Desde el 2022, la prensa estadounidense habla del término “Soft Landing” (aterrizaje suave traducido al español) refiriéndose al resultado final económico luego de la intervención de la Reserva Federal de Estados Unidos en la economía. Pero, ¿qué significa realmente?
Para entender el término, es importante analizar que, desde el punto de vista económico, es deseable para las sociedades que su producción de bienes y servicios sea cada vez mayor, y que tenga un valor monetario importante. En economía esto se mide mediante la tasa de crecimiento del Producto Interno Bruto (PIB), que mide precisamente el valor final de la producción a precios de mercado. Pero también es deseable que este mayor dinamismo no implique un crecimiento importante de los precios (medida por la tasa de inflación), ya que afecta el poder adquisitivo de las personas, cuyo ingreso no se ajusta tan rápido o del todo a los precios cada vez mayores.
La mayoría de los bancos centrales de países desarrollados tienen metas de inflación bajas (de 2% a 3%), que son idóneas para que se dé crecimiento sin impactar fuertemente ese poder adquisitivo. Actualmente, los Estados Unidos tiene una inflación interanual de 3.2%, que está por encima de la meta del 2%, con el 2022 teniendo lecturas de inflación muy altas, provocadas inicialmente por el impacto en precios de alimentos y energía posterior al estallido del conflicto armado en Ucrania.
Ahora bien, cuando la inflación se aleja de la meta de los bancos centrales, estos utilizan diversos métodos para impulsar la inflación hacia esa meta. En el caso de la Reserva Federal (FED) de los Estados Unidos, utilizan dos principalmente: su tasa de interés de fondos federales y la compra o venta de activos financieros (títulos valores). La mecánica de ambos es la misma: hacer que fluya más o menos dinero en la economía, y esto reduce o aumenta el ritmo de crecimiento de los precios. Para la coyuntura actual de mayor inflación, el banco central del país norteamericano ha utilizado ambos métodos de política monetaria, pero con un énfasis en el uso de su tasa de fondos federales, aumentándola para frenar la inflación. En sólo un año, esta ha crecido desde casi 0% hasta 5.33%. ¿Cuál es el problema? Tasas de interés altas golpean el consumo de las personas, desincentivan la inversión privada y todo esto termina afectando el crecimiento de la producción.
Todo lo anterior nos permite explicar qué es un escenario de “Soft Landing”. Básicamente sucede cuando las tasas de interés altas logran reducir la inflación sin afectar de manera importante el crecimiento económico, es decir, la FED logra su objetivo sin provocar un mayor dolor en la economía, sea una recesión o inclusive, una depresión económica más prolongada. Suena idóneo, pero su logro no es sencillo, y requiere de factores que, usualmente, están fuera del control de los bancos centrales.
Como primer factor, se puede mencionar al Mercado Laboral.
El desempleo debe aumentar, pero no demasiado para no afectar la productividad derivada del trabajo sobre el PIB, posiblemente en el rango de 4% a 4.3%. Usualmente se relaciona un desempleo bajo con una productividad alta, pero también se relaciona con inflaciones altas (ya que la gente está empleada, percibiendo un salario y consumiendo, lo que presiona los precios). En estos momentos, el desempleo en EE. UU. ronda el 3.5%, cerca de sus mínimos históricos.
Como segundo factor, es relevante que exista resiliencia en la actividad económica.
Si las empresas tienen balances fuertes, márgenes de ganancia controlados y niveles de flujo de caja sólidos, pueden soportar una desaceleración que va en línea con ese mayor desempleo comentado anteriormente, pero que aun así sus resultados no se vean afectados de manera importante. Por ejemplo, la mayoría de los analistas esperan un crecimiento de 0.6% en las ganancias de las empresas constituyentes del S&P500 para el 2023, y por su preponderancia en el PIB de EE.UU. pueden sostener el caso de un crecimiento leve o una recesión muy contenida.
Como último factor, hablamos del alineamiento de las expectativas de inflación.
Las expectativas que tienen diversos agentes económicos influyen en cómo se comportan las decisiones de consumo y que, al fin y al cabo, terminan impactando la inflación ya efectiva. Si todavía estos ven niveles lejanos al 2% al largo plazo, y aún niveles mayores en corto plazo, todavía existirían presiones que pueden implicar mayores niveles de tasas de interés. El último dato de la Encuesta Consumidores de la Universidad de Michigan indica que, para un año, las expectativas están en 3.3% de inflación, que dista del 2% de la meta. A largo plazo, esto disminuye, pero muy poco, estando en niveles de 2.9%-3.1%. Si estas expectativas empiezan a converger debajo del 2.5%, esto puede ayudar a guiar las decisiones de consumo e inversión futuras consecuentes con una inflación futura efectiva del 2%.
Ante lo expuesto, se denota que las condiciones actuales no son suficientes para garantizar ese escenario, primordialmente por el dinamismo actual del mercado laboral y las expectativas de inflación aun desajustadas. Debido a lo anterior, hay que seguir monitoreando estos datos junto con los de inflación observada, principalmente la subyacente y su componente de servicios, para entender las medidas que podría tomar la FED, y su posterior impacto en los mercados financieros.