Detengámonos un momento y pensemos en las mujeres que nos inspiran. ¿Sus mamás, abuelas, tías y amigas están en el top de su lista? ¡Deberían! Estoy segura de que todas son mujeres poderosas y que han librado sus propias luchas. Seguramente tienen historias de inspiración (y también algunas de terror y de discriminación, a pesar de las cuales han salido adelante).
Aprovechemos el 8 de marzo para hacernos escuchar y para sentarnos a escuchar a las mujeres a nuestro alrededor. Comencemos hoy aprovechando la fecha, pero hagamos de ello un hábito.
Hagamos que nuestros role models sean mujeres y que sean mujeres cercanas. Admiremos a las mujeres que nos rodean, a las que vemos todos los días. Admirémoslas por sus logros, por su poder, por los retos que han logrado sobrellevar.
Admiremos a las mujeres por poderosas. No por delicadas, por lindas, por ser el “regalo más lindo de dios” o por ser “incansables dadoras de vida”. No somos eso. No somos solo eso. No nos limiten ni nos encasillen. Somos poderosas y nos la tenemos que creer.
Hagámonos visibles
A mí me encanta leer historias de mujeres. De verdad me encanta y me inspira y me pone feliz…lo malo es que no son tan frecuentes. Por eso debemos escucharlas, escribirlas, grabarlas y divulgarlas.
Es lo más normal del mundo leer un perfil de un empresario exitoso, de un deportista que esté rompiendo records o algún político que se abre paso en los titulares.
No pasa lo mismo con las mujeres: muchas veces somos la noticia secundaria; somos la esposa de…, la hija de…, la novia de… Pero nos quitan nuestra individualidad y, por lo tanto, nos quitan nuestra identidad y nuestros logros. No podemos permitir que nos visualicen a través de un hombre.
Las mujeres somos poderosas. Lo somos. Nos la tenemos que creer porque es verdad.
Este es el mensaje que creo que debe quedarnos no sólo el 8 de marzo, sino todos los días. Solo así se cambia este mundo: no depende de nadie más.
Como anécdota personal, les cuento que en estos días he podido ir a varias charlas de empoderamiento, de mujeres en tecnología, de mujeres en finanzas, de mujeres que no solo rompen moldes sino que construyen los propios. ¡No saben lo lindo que es verlas tan poderosas y sin miedo a nada! (Se me pone la piel de gallina de recordarlo).
Tuve la oportunidad de escuchar a Fuencisla Clemares -la directora general de Google España y Portugal- contar que su estilo de management no encajaba con el de los boards de los que ha formado parte toda su vida, porque casi siempre era la única mujer.
Estaba rodeada de hombres en cargos altos que le decían: “Eres demasiado suave con tus clientes. Eres demasiado buena. Tienes que ser más dura”. Ella no lo entendía porque le parecía que sus clientes la adoraban, por lo que no era un feedback que podía traducir para hacer un cambio concreto.
Un día recibió la asesoría de una coach de management y descubrió lo que los hombres percibían en ella y que no sabían explicarle: la coach le indicó que tenía un volumen de voz demasiado bajo y por esa razón se percibía como demasiado suave y buena y eso repercutía negativamente en su autoridad.
En este momento pensarán: solo debe subir el volumen de su voz para que se iguale a los hombres. Pero no es solo eso: es que es en el mundo de los hombres en el que hablar alto es sinónimo de poder. Si tuviéramos a más mujeres en las juntas de socios y en posiciones de poder, quizá serían los hombres los que deberían regular su volumen de voz y adaptarlo a nuestros niveles.
Y el mensaje que me queda es ese: si queremos liderar, si queremos hacer un cambio lo que no debemos dejar que suceda JAMÁS es que nos hagan creer que no tenemos la capacidad o el poder de hacer lo que queramos.
La clave está en unirnos, en apoyarnos entre nosotras. Usemos nuestras voces para empoderar a otras mujeres, porque cuando una mujer apoya a otra pasan cosas increíbles. Cuando nos apoyamos, se llama sororidad.
El mundo no está acostumbrado a las mujeres poderosas, incomodamos... ¡Así que sigamos incomodando para cambiar el mundo! Creemos nuestro propio estilo de management (no el que los hombres han forjado por tantos años para nosotras), apoderémonos de espacios en tecnología, en finanzas, en política, en deporte y hagamos las cosas diferente.
Denunciemos a los acosadores, a los voladores, señalemos a los que nos “mansplainean” (creen que nos pueden explicar el mundo desde la perspectiva del hombre siempre), a los que nos hacen ver o sentir menos, a los que nos obligan a ejercer labores de cuido sin que esta sea nuestra decisión...
Creamos en eso y luego contémoslo a otras mujeres, a aquellas que tenemos más cerca.
Yo de verdad confío en la frase #TheFutureIsFemale y aunque Costa Rica va dando pasos gigantes hacia atrás con el panorama de la campaña presidencial y eso me duele increíblemente (pero es tema para otro post), está en nosotras sentirnos poderosas y decidir lo que queremos para el presente y el futuro.
Todas somos poderosas. Nadie nos puede decir lo contrario.