando tropas y armamento de las fronteras con Ucrania, pero un día después, EE. UU. mostró preocupación por el hecho de que, más bien, creen que Moscú aumentó a 155.000 soldados el número de sus tropas en las zonas fronterizas.
La mejor respuesta a la pregunta es que, por ahora, aún no se sabe con exactitud si habrá invasión o no. Es importante saber que, según parece, ni siquiera Putin lo sabe o al menos no ha tomado una decisión clara. A estas alturas, invadir Ucrania podría desembocar en una declaración de guerra contra la UE y EE. UU., totalmente inmiscuidas en el asunto.
EE. UU., por su parte, a través de su secretario de Estado, Anthony Blinken, ha dicho que la primera potencia militar del mundo está preparada para ambos escenarios: tanto para agotar las negociaciones con Putin como para responder militarmente.
Rusia ha dicho que está retirando fuerzas de los límites con Ucrania, pero ni Ucrania ni la OTAN están convencidos. Ambos piden más pruebas que los escuetos videos oficialistas que muestran camiones militares abandonando Crimea. Las potencias temen que estas imágenes proveídas por el Kremlin sean un pantallazo. En cualquier caso, los documentos satelitales de la OTAN, según ha trascendido a medios internacionales, muestran que campos militares cercanos a Ucrania, que en 2019 estaban abandonados, están ahora mismo repletos de militares y maquinaria de guerra.
¿Qué quiere Vladimir Putin?
No pocos analistas y políticos actores del conflicto que han hablado con medios internacioanles en estos días, coinciden en que Putin busca evitar que Ucrania se acerque más a las potencias de Occidente. Evitar que se una definitivamente a la OTAN y, por supuesto, a la UE.
Hay pláticas para que lo primero suceda desde el 2007, y cuando hubo acuerdo para que lo segundo se firmara en 2013-2014, Rusia invadió Crimea y lo anexionó a ese país.
Producto de aquel conflicto, dos territorios al este de Ucrania, llamados la República Popular de Lugansk y la República Popular de Donetsk, se emanciparon de Ucrania y muestran adhesión a Rusia, quien aún no los considera parte del país, pero quien los ha apoyado militarmente en los últimos ocho años.
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Por Crimea y por Donetsk y Lugansk, es que Rusia y Ucrania han estado en guerra en los últimos ocho años y contando. 15.000 personas han perdido la vida y más de un millón han sido desplazadas de sus hogares.
Si Ucrania se une a la OTAN, un estatuto de esa alianza militar —la más grande y poderosa del mundo—, indica que un ataque a uno de los países miembros es como si el ataque fuera contra todos los países. La anexión forzada de Crimea a Rusia del 2014 supondría que la UE y EE. UU. podrían buscar que Rusia suelte los territorios ucranianos ocupados. Recordemos que, actualmente, ni la UE ni EE. UU. reconocen la anexión de Crimea.
Putin busca evitar todo esto, pero también busca evitar una guerra abierta contra las potencias mundiales. Sin embargo, la situación actual le podría golpear la imagen a lo interno de Rusia. Ya se sabe que envió buena parte de su ejército a la frontera con Ucrania. Remover las fuerzas por amenazas de la UE y, sobre todo de EE. UU., supondría un golpe a su imagen. Se vería acaso ridículo o al menos empequeñecido ante los ciudadanos rusos si se doblega ante las demandas de Occidente.
Por ahora, ni los múltiples encuentros entre Putin y mandatarios europeos, ni las pláticas entre Joe Biden y el líder ruso han podido hallar una solución.
¿Qué quieren Ucrania y la UE / EE. UU.?
Lo mismo que buscan desde hace años: mayor control sobre Ucrania y su geografía crucial, lo que les otorga mayor control sobre Rusia.
Casi lo consiguen en 2013, con la integración de Ucrania a la UE interrumpida por una súbita negación del entonces gobierno ucraniano, tras una intervención de Putin en el asunto.
Las potencias tendrían una robustecida fuerza política y militar sobre Rusia si logran hacerse con Ucrania.
Ucrania es una pieza clave en el ajedrez geopolítico y económico europeo. No solo es un puente entre Europa y Rusia (y Asia). Es el país por donde pasan los principales gasoductos que proveen gas ruso y asiático al continente. La UE y EE. UU. protegen a Ucrania, principalmente, por el gas que atraviesa sus venas. Este mecanismo, aparte de vital para muchos países, es una gran opción para hacer presión política contra Moscú.
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Moscú, por su parte, ya tiene una solución a esta ventaja ucraniana: lleva años construyendo y completando un faraónico —y polémico— gasoducto por el Mar del Norte, que conecta directamente con Alemania. Pero el Nord Stream II, como se llama este gasoducto, no tiene permiso de funcionamiento de la UE. Alemania no quiere usarlo porque supondría una pérdida de poder para Kiev y para el gobierno ucraniano, liderado actualmente por el presidente Volodímir Zelenski.
Mientras el conflicto sigue su curso, la UE y EE. UU. no paran de comentar en medios masivos sobre la alerta que supone una posible invasión de Rusia contra Ucrania. Rusia desmiente cualquier intención de invadir Ucrania, pero, por ahora, sus actos no coinciden con sus palabras.
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Para este artículo se usaron informaciones de: The Economist, Russia Today, The New York Times Magazine, BBC, The Washington Post, Evgeny Afineevsky y Benjamin Rich.