Uno de los conflictos más grandes de Estados Unidos en las últimas décadas pasa por un desenlace que solo el tiempo podrá cuestionar ante su mayor oponente, aquel que había vencido hace aproximadamente 20 años. Este es un resultado que no se adjudica a los demócratas o republicanos; va más allá de la cultura estadounidense. Dos gobiernos republicanos y dos demócratas lucharon contra la corrupción y los abusos cometidos contra los derechos humanos, mientras fomentaban y enseñaban la importancia de la democracia. Su objetivo se basaba en el control del territorio para apoyar la estabilidad territorial y prevenir el terrorismo.
Actualmente, Afganistán cuenta con mas de 100,000 vidas perdidas y una cantidad incontable de personas que buscan una desesperada salida de su país, ¿qué salió mal? ¿qué ocurrió? El problema se ha construido a partir de la falta de planificación y carencia de inteligencia concisa. Estados Unidos creyó que la única manera de lograr la estabilidad de un país consistía en establecer instituciones estatales sólidas, Afganistán por su parte carecía de instituciones, seguridad y educación, tal como se conocen en otras latitudes; no contaban con funcionarios capacitados para ello, por lo que la solución estadounidense consistía en brindar recursos y capacitaciones para transferir la experiencia que ellos poseían. Basados en su experiencia, buscaban construir una nueva nación con estabilidad política y económica.
Ciertamente Afganistán requería de un estado que funcionara correctamente, sin embargo, la imposición de éste es compleja para una sociedad que se ha organizado a base de costumbres, normas y donde no existen entidades que les orienten en el proceso. Es importante comprender que la mayoría de las naciones no se han construido por imposición sino por cooperaciones y compromisos, bajo un modelo de centralización del poder en instituciones estatales que aseguran el apoyo popular.
La población afgana percibió la intervención estadounidense como una operación destinada a debilitar su sociedad y ese no era el objetivo inicial. Esto llevó a un desencadenamiento de situaciones complejas y difíciles. Ante esta situación cargada de derrotas, el presidente Joe Biden anunció en abril del presente año que las tropas estadounidenses serían retiradas del suelo afgano, señalando que no podía contener o expandir la presencia militar con la esperanza de crear la nación que habían deseado.
Una vez confirmada esta decisión, los talibanes comenzaron a movilizarse, estableciendo sitios de control hasta llegar a la capital de Nimruz, el pasado 6 de agosto. Los siguientes días se convertirían en historia de un avance sin frenos en todo el país, hasta llegar a Kabul el 15 de agosto, cuando el presidente Ashraf Ghani y parte de su gabinete huyeron del país.
Si bien, Estados Unidos no dejó la nación que quería, logró que muchas mujeres tuviesen acceso a la educación, conectó a medios digitales, construyó infraestructura y tecnología para poder conectar al mundo con estos habitantes. ¿Cuánto tiempo se llevarán los talibanes en revertir todo esto? No se sabe, pero tenemos la certeza de que muchos países se unirán para proporcionar la ayuda que necesitan. Igualmente, la incógnita alrededor está también en las implicaciones a nivel de política exterior del país y del líder global que hoy se enfrenta a potencias como China y Rusia.