Yo he tenido perros, gatos, tortugas, peces, conejos…, pero ¿cómo será vivir con un chanchito? Liseth Bermúdez nos contestó esta pregunta con toda autoridad, pues ella es la feliz dueña de Burpee, un mini pig (un juliana pinto, para ser más exactos) de año y cinco meses.
“Es como tener un niño de preescolar, es súper consentido, inteligentísimo, un poco berrinchudo y hay días en que amanece amargado, pero otros muy feliz. Requiere mucha atención, pero la recompensa en afecto es grande”, aseguró la joven cuando visitó las instalaciones de La Nación en compañía de tan simpático personaje, ataviado con un típico pañuelo rojo.
Lo adquirió bebé, en un criadero de Palmares y le costó ¢135.000. Desde entonces, se lo llevó a vivir consigo a un apartamento ubicado en un quinto piso. ¡Sí, a un apartamento, sí en un quinto piso!
Ahí, pasa la mayor parte del tiempo, divirtiéndose con sus juguetes: una botella de plástico, un peluche de Barnie, otro de una tortuga y varios objetos llamativos.
También adora acurrucarse entre las cobijas y, según su dueña, no es para nada destructor, a menos de que tenga papeles cerca. ¡Entonces, sí hace fiesta! Ahora bien, si lo sacan de su ambiente y se siente solo, puede que también se altere.
Para evitarle el estrés y mantenerlo en buena condición física, Liseth contó que lo pone a subir gradas o lo saca a pasear con regularidad a parques o a cualquier sitio, donde obviamente llama la atención de medio mundo. Precisamente, en La Nación, el día de su visita, muchos quisieron saludarlo y tomarse selfis. No faltaron las expresiones de asombro cuando, Burpee, muy obediente, atendía las órdenes de su dueña y daba vueltitas o se sentaba. Escenas como estas son una constante a donde quiera que vayan.
“Por dicha le gusta andar en carro, desde pequeñito lo acostumbré, así me acompaña a todo lado, hasta la playa ha ido, aunque no le gustaron las olas”, aseguró Bermúdez, quien es educadora física en una escuela y entrenadora personal. Por cierto, esta es la justificación tras el nombre del cerdito, ya que burpees son una especie de largatijas combinadas con saltos y a ella le gusta tenerlo fit.
Buena alimentación
En la actualidad este animal pesa 30 kilogramos, pero puede llegar a los 60, dependiendo de su dieta y movilidad. Su expectativa de vida es de entre 12 y 16 años.
Otra característica de esta peculiar mascota es que es vegano al 100%, por elección de su dueña, quien también lo es. Los cerdos, en realidad son omnívoros (se alimentan de plantas y otros animales).
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“Además de avena integral (su alimento estrella), come camotes, zanahorias, tomate, pepino, chayotes, zuquini, ayotes, manzanas, diferentes cítricos, algunas cáscaras de papa, plátano maduro y frutos rojos. Todo crudo”, explicó la joven, quien cada vez que va a la feria del agricultor, viene con un gran cargamento.
El agua, solo le gusta saborizada (con naranja, por ejemplo) y el mango es su gran talón de Aquiles, por eso se le ofrece de premio, al menos una vez a la semana. No se le dan alimentos muy grasosos como la comida chatarra, tampoco consume golosinas. Ama el maní.
¿Aseado? Mucho, responde Liseth. Aunque mojarse no le resulta de su agrado, ella sí lo baña con frecuencia. “Lo aseo poquito a poquito y con agua tibia para que lo disfrute. Él no transpira (no tiene glándulas sudoríparas), así que no huele feo, como algunos equivocadamente piensan”, explicó.
Otra cosa que a Burpee le molesta es llenarse de barro (muchos cerdos sí acostumbran hacerlo y lo hacen para refrescarse), entonces, para mantener su piel hidratada, su dueña le aplica crema corporal o aceites, todos los días. Ah, y antes de salir al aire libre, siempre se le pone bloqueador solar factor de protección 50.
Con respecto al manejo de sus heces, Liseth asegura que esto no ha sido un problema. “Cuando lo traje, decidí que las necesidades debía hacerlas en el cuarto de pilas y ahí me quedé con él hasta que orinara y defecara por primera vez. Aprendió en cuestión de minutos y solo va a ese sitio”, aseguró orgullosa.
Al principio le ponía periódicos, pero como su debilidad es el papel, entonces los cambió por una bandeja vacía (sin arena) y eso resultó ser una excelente idea.
Liseth reconoce que lo que más le ha costado enseñarle a Burpee es a dormir las horas necesarias lo cual es agotador para cuidarlo. “Al principio pasaba despierto casi toda la noche, ahora logro que se duerma como a las 12 y se despierte a las 5 a. m., no importa si es entre semana o feriado. A veces lo escucho jugar, pero ya me deja dormir un poquito”, confiesa entre risas.
¿Y se enferma? Hasta el momento solo una vez que burló la vigilancia de la cocina, abrió la refrigeradora y arrasó con todos los vegetales que había, hasta quedar repleto. “Por glotón, vomitó y pasó varios días malito, con suero”, relató la joven.
Con la idea de cuidar su salud, cada dos o tres meses, Burpee visita al veterinario, básicamente para que lo desparasiten y le corten las pezuñas.
“Como les decía, es un chineado. Hay que dedicarle tiempo pero cuando uno lo va conociendo todo es más fácil. Él hace como 20 diferentes ruidos y ya sé interpretarle varios. Le gusta muchísimo asolearse y que le rasquen la pancita después de comer. Tener una mascota como Burpee es una experiencia muy bonita, pero sí tiene que ser una persona decidida a darle mucho amor, para que no terminen en abandono”, concluyó.
Quienes deseen conocer más de este cerdito, pueden seguirlo en Instagram: @BurpeePig. ¡Hay fotos preciosas y divertidas!