Ya está consumado, pasaron los días, pero sigue en el ambiente, a quien el pueblo tico futbolero casi en totalidad le dio la bienvenida calurosa y esperanzada de ver una Selección de Costa Rica alegre en el campo, solo tuvo ocho meses para irse más bien aburrido y por la puerta de atrás.
Gustavo Matosas es otro de los fiascos de entrenadores extranjeros que llegaron ilusionando con su buen verbo y su acento diferente y se marchó dejando una reputación nada envidiable y sonrojante.
Con solo ocho meses, el charrúa se marchó de Costa Rica con apenas un 42% de rendimiento, estando muy cerca con otros colegas suyos venidos del exterior que concluyeron su estancia en la Selección con rendimientos deplorables, como el brasileño René Simoes, con mismo porcentaje, o Ricardo Lavolpe, venido desde México con apenas 35%, mientras que el también uruguayo Héctor Núñez dejó el banquillo con 44%.
Más allá de los rendimientos, que en muchos casos resultaron patéticos, se recuerda la fama en la que llegaron y luego cómo se fueron. Se hablaron maravillas en los años 70 del argentino Humberto Maschio, pero quedó inmortalizado el argentino por apenas unos amistosos y su debacle en la eliminatoria para Alemania 1974 de apenas dos partidos, perdiendo 1-2 en Honduras e igualando 3-3 en Costa Rica, tras ir ganando 3-0.
Otro que aún está en la retina es el uruguayo José Etchegoyen, que se llevó dos palizas de México con idéntico marcador, 0-7. En 1992 vino el uruguayo Héctor Núñez precedido de una buena labor en el fútbol español, muchos malos resultados en el preámbulo de la eliminatoria, incluida una dolorosa caída en Panamá, aunque luego se recuperó, pero en una de las cuadrangulares caímos 2-3 ante Honduras en el Nacional y dejó abandonado el barco que empezaba a naufragar.
Los casos que están más frescos, sin duda, el del colombiano Francisco Maturana que duró más o menos lo mismo que Matosas, llegó diciendo que Costa Rica era el “Brasil de Centroamérica” y la baraja de naipes se le empezó a caer luego de ganar la Uncaf de una manera muy precaria, con dos derrotas ante Honduras. Tras argumentar que “el entorno se rompió”, lo vimos días después dirigiendo a Perú en las eliminatorias…
Ricardo Lavolpe, con su fama de técnico caro y clase A, vino y no dejó nada de nada, se fue por la puerta de atrás, se le pagó mucho y recibimos poco y el último de la lista de fiascos, el señor Matosas que se fue “aburrido” de la Selección.
Otros casos
Ellos no fueron fiascos, pero sí fue un fiasco la decisión de la dirigencia en ese momento. En los años 80 don Orlando de León, de mucha trayectoria en la historia técnica de este país, fue nombrado, pero ojo, ¡solo por dos horas! Increíble, pero cierto. Sucedió previo a la eliminatoria rumbo a los Juegos Olímpicos de 1984, pero la misma indecisión de la Fedefútbol en ese momento hizo que a como lo nombraron, lo quitaron.
Siguiente caso y en fila de desaciertos, tras sacar a don Orlando, llegó el argentino Omar Muraco. Extécnico del Municipal Puntarenas, tuvo un poco más de suerte y estuvo cuatro días como estratega de la Tricolor; sobra decir que ni siquiera disfrutó de un entrenamiento, así que como vemos fueron dos entrenadores extranjeros que pasaron por la Selección, pero en casos insólitos e infames de nuestra dirigencia.
Pues bien, para cerrar esta nota, diremos que muchos llegaron y pocos serán bien recordados, rendimientos paupérrimos que los dejaron mal parados en nuestro fútbol, pero que serán parte de la historia del balompié costarricense.