Pokémon Go es una aplicación para dispositivos móviles que no ha dejado indiferente a nadie, de hecho es posiblemente el primer videojuego que ha penetrado la cultura planetaria para cambiarla en cierto grado, por eso no es extraño que los detractores hayan saltado y gritado, casi tan alto y tan fuerte como los fans.
Esto es normal y hasta desgraciadamente esperado, el ser humano siempre ha criticado lo que no entiende o se sale del esquema de lo que consideran la normalidad. Lo cual no deja de ser paradójico, porque el sentido común dicta que para realizar cualquier análisis con sentido, se necesita un poco de conocimiento sobre el tema al que se va a pasar al estrado.
En el caso de Pokémon Go, si bien existen millones que comprenden el app, me atrevería a asegurar que son muchos más quienes no lo hacen, un jurado muy poco idóneo para un juicio con un solo resultado.
Esto parece ser un problema generacional típico, pero algo me dice que va más allá de eso y el problema apunta más a la crítica de la cultura moderna como un todo, enfocada esta vez en un juego que se salió completamente del molde. Para muchos la cultura pop, el auge de las películas de superhéroes y los juegos de video son un ataque a la manera en que siempre han visto el mundo.
Con todo y pueden soportar el Batman Vs Superman de turno, o incluso degustar del mismo, después de todo es cine. Pero los videojuegos siguen siendo para muchos ese hobby alienígena de niños, que no comprenden cómo un adulto puede disfrutar. Pero han aprendido a tolerar su existencia hasta cierto grado, después de todo las anualidades de Fifa y Call of Duty parecen por ser productos aceptables.
Los juegos “raros” son una actividad que hacen solo los señores vírgenes en la oscuridad de sus casas o esos jóvenes extraños que van a convenciones de anime… No es como que anden jugando por las calles o al menos no son tantos… Hasta ahora.
La generación V
Existe una generación que creció con los juegos de video, una generación que tener una consola en su casa es tan normal como tener una televisión y que prefieren a Mario, Pikachu o Crash sobre Mickey Mouse, y por alguna razón esto es increíblemente complicado de comprender para muchísimas personas.
Para esta generación V (al carajo con llamarlos millenials), Nintendo es Disney y los videojuegos son tan solo otra forma de entretenimiento, al mismo grado que el cine, el teatro, la lectura o escuchar música. Por eso no es para nada extraño que continúen jugando conforme crecen. Uno no deja de ir al cinema porque es demasiado adulto para eso, solo cambia de gustos. Aunque aceptémoslo, todos llevan a sus hijos o sobrinos a ver la nueva película de Pixar porque también la quieren ver.
La generación X y los baby boomers crecieron con sus propias leyendas, por ejemplo Star Wars marcó un hito para varias generaciones. Por su parte, la generación V creció con sus propios mitos, dentro de estos Pokémon desde su surgimiento fue un fenómeno que lo cubrió todo, televisión, juguetes, cómics, música y por supuesto videojuegos. El despliegue de mercadotecnia a finales de los noventas fue tan enorme con la franquicia, que el fenómeno se explica solo para quienes estaban poniendo atención.
“Consigan trabajo”
Sin embargo esta perspectiva histórica no va a convencer a nadie de que los que jugamos el juego no somos un poco de vagos sin trabajo, sin amigos, sin posibilidades de concretar relaciones sentimentales y con poco o nada que hacer.
Sin embargo esa visión no puede ser más alejada de la realidad, más del 40% de los adultos que han bajado el juego son mayores de 25 años, con el rango mayor entre los 25 y 33 años. Estamos hablando de personas responsables con relaciones y trabajos estables cuyos salarios les permiten tener un teléfono de alta gama y una línea telefónica con un internet prácticamente ilimitado.
En rangos más generales, resulta que 155 millones de estadounidenses juegan juegos con regularidad (3 o más horas por semana). 4 de cada 5 hogares poseen una consola de videojuegos y la edad media de los jugadores es de 35 años. Además los hombres y las mujeres juegan por igual cantidad de tiempo. Finalmente el número medio de años que los jugadores han estado jugando juegos son 13 años, el mismo tiempo que se dura yendo a la escuela y el colegio.
¿Qué habrá bueno en Netflix para ver antes de la mejenga?
El argumento de la estupidez colectiva y la pérdida de tiempo es igual de ridículo de parte de una sociedad que gasta la mitad de su tiempo en televisión, Netflix o redes sociales. Eruditos de la filosofía criticando y citando a Schopenhauer detrás de un teclado en Facebook, mientras se alistan para ir a ver un partido de fútbol.
