Cuando comencé a trabajar, el primer jefe que tuve era un señor con una enorme responsabilidad. Aun así, cada vez que hablaba con él, me prestaba toda su atención. Él habló conmigo sobre mis objetivos y mis oportunidades de desarrollo. Compartió historias sobre la vida (tanto la suya como la mía). En cada conversación, inyectaba energía y motivación.
Él sobresalió en una de las habilidades de liderazgo más importantes (y menos comprendidas): hacer una conexión emocional.
El liderazgo tiene mucho que ver con cómo te relacionas con los demás y la calidad y profundidad de esas relaciones. Cuanto más alto subas en una organización, menos importantes serán tus habilidades técnicas y más importantes serán tus habilidades interpersonales. Lo he podido confirmar en mi trabajo con líderes y en las revisiones de datos de las evaluaciones de 360 grados.
La capacidad de hacer una conexión emocional a menudo se malinterpreta porque no se trata de ser emocional o mostrar emoción. Se trata de hacer una conexión humana, de una persona a otra.
Mi jefe tenía la capacidad de conectarse en ese nivel con cada uno de los miembros del equipo, para mostrarnos lo importantes que todos éramos para él y que había más en nuestra relación que solo el trabajo. Él era natural, pero para los que son como yo, hay algunas cosas que podríamos hacer para desarrollar este tipo de conexiones.
Dale a la gente toda tu atención
Esto suena simple, pero es fácil perderlo de vista. Cuando me siento sobrecargada en medio de tantos mensajes de WhatsApp, eventos virtuales, correos electrónicos y miles de cosas que hacer, debo recordarme que nada de lo que yo avance (en el ámbito del “hacer”), será lo suficientemente bueno, si no pongo el desarrollo de la otra persona como mi mayor responsabilidad.
Ten en cuenta que las emociones son contagiosas
La investigación ha demostrado que el estado de ánimo de una persona puede verse afectado incluso por tres niveles de separación de personas que ni siquiera conocen. Así que imagina tu impacto en aquellos que te informan directamente. Ya sea positivo o negativo, tu estado emocional tiene una influencia significativa en las personas con las que trabajas, especialmente cuando eres el jefe.
Todos tenemos nuestros días malos, pero no tenemos que multiplicar sus efectos nocivos. Si te sientes particularmente ansioso o negativo, haz un esfuerzo por ponerte en “cuarentena”: haz más de tus tareas administrativas, evita situaciones que puedan desencadenar aún más estrés o toma la tarde libre (ya que puedes hacer más daño al permanecer en contacto con el equipo).
Por otro lado, cuando te sientas especialmente optimista, haz un esfuerzo para pasar más tiempo con tu equipo directo, ir a más reuniones (ahora virtuales) y comunicarse con otros miembros de la organización. Aprovecha este tiempo para tu ventaja y multiplica tus emociones positivas.
Desarrolla tu sentido de extraversión
Es más fácil decirlo que hacerlo, especialmente si eres introvertido por naturaleza, como lo soy yo. Pero si eres un líder, simplemente tienes que desarrollar tu capacidad de comunicarte con los demás, involucrarlos en la discusión y proporcionar comentarios activamente. Tu eres quien tiene que estar al frente, liderando el desarrollo de estas relaciones.
Comprendo plenamente a los introvertidos, pues yo misma debo hacer un esfuerzo extra para reunir la energía para hacer estas cosas y relacionarme con los demás, pero sé que es para el bien de todos. (… y luego, de hacer este gran esfuerzo, si terminas exhausto, puedes sentarte en silencio, a escuchar música, leer un libro, o simplemente relajarte).
Pon en práctica estos dos ejercicios:
Debo estar dispuesto a construir relaciones reales. Y para ello, debo exponerme a ser transparente, interesándome en los demás y escucharlos.
1. Se consiente de excluir la “AED tóxica”: Autoritario, Enojado y Distante.
2. En cada situación, acostúmbrate a hacerte estas preguntas clave de la inteligencia emocional:
- ¿cómo me siento?,
- ¿cómo se sienten?, y
- ¿cuáles son los obstáculos ocultos?
Los líderes exitosos forman primero lazos emocionales sólidos, fuertes y duraderos. Esto genera el deseo de querer dar la milla extra frente a las responsabilidades diarias y a los retos que se vayan presentando. Podemos reconocer que existen lealtades duraderas. ¡Estos son los tipos de líderes que permanecen nuestros corazones!
Como líderes, por definición, hacemos nuestro trabajo a través de otras personas y, sin embargo, es muy fácil perderlo de vista, y enfocarnos en la cantidad de trabajo: las tareas, el resultado, los trabajos que se completarán. La ironía es que, cuanto más se centre en la calidad de esas conexiones, mayor será la cantidad y calidad que se genera.
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