El asunto del snobismo siempre ha existido, y están los que critican deportes masivos como el fútbol, basados en criterios falaces de opio de las masas. Porque claramente para estos paladines, el utilizar 90 minutos en un partido te van a hacer olvidar los ataques en Francia, las presas en las calles o las convenciones de Recope.
Ahora con un enemigo en común, las voces críticas se han unido formando una coalición para hacer frente al nuevo axis del mal. Pokémon Go es un enviado del demonio y debe ser odiado por el vulgo, la religión y los snobs por igual. Lo cual se traduce en que todos los grupos están hartos de escuchar o leer de algo que no entienden o no les interesa y por ende merece un ataque. ¡Viva el odio! ¡Mugre, basura y smog!
El reduccionismo que destaca toda forma de entretenimiento como el “pan y circo al pueblo” que comentaba Maquiavelo, sigue aplicando hoy en día para las clases sociales bajas o mal educadas, tampoco se puede ser tan ciego. Pero es ridículo pensar que por amor a una pelotita o un juego de celular de repente a toda la humanidad se nos olviden todas nuestras carencias. El espacio virtual es grande, pero no ha llegado al punto adonde reemplacemos al real. El ser humano es bastante mejor que eso y al menos las alegrías dentro de un juego no son completamente vicarias, como sí pasa en los deportes, el cine o la literatura. Ninguna forma de entretenimiento nos convierte en zombies o autistas como se escuchó por ahí.
La naturaleza humana
Sin embargo la naturaleza humana es igualmente capaz de lo peor, por cada historia positiva del juego hay una negativa. Gente que camina y cae en una alcantarilla, gente que roba, gente que tiene accidentes de tránsito, gente que usa su celular mientras maneja.
Nada diferente a lo que ocurre diariamente y ha venido ocurriendo desde hace milenios, mucho antes que Pokémon Go. Más recientemente, estos accidentes igual pasaban por tomarse selfies, utilizar Snapchat, WhatsApp o Facebook y muestran nuestras peores facetas como especie.
El amarillismo de la prensa o el pastor de turno andan buscando noticias diarias negativas sobre el tema de moda. Los medios sin escrúpulos les interesa sacar antes una noticia sobre el niño que se cayó jugando, que la nota del niño autista que aprendió a socializar gracias a una aplicación.
Volteando de nuevo la tortilla y retornando al lado de la luz, no podemos olvidar todas las cosas buenas que trae la aplicación para la gente. De repente las personas están volviendo a salir a las calles a socializar y a ayudarse entre ellas. Y no lo digo como fan o porque he leído un estudio, sino porque lo veo pasar diariamente.
En datos más medibles, estamos hablando de una aplicación que te obliga a caminar y que la gente usa en promedio unos 43 minutos al día. Si se usa toda la semana, hablamos de unos 1500 calorías en el caso de las mujeres y unas 1800 en el caso de los hombres.
El juego además afecta a la economía y a los pequeños negocios, la gente está retornando a los parques y llenando las ciudades y esto implica la posibilidad de tomarte un café en alguna esquina de alguna plaza o redescubrir tu propio pueblo en busca de pokeparadas y gimnasios.
Vivir y dejar vivir
Si nada de lo que he dicho los convence, quiero dejar claro que esa nunca fue mi idea. No pretendo que nadie que lea estas líneas salga corriendo a jugar el juego o a hablar bien del mismo.
Sin embargo si aconsejo que, antes de criticar algo que no conozca bien, investigue un poco para opinar con bases y criterio. El mundo sería mejor si en vez de enfocarnos en aquello que no nos gusta, lo hiciéramos en lo que sí lo hace.
Al enfocarse en los aspectos negativos de la vida les damos fuerza, no se puede no pensar en elefantes rosados y no vale la pena ser anti guerra cuando se puede ser pro paz.
Además recuerde como en todas las generaciones esto ha ocurrido, Los Beatles eran igualmente odiados y amados en sus inicios. La lección que nos da la historia es que fue una batalla perdida por parte del odio. No sea usted uno de sus enlistados, y si no le gusta o no le interesa, pues viva y deje vivir, que al final el mensaje de esos cuatro individuos caló más hondo.
All we need is love.
Y posiblemente atraparlos a todos. Síganme en Jugador 1.